lunes, 14 de junio de 2021

El narcisismo como norma. La deformación psíquica en la sociedad capitalista tardía

Revista Krisis - Crítica de la sociedad mercantil
Nuremberg-Alemania, 2019

Traducción: Antiforma (Santiago de Chile, junio 2020)

Nota de LP (Quito, junio 2021): En esta sociedad mercantil del aislamiento, la competencia, el individualismo y la apariencia, más aún en estos tiempos de pandemia-confinamiento-virtualización de la vida social, quien diga que no es narcisista es un inconsciente, un hipócrita, un inmaduro y/o un tóxico. Para superar este problema psicológico es preciso empezar por admitirlo, junto con esforzarse por comprender sus causas, condiciones y posibles soluciones sociales o colectivas. Aquí comparto, pues, un artículo desde la perspectiva de la nueva crítica del valor a fin de contar con algunos elementos de reflexión teórica para que podamos criticar y superar tanto el narcisismo social como el narcisismo individual, sobre todo quienes necesitamos y deseamos destruir esta antihumana sociedad de clases y fetiches para construir una comunidad humana material y espiritual donde el libre desenvolvimiento de cada uno sea la condición del libre desenvolvimiento de todos.

P.D.: "Agradece el dolor que te libera del autoengaño". 

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Toda sociedad reproduce sus condiciones de existencia en los individuos que pertenecen a ella, mientras que éstos a su vez reproducen la estructura social a través de sus acciones. Si la sociedad entra en crisis, esto se refleja en la existencia de los individuos. Cada vez menos personas trabajan en las condiciones laborales llamadas normales, en tanto que son cada vez más las que viven en una pobreza relativa o se hallan al borde de la pobreza. Según un estudio referido a Alemania, país exportador, las personas con empleo precario conforman entre el 25 y el 40 por ciento de la población activa; mientras que nueve de cada diez alemanes dicen tener miedo de bajar en la escala social y caer en la miseria. Esta amenaza y los temores asociados a ella producen una respuesta específica que pone en peligro la cohesión social: el narcisismo como modo de ser, promovido y exigido masivamente por la forma social capitalista.

El creciente aislamiento del individuo burgués

El credo neoliberal, que impone las directrices en la política y la economía, reza así: "Una buena sociedad es una sociedad de individuos fuertes". A estos individuos se les dice constantemente que deben competir por los puestos de trabajo, por los cupos en el sistema de enseñanza y en general por el éxito y el prestigio. Al hacerlo, deben demostrar voluntad de cambio, un alto grado de flexibilidad personal y un constante esfuerzo por mejorar. En el capitalismo las personas son convocadas principalmente como productores privados aislados, que sólo se vinculan entre sí a través del dinero y las mercancías. Todas las demás formas de relacionarse se consideran inferiores y tienden a ser suprimidas; o bien, si son indispensables -como sucede con la crianza de los niños-, se encuentran restringidas y puestas al servicio del proceso general de explotación. Esta tendencia se ha intensificado en las últimas décadas y ha incrementado de forma extraordinaria el aislamiento de los individuos burgueses. En este contexto, el concepto de narcisismo acuñado por Sigmund Freud [“el complemento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación” (Freud, 2014)] ha ido adquiriendo una gran relevancia en los últimos años. Dan fe de ello los muchos libros de venta masiva cuyos títulos se refieren a esta evolución. Así por ejemplo el libro La sociedad narcisista del psicoanalista Hans-Joachim Maaz, publicado en 2012; La generación sin parejas del periodista Michael Nast (2016) o ¡Yo primero! La sociedad egolátrica de la politóloga Heike Leitschuh (2018). Por otra parte, el tema adquiere vez más importancia en la prensa; especialmente desde la elección del narcisista emblemático Donald Trump como presidente de los EE.UU.

El rasgo distintivo del narcisismo es la tendencia desenfrenada al auto-centrismo, que se manifiesta en un exagerado sentido de la importancia propia, en fantasías de éxito y poder ilimitados, y en un deseo de admiración excesiva. Bajo esta superficie hay, sin embargo, una autoestima extremadamente baja. Los narcisistas padecen un hambre insaciable de reconocimiento y validación desde el exterior, lo que les hace también muy vulnerables a las demandas neoliberales de flexibilidad adaptativa. En este contexto, muchos narcisistas son auténticos maestros de la auto-expresión y el auto-mercadeo.

El narcisismo en el posfordismo

Sigmund Freud (1914) fue el primero en ocuparse de este fenómeno. Según Freud, para llegar a ser individuos maduros y seguros de sí mismos en la sociedad burguesa, todos los niños de entre tres y cinco años deben atravesar y superar lo que él llamó complejo de Edipo, proceso que acontece al interior de la familia nuclear burguesa. Tal es el paso decisivo que todos debemos dar para que se forme nuestra personalidad burguesa y nos hagamos capaces de participar en la reproducción material y simbólica de esta sociedad. El resultado es, entre otras cosas, una orientación general hacia el progreso, tal como se cultiva y se transmite en las típicas familias burguesas. En épocas anteriores, los esfuerzos de adaptación asociados a la experiencia edípica -sobre todo la voluntad de trabajar, la diligencia y la auto-disciplina- se veían recompensados por el hecho de que eso le conducía a uno por un camino predeterminado en la vida, en el que hallaba estructuras claras y un futuro laboral seguro.

Pero eso no es lo único que sucede mientras se transita por la fase edípica. Cuando el niño empieza a socializarse como sujeto burgués, aparece también la amenaza del fracaso social. El niño reacciona ante este peligro imaginando un estado de completa autonomía, en el que ha desaparecido todo rastro de dependencia hacia los demás. Si por un lado la parte edípica del sujeto, el hombre consolidado, no sólo se somete sin quejas a las condiciones externas sino que contribuirá activamente a su mantenimiento y reproducción; por otro la parte narcisista se defiende de la realidad externa limitante y amenazante, refugiándose en una interioridad en la que él mismo gobierna de forma absoluta y omnipotente.

Es esta segunda tendencia psíquica la que ha sido promovida enormemente en el posfordismo, es decir, desde los años 70, y ha terminado relegando a un segundo plano la configuración edípica. Hoy en día, la seguridad laboral se ha convertido en un lujo, y esto implica que el comportamiento edípico "correcto" encuentra cada vez menos recompensas. Ya nadie escapa a los arbitrios del "libre mercado"; hoy casi ningún trabajo es seguro, pues está sujeto a la subcontratación, la reestructuración o simplemente puede desaparecer en cualquier momento. Actualmente cualquiera puede volverse inútil de un instante a otro debido a desarrollos impredecibles, tales como un cambio repentino en el sabor de la masa o un nuevo método de producción introducido sin que nadie pudiese preverlo. En un mundo cada vez menos fiable y que amenaza la existencia, los individuos se ven completamente arrojados hacia sí mismos. La parte edípica de la personalidad encuentra cada vez menos puntos de referencia para orientarse, con lo cual crece la sensación de estar indefensos y a merced de los demás. Los individuos responden tratando a toda costa de suprimir o desplazar este sentimiento, que experimentan como una sentencia de muerte.

Al exigirle a las personas una adaptabilidad cada vez más incondicional y al mismo tiempo una mayor capacidad para publicitarse a sí mismas, esta sociedad hace crecer desmesuradamente la parte narcisista de la personalidad. Por otro lado, la venta de la propia fuerza de trabajo se está convirtiendo cada vez más en la venta de la propia personalidad como si fuera una mercancía: cada cual debe poder ofrecer a cada instante su propia versión de lo que el mundo del trabajo demanda. Acuciado por la pregunta que se agita en el fondo de su mente acerca de cómo aumentar el propio valor de mercado -o al menos de cómo evitar que decaiga-, cada cual va revelando gradualmente todo lo que ha conformado su personalidad hasta ahora, en un continuo ejercicio de abnegación que se hace tanto más fácil cuanto más haya revelado de sí mismo previamente. Esta forma de vida genera intensos sentimientos de vacío y falta de autenticidad. ¿Quién puede decir qué tipo de persona es y qué tipo de persona no es, dada la constante disposición a adaptarse a nuevas situaciones de trabajo y después de muchos cambios de pareja? Es precisamente este proceso el que conduce a una personalidad narcisista, que puede ser cualquier cosa porque detrás de ella hay una gran nada.

Inscripción de las mujeres en el desarrollo general

Durante mucho tiempo el condicionamiento económico general de la infancia se aplicó casi exclusivamente a los niños varones. Hasta la década de 1970 más o menos las adolescentes habían experimentado un desarrollo diferente al de sus pares masculinos. Hasta entonces "la niña entra en el complejo de Edipo como en un puerto" (Freud), en el que se prepara no para el papel de competidora sino para el de mujer cuidadora como futura esposa y madre. Dominaba una división sexual del trabajo ligada a la formación de una esfera pública de competencia generalizada, ocupada principalmente por hombres, por un lado; y una esfera privada, doméstica y familiar ocupada principalmente por mujeres, por otro. En este último ámbito la mujer era, entre otras cosas, la responsable del cuidado y educación de los niños. En las últimas cinco décadas se ha producido, sin embargo, una relativa equiparación de los sexos; pese a lo cual sigue prevaleciendo una imagen de masculinidad basada en el éxito laboral y la capacidad para proveer la mayor parte del ingreso familiar. Las mujeres son casi siempre las primeras en ceder cuando se trata de hacer tiempo para la familia. Aunque los hombres han hecho algunas concesiones en cuanto a las tareas domésticas, las mujeres siguen dedicando a las tareas domésticas cerca de una hora y media diaria más que ellos. Además, debido al empleo forzoso de ambos miembros de la pareja, muchas familias no tienen más remedio que entregar lo antes posible sus hijos a instituciones educativas, esto es, guarderías y jardines infantiles. Allí los niños son sometidos cada vez más a medidas con las que se busca prepararlos para el sistema de enseñanza y, por lo tanto para la actividad laboral, aunque todavía esté lejana. Por otra parte, los padres dedican cada vez más el tiempo y la energía que les queda a preparar a sus hijos lo antes posible para que ingresen en la competición generalizada. Muchos proporcionan a sus hijos juguetes educativos, vídeos de "baby Einstein", etc., poco después de nacer o incluso estimulan al feto con música clásica supuestamente beneficiosa. Cada vez más niños viven en hogares orientados al rendimiento. El resultado es una experiencia de profunda soledad, intensificada ya en la primera infancia. Debido a la incertidumbre general de la vida en el posfordismo, las limitaciones sociales se manifiestan cada vez más temprano y de forma más abrupta, mientras que al mismo tiempo se dejan de lado las experiencias de apego y afecto personal.

Capitalismo y estado mental

El núcleo de las sociedades constituidas capitalistamente es el valor que se autovaloriza, es decir, el dinero como capital, cuyo único propósito es transformarse en más dinero mediante el atajo de la producción de una mercancía (o servicio prestado) y su venta: "El capital se utiliza para producir capital, para producir más capital, para seguir produciendo más capital" (Distelhorst, 2014), en un círculo interminable y completamente sin sentido que absorbe todo lo que le rodea. En el centro de este movimiento no hay más que el vacío de la auto-proliferación sin fin, una nada sin contenido que paso a paso va socavando cualquier otra relación significativa, arrastrándolo todo hacia su vacua tautología.

En la modernidad tardía las personas compiten entre sí más que nunca antes. Como describimos anteriormente, el mundo laboral de hoy ya no parece ser esa estructura fiable, aunque exigente, en la que las personas sólo debían estar dispuestas a encajar para llevar una vida segura y agradable. En cambio, la amenaza de cambios radicales se ha vuelto constante y omnipresente. Esto se hace patente, entre otras cosas, en la expansión de las relaciones laborales precarias, en el creciente debilitamiento del Estado de bienestar y en el retorno de la pobreza. En el capitalismo el miedo al fracaso es generalizado. También las relaciones personales son sacarificadas cada vez más en nombre de la flexibilidad general y degeneran en asociaciones temporales o en "redes", utilizadas sobre todo para mantenerse en el juego y aumentar las oportunidades laborales gracias al mayor número posible de "contactos". En un entorno así la empatía hacia los demás es un lujo cada vez más escaso.

La deseabilidad general del comportamiento narcisista

Hoy en casi todas partes el comportamiento narcisista se considera algo deseable y causa de éxito: en el mundo del trabajo, en los medios de comunicación, en la política y en muchos otros ámbitos es recompensado con reconocimiento, admiración y promoción. En vista de estas circunstancias, los expertos discuten seriamente sobre si el narcisismo debería dejar de considerarse un trastorno de la personalidad en las normas de diagnóstico psiquiátrico. Actualmente no sólo las propias habilidades, sino también los sentimientos, rasgos de personalidad y relaciones se han convertido en subproductos del marketing general. El narcisismo, liberado ya de las viejas restricciones y siempre listo para reinventarse, base de la meritocracia totalmente flexible e insegura del nuevo milenio, es la forma subjetiva inherente al capitalismo en crisis.

Este ambiente produce y fomenta la auto-promoción más despiadada y más carente de lazos (ya sea con otras personas, o con la empresa o profesión). Lo que cada individuo opone a este vacío y a esta falta de vínculos es la convicción de ser alguien especial. Cultivan así su propia grandeza, fuerza y brillantez imaginarias. Incluso si sólo tienen una simple pasantía o un trabajo mal pagado con pésimas condiciones contractuales y sin perspectivas de futuro, exageran la verdad para verse y sentirse mejor. Mientras se hallan constantemente al borde de la nada, se engañan a sí mismos diciéndose que en realidad pueden lograr cualquier cosa. Internamente, esto da lugar a un contraste entre sus fantasías de omnipotencia, es decir, su ilusión de libertad e independencia individual absoluta por un lado, y el sentimiento de impotencia ante la creciente inseguridad y heteronomía de su propia existencia por el otro. Tal contradicción no es fruto únicamente del ambiente familiar, sino que hunde sus raíces en la sociedad burguesa. Así como el dinero que se ha convertido en capital, después de multiplicarse exitosamente debe comenzar inmediatamente a buscar la siguiente oportunidad de inversión... asimismo el individuo debe recomenzar una y otra vez, lo más rápido posible, la búsqueda del éxito para que el vacío interior y los miedos no se apoderen de él. Tanto el capital como la personalidad narcisista se desenvuelven así en un dinamismo interminable, vacío y tautológico; y es por eso que se complementan y refuerzan tan bien.

Pronóstico

En la forma subjetiva del narcisista, que se alaba constantemente a sí mismo, se sobreestima de forma desmesurada y es incapaz de comprometerse, y que debe venderse a diario como trabajador altamente adaptable, el productor privado aislado que requiere la relación capitalista alcanza su forma perfecta. Vacío en su interior, luchando sin descanso por la confirmación externa y el reconocimiento superficial de su personalidad, constituye el contenido más apropiado para el movimiento vacío, infinito y en última instancia sin sentido, de la explotación capitalista. Esto tiene un lado oscuro y terrible. Si el narcisista no logra satisfacer las exigencias de la sociedad, tiende a emprender acciones sustitutivas que le permitan desplegar la energía que propulsa su auto-referencialidad. La forma más destructiva de esta deriva es sin duda el ataque asesino indiscriminado, en que la megalomanía narcisista se realiza a través de la autodestrucción y la destrucción de los demás.

Debe quedar claro que estar bien adaptado a una sociedad enferma no puede ser un signo de buena salud mental. Sin embargo, la abolición de la forma-sujeto narcisista no es posible en las condiciones actuales. Una vida al margen de la auto-regulación narcisista tendría una forma completamente diferente: sin obsesión por el trabajo, sin estrés de competición y de rendimiento, sin necesidad de ser un luchador solitario y sin la presión de auto-expresarse y auto-afirmarse continuamente. Mientras prevalezcan estas limitaciones no estarán dadas las condiciones para el desarrollo de individuos sociales libres más allá de la subjetividad mercantil. La esperanza reside en reconocer que nosotros, como seres humanos, somos seres genéricos que requieren vínculos diversos, y no simples relaciones unidimensionales. Los requisitos materiales para ello están presentes desde hace mucho tiempo en nuestro mundo, que se caracteriza por la sobre-producción; sin embargo, para llegar a ello no podemos dejar que la socialización transcurra dentro de un proceso inconsciente de explotación valorizadora, proceso al que nos enfrentamos como una fatalidad y que, por nuestra parte, ejecutamos y reproducimos a diario. Este proceso se está volviendo cada vez más disfuncional, pero esto por desgracia no significa que nos estemos dirigiendo automáticamente hacia una sociedad liberada. No tenemos ninguna garantía de que sea posible revertir el proceso social destructivo y reemplazarlo por una socialización humana; sin embargo la crítica radical de la forma del sujeto en el capitalismo, de su lógica y su dinámica psicosocial interna, es un primer paso necesario en esa dirección.


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Relacionados:

La sociedad autófaga. Capitalismo, desmesura y autodestrucción - Anselm Jappe (2019)

Narcisismo individual y social. Capítulo 4 de El corazón del hombre. Su potencia para el bien y para el mal  - Erich Fromm (1964)

Introducción del narcisismo - Sigmund Freud (1914)

domingo, 13 de junio de 2021

Revista Salamandra 23-24 (o el surrealismo contra el Capital y su psiquiatría)

Grupo Surrealista de Madrid
Junio 2021

Salió una nueva revista Salamandra, órgano difusor del Grupo Surrealista de Madrid.

Saludos a todos y cada uno de ellos!!!

Manual de prestidigitación para la SALAMANDRA 23-24

Si usted odia el fin del mundo, amará Salamandra.

Si usted ama el fin del mundo, amará Salamandra.

Si usted niega, teme, desdeña, esquiva, olvida o acepta mansamente el fin del mundo, ignorará Salamandra, la revista más inactual, esporádica, desesperada y utopista del mundo.

Tanto, tanto, que se permite el lujo de (casi) obviar olímpicamente a la bicha, aunque no (del todo) a sus circunstancias. Que son las del fin del mundo, antes, ahora, después. Y el principio tal vez del que deseamos y soñamos.

¿Qué quiere decir todo esto?

Que la regularidad no es nuestro fuerte. Vaya descubrimiento. Pero tampoco lo es la anomia disolvente que nos rodea, ni la resignación ante un orden de cosas que nada mejora con el paso del tiempo sino todo lo contrario. La exaltación de la vida en aquello que tiene y tendrá todavía y siempre de irreductible, y la negación incondicional de todo aquello que pretende negarla, falsificarla y oprimirla, nos dejan descansar todo lo que la pereza decida pero nunca jamás abandonar la partida ni reconocer la derrota, mientras que no perdamos las flechas del deseo, y nos siga habitando el dios negro de la poesía, el amor y la libertad.

Dicho de otro modo: desde finales del año 2014, fecha de la publicación del penúltimo número 21-22 de Salamandra, hasta hoy, el Grupo surrealista de Madrid ha mantenido una actividad tan intermitente como intensa que consciente y explícitamente ha apostado por la participación de lo común y en lo común, acercando y compartiendo las investigaciones y experiencias surrealistas al mayor número posible de conocidos y desconocidos, consecuencia lógica y deseo electivo de la mejor herencia y rescoldo del 15M que ya destacábamos en 2014: la «apertura, empatía y colaboración con todas las personas, de muy distintas procedencias, tendencias y trayectorias, que se han reconocido en la pasión de un mismo rechazo». Pero la consecuencia inevitable vuelve a ser la suspensión de la revista por un tiempo indeterminado, hasta el punto de que se podría pensar que ha desaparecido. No es así: simplemente cada número se conforma y sale a la luz cuando es estrictamente necesario, es decir, cuando parece oportuno y fructífero para quien sea, para nadie y para cualquiera, para lo desconocido.

Y bien, el momento llegó…en 2020, pero también la danza de la muerte que viene de tan lejos y pretende perpetuarse en la eternidad del artificio. Así la revista se paralizó como todo lo demás, aunque no la voluntad de retomar su pulso allí donde lo habíamos dejado. Y el resultado es este flamante e intratable número 23-24, que sin falsas modestias, vergüenzas y miedos-al-qué-dirán alcanza con toda la intemperancia más excesiva, irresponsable y escandalosa las 464 páginas, pues lo que no mata engorda. ¿O era que te hacía más fuerte? En cualquier caso, 464 páginas repletas de críticas, análisis, debates colectivos, invectivas, soflamas y declaraciones de guerra contra el coma inducido, mitos y visiones para forzar la mano del destino, juegos y experiencias del comunismo del genio y de la exterioridad para que lo sensible no muera ni se momifique, utopías proféticas y a la pata llana, documentos verídicos del Laboratorio de lo Imaginario que demuestran que la creatividad existe, la poesía por otros medios y los poemas, y las reseñas de los libros más insidiosos jamás publicados.

Y absolutamente nada del monotema que es la madre de todas las crisis y colapsos porque a su vez es el producto de todos ellos, ya que hemos tomado la (arriesgada y discutible) decisión de mantener el sumario previsto en 2020. Una única excepción: el Aviso al Lector que, entre otras cosas, argumenta tal apuesta, y esboza algunas consideraciones, nada concluyentes y sí muy parciales y dubitativas como es propio de esta época falsificada y descompuesta, sobre la naturaleza, el significado y las implicaciones e interrogantes de la pandemia, y sobre las respuestas, solidaridades y acciones que tendremos que reinventar y decidir para poner coto, desarbolar y ahuyentar lo invivible.

¿Por qué se ha tomado esta decisión? Porque consideramos que la crisis actual no invalida, sino más bien todo lo contrario, la gran mayoría de las reflexiones críticas y experiencias vivificadoras de Salamandra. Que se nos entienda bien: a pesar de las apariencias y de lo que algunos puedan sospechar, la megalomanía tampoco es nuestro fuerte. Bajo ningún concepto se nos pasa por la cabeza que ya hemos dicho todo lo que hay que decir, y que por tanto la realidad no nos afecta ni impone su agenda imprevisible. ¿Pero es justamente tan imprevisible como se quiere hacer creer? ¿No se sabía, no se había advertido, no habíamos escrito unos y otros, que la demencia industrial, el antropocentrismo ciego, el odio a la Naturaleza no nos preparaba sino su desquite? ¿Y que la dominación genera, inventa, sobredimensiona y manipula cualquier excusa para redoblar su yugo? Porque lo excepcional no es la pandemia ni el confinamiento, sino el Estado de Excepción permanente que lo hace posible y lo utiliza a su antojo.

Es en este sentido que se ha decidido mantener el sumario como si no hubiera pasado nada…porque siempre pasa lo mismo, aunque sea corregido y aumentado. Basta repasar las secciones de esta Salamandra para calibrar una afirmación que esbozamos sin arrogancia alguna, y sin pretender llevar la razón ni acertar en todo o en parte: colapso, respuestas al colapso, revolución y/o autonomía, mercantilización del inconsciente y resistencia del mismo, comunismo del genio, creatividad y poesía hecha por todos y cada uno más allá y más acá del espectáculo, la razón y de la locura, defensa e ilustración del amor loco y del erotismo polimorfo, vida sensible: la realidad material e imaginaria, y la subjetividad individual y comunal, que cara a cara se construyen y destruyen a cada instante. Y denuncia, rechazo y combate total contra la mediación tecnológica, el borrado de la realidad material y su sustitución por la virtual, la compartimentación afectiva y la abolición de cualquier rastro de vida privada que se pretende como cambio civilizatorio a mayor gloria, y como última tabla de salvación, del capital que se desangra y mengua sin dejar de destruir todo lo que le rodea.

Por eso esta revista quiere ser una testificación contra el fetichismo de la no-realidad, y por la afirmación de una visión y una práctica del mundo que se atreve a plantear alternativas y soluciones, por muy modestas que sean, en una coyuntura que no solo exige ejercer la crítica sino experimentar y ofrecer lo posible e imposible. Antes del coronavirus, mientras se desata su letargo de asepsia y aislamiento, después de la plaga aun peor que sin duda le sucederá.

Pero una vez más serán todas aquellas y aquellos que decidan aventurarse en su larga y sazonada lectura los que decidirán si nos hemos siquiera acercado a tales objetivos, los únicos que valen la pena precisamente por su misma desmesura.

Y nos daremos por más que satisfechos si hay quienes aprecian y comparten, en la medida y manera que sea, la lucha mental que impregna sus páginas, la apelación pasional a empuñar vez más la espada.

Sumario:

Del comunismo del genio al genio de lo común: Jornadas experimentales sobre los juegos surrealistas y la vida onírica en el Ateneo Nosaltres – Barraca de las Maravillas en la V Edición de las Jornadas de Arte y Creatividad Anarquistas de 2019 – Acciones callejeras en Madrid y Cádiz.
Crisis de civilización, colapso y utopía – Fuga de la revolución, revolución de la fuga – Más Realidad – El incendio interior: sueño y mercancía – Laboratorio de lo imaginario – El amor loco erótico, el eros locamente enamorado – Locura, automatismo, lenguaje – Poemas – Reseñas.
Contingencia e insumisión de la exterioridad: Debates y apuntes para un conocimiento salvaje del afuera.

Índice completo y Aviso al Lector:

https://gruposurrealistademadrid.org/.../salam23-24.pdf

Capitalismo omnipresente – Los Amigos de la Negación:

https://drive.google.com/file/d/1B9owV9YyXdaDmUTx9BYObI2D5HIB8Kou/view