viernes, 24 de abril de 2020

Se viene una epidemia de trastornos de salud mental

Tomado de Psiquiatría.com
17 de abril de 2020

RESUMEN
Los médicos de Salud Mental avisan de que cuando pase la etapa más crítica del coronavirus llegará «otra epidemia»: la de las enfermedades psiquiátricas. «Las depresiones y otras patologías se multiplicarán por dos tras estas semanas», avanza José Manuel Montes, jefe de sección de psiquiatría en un hospital madrileño.
«Estos días se consume más alcohol y hay alteraciones en la alimentación. Se consumen más grasas, más azúcares rápidos… Las personas tienen ansiedad y se sufre el aislamiento social y físico que influye también en la salud mental»,  expone por su parte el doctor José Ángel Arbesú, miembro del comité de la Estrategia Nacional en Salud Mental del Ministerio de Sanidad.
Estos expertos señalan que el riesgo de enfermar es transversal: afectan tanto los contagiados que superen la enfermedad, como las familias de personas fallecidas por coronavirus, como los sanitarios y como la población en general que padecen serios problemas como la pérdida del trabajo. En un encuentro virtual de la Sociedad Española de Médicos de atención Primaria (SEMERGEN) indican además que un problema importante es el abuso de ansiolíticos y psicofármacos.
En este punto, José Manuel Montes subraya que es «la incertidumbre» lo que provocará esta «epidemia».  «Aunque tenemos pocos datos, sí que sabemos que después de estas situaciones de epidemias, de sufrimiento a nivel social, se multiplican por dos prácticamente los problemas de ansiedad y depresión», expone este experto.


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«El aislamiento total o parcial de nuestros seres queridos implica suspender los lazos afectivos que hacen a nuestras vidas. Esto no solo nos debilita emocionalmente, sino que también nos deja a merced de la extraña compañía de distintos dispositivos tecnológicos. Pantallas, táctiles o no, que nos bombardean con su sobreinformación y que median entre el mundo y nosotros, manteniéndonos en contacto solamente a través de la virtualidad. La inactividad del confinamiento nos conduce al agotamiento físico y por tanto también al agotamiento psicológico paulatino. Así mismo, la incertidumbre sobre el futuro y el pánico dominante nos agota emocionalmente lo cual también nos produce cansancio físico. Cabe recordar que en las guerras de las últimas décadas los muertos de posguerra, enfermos y suicidados, duplican a los caídos en enfrentamiento.» - Estamos en guerra. Boletín La Oveja Negra N° 69: Coronavirus y cuestión social. Abril 2020

En tiempo de Coronavirus, ¡Cuidémonos Mutuamente!

Orlando Plath
8 de abril de 2020

El virus, covid-19, el coronavirus le cayo como anillo al dedo al orden de los estados en tiempos donde la revuelta era internacionalista desde América, Europa hasta Asia donde casualmente se origino la pandemia, teorías sobre su origen hay muchas, posiblemente nunca tengamos la certeza de nada, lo que si sabemos son los efectos sociales y económicos que ha provocado en el mundo. Las clases inevitablemente se agudizarán, la precariedad de la salud en los países latinoamericanos sobre todo en aquellos en extremo neoliberal se  notará aún más y nuevamente morirán los de siempre, la clase oprimida, los pobres. Pienso que en la sociedad de clases el llamamiento a cuarentena total no es realmente efectivo, porque la cuarentena es un privilegio de clases y somos muchxs lxs que no contamos con la posibilidad de guardarnos en lo que Judith Butler llamo “falsa idea de hogar” (1), además que los sectores productivos controlados por capitales no permitirán que esta medida les afecte, en el fondo la cuarentena total solo vendrá a potenciar dispositivos de control por el Estado que en nada parecen detener el avance del coronavirus, sino al contrario restringen libertades individuales, proporcionan libertades a órganos represivos. Aclaro que no se trata de apelar a un llamamiento reaccionario de su contrario sino a ser conscientes que tal medida ha sido solo una cortina de humo que invisibiliza el problema de fondo más allá de la tremenda crisis sanitaria, el virus es funcional al capitalismo, entonces si la cuarentena total no se le opone a este no tendrá un efecto real para detener la pandemia y salvar vidas. Por supuesto que en primera instancia todxs han estado de acuerdo que los estados declaren cuarentena total, los falsos críticos de siempre también, el análisis debe ser poco más allá, más profundo. Se ha orquestado también un espectáculo comunicacional gracias a los medios mercenarios en torno a la pandemia, produciendo un tipo de psicosis colectiva en América Latina al ver la experiencia del coronavirus en Europa y Asia la cual no ha sido nada favorable para nuestras sensibilidades y subjetividades (fundamentales en la potencia o sistema inmune).

El individualismo, el orden de los estados tras un proceso de biopoder, los capitales funcionales al coronavirus se notarán más y producirán muerte y enfermedad, antes sin pandemia y ahora más con pandemia. El llamamiento desde la resistencia al menos, necesariamente tendrá que apelar a la solidaridad ante todo, practicar la expropiación colectiva, el apoyo mutuo, no fortalecer el estado y ser conscientes de la gravedad de la pandemia desde el saber y la practica solidaria. Solidaridarizar con los presxs quienes se encuentran en condiciones de cárcel y hacinamiento peor que las ciudades (arquitecturas carcelarias por lo cual también desconfío de la cuarentena total), lo que permiten los brotes aún más rápido. No hay futuro, lo hemos tenido claro siempre, pero es prioridad defender nuestra clase explotada ahora más que nunca.

jueves, 23 de abril de 2020

La solidaridad como arma

Tomado de Madrid Cuarentena City n° 2 (abril 2020)


Sobre el ataque a nuestros lazos

Tomado de Madrid cuarentena city n° 1 (marzo 2020)


El confinamiento tiene unas consecuencias desastrosas sobre uno de los pilares más importantes de nuestra vida: las relaciones personales. Éstas están siendo obligadas a distanciarse, a romperse, a sustituir el contacto de la carne por el aislamiento de los bits y las pantallas. No es como cuando alguien que quieres marcha por situaciones vitales a algún lugar alejado, donde se tiene la certeza de que ese lazo seguramente a la vuelta esté polvoroso pero intacto, o que vivirá en el recuerdo; pero ahí se tiene el apoyo de todas las otras relaciones en las que nos apoyamos en nuestra vida diaria. Esta situación de cuarentena ha interrumpido forzosamente de la noche a la mañana el curso de nuestras interacciones sociales, ha confinado nuestras vidas al módulo de aislamiento.

Hay quien tiene suerte y al menos (al menos porque para nada completa el vacío que han dejado los lazos distanciados) puede pasar el confinamiento con gente que quiere y en la que apoyarse mutuamente, pero, ¿qué es de las personas que viven solas? ¿quién escuchará sus gritos de ayuda cuando el suicidio aupado por la ansiedad llame a su puerta? ¿Y las mujeres que tienen a su propio carcelero en casa? Se dice que la policía estará atenta de llamadas por violencia de género, pero no podemos esperar que la policía solucione estos problemas, menos aún cuando sabemos que la mayoría de las veces contribuyen a la vejación y humillación de la mujer maltratada. Además, ¿realmente estando encerrada con una persona que te domina podrás coger el teléfono?, ¿podrás salir a la calle? Las cifras de feminicidios nos mostrarán que no. ¿Y quién no tiene sitio donde vivir? A los que los militares “ayudarán” y “relocalizarán”. No debemos fiarnos para nada de lo que dice el Ejército que hará cuando no estemos mirando porque estemos encerrados en casa.

Y para añadir otra piedra a la mochila, el pánico social no sólo ha hecho que individualmente la gente rompa sus lazos, sino que intente romper los que intentan resistir. Regañinas desde los balcones por caminar juntas por la calle, por darse la mano, abrazarse, besarse… Ansiedad colectiva en la base del “yo me estoy quedando en mi casa y tú te lo estás tomando a broma”. Pero es que hablar por whatsapp, skype, redes sociales y demás alternativas que nos proporciona la tecnología ni de lejos valen para salir de la ciénaga de ansiedad y locura en la que nos han hundido. Se necesita contacto, se necesita caminar con alguien sin estar pensando que un coche patrulla nos va a poner un multón por mantener los lazos y no caer en la histeria.

¿Qué pasará cuando podamos volver a salir a la calle y no sepamos relacionarnos en grupo, cara a cara en una plaza? ¿Cuando la ansiedad social esté generalizada y tengamos que unirnos y luchar contra el mundo de mierda en el que vivimos?

No dejemos que el pánico social y el control estatal destruya lo más valorable que tenemos, fortalezcamos nuestros lazos para que sean cadenas irrompibles que barran la dominación.

miércoles, 22 de abril de 2020

Del control social al control mental

Tomado de Contramadriz*
25 de marzo de 2020


Que existe una cosa que se llama control social, por el cual se vigila, dirige y conduce al grueso del cuerpo de una sociedad hacia una serie de conductas convenientes para los gobiernos y otros poderes, es más que evidente. Diversas tendencias políticas denuncian el hecho desde hace décadas y muchas disciplinas estudian el cómo y el por qué de dicho control social. El tema básicamente es que la población se esté calladita mientras la putean sus dirigentes y otros parásitos, o si se harta, que su hartazgo se canalice a través de una protesta mansa y redirigida de la cual dichas élites puedan sacar provecho, o al menos conseguir que sea lo menos dañina posible para sus intereses. Espectáculos de masas, modas, líneas de pensamiento (salidas de las universidades), dispositivos tecnológicos, drogas, todo tipo de ocio e incluso la salud o el trabajo y las condiciones materiales son los elementos de control social más potentes, pero no los únicos.
El deporte hace que estemos más pendientes de quién ficha por qué club o del último partido que de nuestros propios problemas, así podemos ver cómo hay miles de personas que atraviesan un continente para ver un espectáculo deportivo, o que llegan a realizar manifestaciones contra los árbitros de fútbol mientras la miseria o la injusticia (o ambas) les explotan en la cara. Una manera de desfogar… como quien va al gimnasio o quien busca pelea un fin de semana en la puerta de una discoteca. La moda o las redes sociales nos van a hacer estar más pendientes de la dieta que hay que llevar porque es guay o supermegarrespetuosa con el medio ambiente, o de quién enseñó el culo en su instagram, antes que estar pendiente de qué es lo que pasa con nuestra propia vida o de cómo nos la pisotean día sí y día también. Las tecnologías nos hacen dependientes, sumisos y estúpidos, modificando nuestro comportamiento al dictado de 180 caracteres, del pitido de un aparato o porque sin ellos cada vez podemos hacer menos cosas, además de que gracias a esas tecnologías podemos ver quién enseñó el culo en instagram o la final de la champions league. Modas modernas ideológicas hacen que te pelees con quien está jodido como tú antes de pelearse con quien dirige nuestra explotación y opresión. Y ni qué decir tiene cómo nos controlan a través del chantaje del trabajo (si protestas a la calle, hay mil como tú optando al puesto) o cómo nos llevan de las orejas a donde quieren con el tema de la salud, como por ejemplo matándonos de pánico con el coronavirus (que por cierto, ha apagado como por arte de magia los disturbios y revueltas en lugares como Chile, Líbano, Irán o Hong Kong, Bolivia e incluso ha rebajado la tensión en Catalunya).
Y precisamente es el coronavirus la herramienta que le está permitiendo al estado dar un paso más en el control social y llevarlo más allá, al control mental, por el cual la gente se acaba convirtiendo en un policía a tiempo completo de sí mismo y de los demás (yomequedoencasa). Cómo han hecho esto, pues con una sencilla técnica psicológica que se denomina precisamente control mental.
En primer lugar, nos asustan pero nos aseguran que todo está bajo control y se va a solucionar. Asustados pero confiando en que la cosa no es tan grave y va a pasar rápido, nos confinan, para nuestro bien (faltaba más), y a partir de aquí dosifican el miedo. Cuando ya estamos en casa sin salir entre la coacción del miedo y la represión policial (hasta un año de cárcel por saltarse el confinamiento), nos aterrorizan: lo peor está por llegar, el ejército sale a las calles de todo el país (no sabemos a hacer muy bien qué, parece ser que a limpiar estaciones de tren, que todo el mundo sabe que es para lo que está el ejército), si sales de casa poco menos que mueren 10 viejos por tu osadía… pero como ya estamos en casa y no se puede salir porque se lo han metido a la gente en la cabeza, pues ya estamos desorganizados, impotentes, aislados, desarmados… y así es como aplican las técnicas de control mental que establece la psicología:
Aislamiento total o parcial del núcleo familiar o social. En este caso, fundamentalmente, se cortan los lazos con los amigos, pero en muchos casos también con la familia. Cortar con los lazos afectivos de los posibles manipulados facilita el proceso de control mental, ya que hay una dependencia total o parcial hacia el manipulador, con el cual estamos conectados las 24 horas gracias a la Tv y las redes sociales.
Agotamiento físico y psicológico paulatino. Se utilizan varias actividades para disminuir las capacidades físicas y cognitivas del manipulado. En este caso concreto, la inactividad del confinamiento, pues al no poder desarrollar una actividad física adecuada, el cuerpo se cansa dado que la energía no circula correctamente, se estanca y eso produce cansancio. Además en situaciones de confinamiento, se añade el agotamiento psicológico por el estrés que se acumula al no poder salir y relacionarse cara a cara con los demás y, en este caso particular, la incertidumbre sobre el futuro y más que el miedo inducido, el pánico, que nos agota psíquicamente, lo cual también nos produce cansancio físico.
Cambio de dieta. Un cambio en los hábitos alimenticios (en este caso uno puede comer lo que hay en el supermercado y eso no siempre es lo que quiere, sin contar con que puedan surgir problemas de abastecimiento) también debilita el cuerpo y la mente del manipulado, en particular si en la dieta se disminuyen las proteínas. En estos casos la ansiedad puede hacer que recurramos a la comida basura para saciar el nerviosismo; ésta comida, más dulce y en apariencia sabrosa es abundante en hidratos de carbono pero pobre en proteínas y sobretodo en vitaminas y eso nos mella físicamente y también psicológicamente, estando este procedimiento muy relacionado con el anterior.
Recordatorio constante de ideas sencillas o complejas. Esta es una de las técnicas más importantes, ya que solo teniendo presente constantemente las ideas que quieren ser insertadas en el manipulado, será efectivo el control mental. Esto se hace las 24h gracias a la televisión y el mantra que nos introducen es el “yo me quedo en casa” o el “confíemos en los expertos”
Demostraciones medidas de afecto y recompensas. El manipulador le da atención y premios al manipulado siempre y cuando este haga algo que facilite la manipulación mental . Todo esto con el objetivo de generar una dependencia entre el manipulado y el manipulador. En este caso concreto, confianza, alabanzas, ayudas económicas, reconocimiento, la creación de sentimientos identitarios y patrióticos (juntos podemos, lo hacemos por todos, por España), que nos reconfortan psicológicamente, con la institución de referentes y hazañas heróicas, etc (los aplausos en el balcón a nuestros héroes sanitarios mientras a todo el mundo le importa una mierda que curren 12 horas o que palmen por infectarse de un virus tras una bajada de defensas por agotamiento)
Utilización sutil o directa de drogasFacilita el control mental. En este caso concreto la droga es la televisión y los fármacos.
Hipnosis. Para hacer vulnerable la mente del manipulado, y de esta manera facilitar el propio proceso de manipulación. La hipnosis en este caso viene por el mantra repetido hasta la saciedad en los televisores, cuyos más de 400 puntos hipnóticos ubicados en la pantalla está más que demostrado que influyen en la atención y el comportamiento de la gente (para ejemplo cuando alguien entra algún sitio donde hay una tele encendida y como acto reflejo su atención se desvía a la pantalla, quedándose como atrapado. Sólo un acto de voluntad te hace desviar la atención)
Gracias al miedo y al aislamiento (cuya eficacia contra esta pandemia es más que discutible), a este encierro casi total, nos inducen a la mansedumbre, a repetir como papagayos unas consignas que son pura propaganda. Y consiguen cosas como que la gente vea cómo la policía apalea a una corredora y la gente aplauda el correctivo desde sus ventanas (“por lista”), que ertzainas y picoletos se den la mano en homenaje a un guardia civil muerto por el covid 19 cuando los demás hemos de ir de uno en uno por la calle y no podamos acercarnos a nadie a menos de metro y medio y nadie diga nada, o que se prohíba a los sanitarios denunciar por redes sociales sus condiciones de trabajo o cuestionar las directrices oficiales de las autoridades sanitarias en aras de la protección de datos y sin embargo cualquier empresa de mierda nos pueda llamar al teléfono para vendernos cualquier porquería… y nadie diga nada. Como dice una gran pensadora de nuestro tiempo, pero qué mierda es esta.
Y así es como se pasa de que nos controlen, a que nosotros mismos nos controlemos (a nosotros mismos y a los demás). Ahora hay millones de policías que coaccionan a quien se salta el confinamiento (muchas veces por inconsciencia, sí, pero otras muchas con responsabilidad y conocimiento, sabiendo que todo esto es una estafa). Y baratito, oiga, baratito.

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* Este texto también forma parte de la publicación Mundo Covid n° 1. Estado Español. Finales de marzo de 2020

sábado, 11 de abril de 2020

Piedras, Embudos y Tulipanes - Luciérnagas N° 3

Luciérnagas - Guxarapes de Lluz. N° 3
Radio QK, la radio libre de Oviedo-Asturias
29 de Febrero de 2020

«La extracción de la piedra de la locura».
El Bosco (siglo XVI)
En la edad media se pensaba que la locura era causada por una piedra en la cabeza que se extirpaba mediante operación quirúrgica. En un famoso cuadro de El Bosco titulado La extracción de la piedra de la locura se representa esta operación. En la obra aparece un falso doctor que en vez de birrete lleva un embudo en la cabeza como símbolo de estupidez y en vez de una piedra lo que está extrayendo es un tulipán. También lleva una bolsa de dinero que está atravesada por un puñal, símbolo de su estafa. 

Desde entonces hasta hoy todo se ha vuelto más complejo. A día de hoy el DSM5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) recoge 216 supuestos trastornos pero sigue en esencia diciendo lo mismo: que el sufrimiento psíquico se debe a un defecto o desajuste en el interior del individuo, y los psiquiatras siguen llevando un embudo en la cabeza. Como es algo que le pertenece a la persona y además frecuentemente es un tabú y produce miedo, el sufrimiento psíquico a menudo se vive en solitario, no se comparte ni se acompaña, se reprime, se medica y se estigmatiza.

Sin embargo no solo es esta sociedad la que produce la gran mayoría del sufrimiento psíquico, esta sociedad también comete el crimen de impedir y reprimir cualquier delirio, incluso aquellos que no suponen sufrimiento para la persona y esto es así porque en el capitalismo el único delirio permitido es el fetichismo de la mercancía y la única fantasía compartida la de la individualidad.

Hoy vamos a compartir aquí algunas palabras sobre este tema algunas hermosas, otras tremendamente dolorosas, unas que nos harán pensar y otras que esperamos que también nos hagan reír.

Sed bienvenidos y bienvenidas.

viernes, 10 de abril de 2020

¡Vamos hacia la Vida! [Temperamento Radio N° 46]

Grabado durante el “aislamiento social preventivo y obligatorio” en la región argentina. Marzo/Abril 2020
El sol negro del Estado y el Capital pretende enfriarnos aún mas con su manto de alienación y misera. La guerra de todos contra todos es su bandera. El aislamiento, la delación y la paranoia.
Frente a esto, oponemos nuestro calor: compañerismo, memoria, reflexión, apoyo mutuo y a continuar la lucha.
Nosotras y nosotros decimos ¡No!
Mezclamos nuestras voces, para que con diferentes tonos y matices, sea como una sola.
Hacer un tejido colectivo de solidaridad y critica, para afilar nuestros pensamientos y acciones contra el Leviatán.
Eso intentamos plasmar en este programa.
Esperemos, además, que sea una buena compañía para estos días.

Se entreveran textos y sonidos de: Ricardo Flores Magón – Roberto Grela – Sangre de Muérdago - Louis Auguste Blanqui - How To Disappear Completely – Peste Negra Orquesta - Beyond Amnesty - David Cooper – Crass -Los Natas - Xu Lizhi - Maxi Flores - Kanno Sugako - Típico Pero Cierto – Rafael Barrett  – Horacio Quiroga – Raúl Barboza  – Pájaros negros

Hicimos este Temperamento, compañeras y compañeros de: Biblioteca y Árchivo «Alberto Ghiraldo», Biblioteca Anarquista de La Ribera, Biblioteca Anarquista de la Tierra , Biblioteca La Caldera, Psicodelia Lumpen, Inchiñ Comunicación Mapuche, Territorio recuperado de Cushamen.

¡Contra el Estado y El Capital!
¡Revolución Social!

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«Hay 23 paredes en mi piso de una sola habitación. Hay 6 ventanas, 4 cuatro de ellas permiten que entre algo de luz, todas están en frente de más paredes. Hay techos y suelos. Hay 4 pisos en mi bloque, sin contar los dos bajos. Casi nunca veo a la gente que vive en ellos. Hay una puerta eléctrica pesada que da al pasillo de entrada comunitario, flanqueado por paredes de ladrillos, cubierto por una fina alfombra desgastada y que acaba en unas estrechas escaleras de metal. El bloque, como un día bromeó un policía que venía a detenerme tras haber dado conmigo, es una fortaleza.
[...]
Tenemos drogas para hacernos felices -legales e ilegales-, para hacernos olvidar que estamos estresadxs y ansiosxs, para hacernos sentir cercanxs a otras personas o simplemente para no sentir nada en absoluto, para mantener la economía funcionando, para levantarnos por la mañana y dormirnos por la noche. Tenemos terapias que nos ayudan a adaptarnos a un sistema que nuestros cuerpos y mentes rechazan. Si las drogas y las terapias no ayudan, tenemos drogas más fuertes, hospitales psiquiátricos y otras prisiones. El diccionario de “enfermedades mentales” está en crecimiento, la mayoría de ellas podrían describirse simplemente: la civilización y el rechazo a la civilización.
La muerte, la enfermedad o las lesiones resultantes de abusos de sustancias, incluyendo el tabaco y el alcohol, la actividad sexual, los accidentes de transporte, la obesidad, la contaminación, el estrés, el suicidio y las autolesiones son epidémicas. La gente sí que teme por sus vidas. Pregunta a los Samaritanos. Pregunta a las miles de personas que cada año terminan en salas de urgencias porque se hicieron daño ellas mismas, o bebieron mucho, o no podían garantizar que no se matarían antes de que acabara la noche. Pregunta a todos los muertos o mutilados como resultado de accidentes en la carretera, insuficiencia cardíaca o cáncer.
La forma en que vivimos es de cautividad, un estado esquizoide. Es interesante que muchos de los problemas de salud mental que padecen hombres y mujeres urbanxs, industriales y tecnológicxs tienen un paralelismo con el comportamiento de los animales en cautividad: reacciones de escape (corriendo de aquí para allá, haciéndose daño o quedando postrados sin moverse), desórdenes alimenticios (anorexia, bulimia, comer compulsivamente), sobre-acicalarse, balancearse y andar de un lado a otro, automutilación, comportamiento sexual anormal y comportamiento estereotípico (desorden obsesivo-compulsivo), apatía, relaciones anormales entre padres e hijos (abandono, infanticidio), prolongación de un comportamiento infantil, incluyendo la falta de confianza social y una agresividad incontrolada, debido a la superpoblación o al aislamiento, y dirigida a las personas u objetos “equivocadxs” (los objetivos correctos, sus captores y los guardias del zoológico, están fuera de su alcance). Todxs hemos escuchado las historias de delfines intentando romperse la cabeza contra los cristales de sus acuarios, y sabemos que los animales en cautividad tienen dificultades para criar, la infertilidad y los abortos son una respuesta al estrés (también para muchos occidentales) o una “elección”, traer crías en un estado de cautividad se podría, después de todo, considerar como un acto extraño de crueldad.»
 Beyond Amnesty. 2012
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«Cuando doy una vuelta mirando lo que publican en FB, todas esas innumerables expresiones de asombro indignado, todas esas quejas llenas de rabia y decepción, esa atención obsesiva al último impacto noticioso desmoralizador, esas despedidas melancólicas de gente lista para apagar la luz y cerrar la puerta por fuera... cuando veo todo eso, comprendo que nunca se enteraron de que sólo ayer hubo dos guerras mundiales acompañadas de una pandemia mundial de gripe, que esos eventos le arrebataron la vida violentamente a uno de cada veinte seres humanos en todo el planeta, y que así y todo seguimos adelante, y seguimos adelante porque hay una fuerza en nosotros que se resiste a la capitulación. Desde entonces, todo ha sido una disimulada proliferación de desastres, un progreso de la catástrofe respecto del cual parecía que no se podía hacer nada más que denunciarlo. ¿Es que no hemos aprendido nada? No nos conocemos cuando es fácil y cómodo, nos conocemos cuando nos caen encima las tinieblas y todo parece perdido. Hemos atravesado ciénagas del horror que en su momento parecieron tanto o más deprimentes que ésta, sin que eso nos hiciera renunciar, y esa voluntad de vivir está inscrita en nuestra carne, aún cuando la mente esté tan escindida que parezca no saberlo. En comparación con lo que tuvieron que afrontar nuestros antepasados en las embestidas contrarrevolucionarias de los últimos cien años, nosotros no tenemos ni más ni menos oportunidades que ellos para sobreponernos al espanto. No le den la razón a los peores prejuicios sobre una generación que cree perderlo todo cuando pierde las libertades democráticas de mercado. Sean más que lo que la dictadura del consumo narcisista quiso hacer de ustedes. No se decepcionen del curso de los acontecimientos, porque de aquello que veníamos viviendo en los últimos treinta años no se podía esperar otra cosa que lo que hoy día está sucediendo, y las advertencias estaban por todas partes. Pregúntense por qué no les prestaron oídos, y dejen que eso les enseñe algo. Si crecemos no es porque nos adecuamos suavemente al mundo, sino porque chocamos violentamente con él, porque nos arrolla sin contemplaciones, y en esa zozobra aprendemos que lo importante no es lo que nos hacen, sino lo que hacemos con lo que nos hacen. Mantengan la calma, siéntense un rato a observar sus latidos internos, usen su mente para comprender la naturaleza de la realidad que se despliega ante ustedes, y prepárense para los largos y duros combates en que tendrán que vivir, envejecer y morir. El mundo que conocimos jamás volverá, pero nosotros sí. Esto recién comienza.»
Un compañero de la región chilena. Marzo 2020

jueves, 9 de abril de 2020

COVID19 y aislamiento. Única salida: el cierre

Massimo Paolini
Perspectivas Anómalas. 21 de marzo de 2020

«Desde que la privación de la libertad se convirtió en la pena más común para los condenados, “un castigo que actúe en profundidad sobre el corazón, el pensamiento, la voluntad, las disposiciones” (en lugar de afectar el cuerpo) como nos recuerda Foucault, la cárcel se ha convertido en la pena por excelencia. Estos días podemos imaginar sólo una mínima parte del sufrimiento que 60.000 personas están viviendo en España: cómodamente alojados en pisos con todos los servicios necesarios, no conseguimos experimentar la vida en una celda de 9,9 metros cuadrados [la media en España], en la que a menudo se aloja a una segunda persona debido a la carencia de celdas. Frente a nuestra breve permanencia en casa, la duración media de la reclusión en una prisión española, de 17,5 meses, es infinita. Estos días de aislamiento deben servir para empatizar con las personas internadas en los lugares invisibles. El inevitable antes y después de esta epidemia debe impulsar la superación de la cárcel.

En el manicomio de Imola, en Italia, antes del trabajo liberador de Giorgio Antonucci, quien derribó muros y abrió puertas, “llegabas y encontrabas la puerta cerrada con la mirilla. Aún se pueden ver las marcas de las uñas, en el interior, de las personas que no estaban atadas que intentaban salir, tratando de abrir.” Estas marcas de las uñas en la puerta cerrada son el verdadero monumento a la libertad. Estos días de aislamiento las personas que lamentan la falta temporal de libertad deberían sonrojarse ante la existencia de los manicomios-hospitales psiquiátricos en una sociedad moderna, en lugar de alabar la psiquiatría. Los médicos, por su parte, deberían distanciarse de una pseudociencia que se fundamenta en la coerción, cuando el movimiento es imprescindible para la salud. El antes y después de esta epidemia debe impulsar el cierre de las instituciones psiquiátricas. [...]

Este período de aislamiento debido al COVID19 debe servir para sentir en nuestros cuerpos la importancia vital del movimiento y la libertad y reflexionar profunda y empáticamente acerca de la misma existencia de estos lugares invisibles. La única salida a todo este dolor es el cierre de los lugares de encierro.»


viernes, 3 de abril de 2020

Mantener unidas la teoría de la praxis social y la reflexión del actuar íntimo

«Teoría de la praxis social», «reflexión del actuar íntimo»: mantener unidas estas dos dimensiones, en gran parte humanas, es la utopía concreta provisional que sólo se nos concede hoy. Éste es el tiempo del «entremedio», una larga época de restauración, que avanza con las botas de las siete leguas de la innovación. Ya no vale la frase: el viejo mundo muere y el nuevo mundo lucha por nacer. No, el viejo mundo vuelve a vivir con ropa completamente nueva. Así, democráticamente, el pueblo decae en masa, el individuo liberalmente no se eleva a persona. La utopía teológico-política es conducida de nuevo in interiore homine. La exterioridad enemiga y la interioridad amiga delinean un criterio «inactual» de lo político. Cuidado, debe ser cultivado sólo como lucha. El joven Hegel lo sabía, antes de llegar a un pacto, como a veces también es necesario hacerlo, «con el vulgar real». Los dos ya habían levantado el árbol de la libertad en Tubinga, en reconocimiento de la revolución en Francia, cuando Hegel dedicó a Hölderlin, en agosto de 1796, para entonces todas las pasiones apagadas, ese ejemplo de pensamiento poético que es Eleusis: «Nunca se abandone al sueño el laborioso trabajo de los mortales… / entonces la alegría de encontrar más firme y más madura / la fe en la promesa de otros tiempos… / (der freien Warheit nur zu leben) vivir sólo por la verdad libre / y nunca hacer las paces con la norma / que sobre las opiniones y los sentimientos reina».

jueves, 2 de abril de 2020

Ciencia y Enfermedad


«No afirmaremos que toda enfermedad es un producto atribuible al modo capitalista de producción. Sin embargo, este “dato” (en qué modo de producción nos encontramos) no puede ser ignorado. No se trata de pasar de un extremo a otro: la enfermedad es biológica o la enfermedad es un producto social, sino salir de la lógica binaria de: es una cosa o la otra. Comprendiendo que existen diversos tipos de enfermedades y diversos orígenes, pero también comprendiendo que esta sociedad está presente en nuestras heridas mucho más de lo que los diagnósticos oficiales suponen.
Esta medicina que se apoya en los fármacos reproduce la ideología de las píldoras desde los malestares o enfermedades leves que podrían ser consideradas un momento de reposo para descansar, reflexionar o simplemente frenar la rutina. Sin embargo, estos fenómenos son vistos como un obstáculo, como un sabotaje al continuum de producción y consumo. Pudiendo llegar al extremo de suponer, inversamente, que si existe un dolor de cabeza es porque falta aspirina y no por el día que se ha padecido. Con el añadido de fortificar las monstruosas industrias farmacéuticas y sus antibióticos (“antivida”) sobre las cuales habría que escribir un artículo aparte.
En ciertas investigaciones médicas pueden encontrarse cifras y estadísticas sobre accidentes laborales, lesiones y enfermedades cuyo origen laboral es ineludible (enfermedades pulmonares en mineros, diversas amputaciones en obreros de la industria o síndrome del túnel carpiano en quienes trabajan con computadoras). Sin embargo, se elude la cantidad de transtornos en la salud propiciados por el trabajo. Desde ataques de pánico hasta molestias cotidianas (jaquecas, úlceras, dolores de espalda o malestares varios), desde adicciones a las drogas o al alcohol hasta el elevado índice de suicidios del cual pocas veces se habla o se falsifican los datos. Desde el cuerpo destrozado por medicamentos para seguir con la rutina hasta quienes terminan su vida yendo a trabajar amontonados en el transporte público o atropellados por un estresado conductor. Como en cualquier guerra, en el campo de batalla quedan muertos y lisiados, locos y suicidas ¿es la reproducción de esta vida cotidiana una noble causa por la cual debamos morir? [...]
Nuestra medicina es, por consiguiente, una medicina burguesa por tres razones esenciales:
1. Hace de la salud y de la enfermedad estados individuales, atribuibles a “causas” naturales o accidentales cuya dimensión social queda encubierta;
2. Privilegia el consumo individual de los bienes y los servicios mercantiles supuestamente beneficiosos para la salud en detrimento de los demás factores que prefiere silenciar;
3. Privilegia el 5% de las enfermedades infrecuentes que requieren cuidados muy especializados y equipamientos costosos y complejos en detrimento del otro 95 % de enfermedades mucho más extendidas valorizando a consecuencia de ello los conocimientos médicos relativos a las enfermedades infrecuentes que ocupan la cumbre de la pirámide jerárquica y otorgan a sus detentadores el estatuto y las rentas más elevados.

(…) La medicina burguesa no conoce más que al individuo, y no al conjunto de individuos. Esto procede, por supuesto, de la relación de clientela del médico con “sus” pacientes. Estos, son individuos privados que exigen que se les mejore, se les cure y se les aconseje enseguida, tal como son, en un mundo como este. El médico, es su oficio, se adapta a esta exigencia. Nadie le exige ver más allá de los casos individuales, las causas sociales, económicas, y ecológicas de la enfermedad. La medicina se convierte así en una “ciencia” extraña que estudia minuciosamente estructuras parciales sin tomar en consideración la estructura global con la que se relacionan. (…)
Sus concepciones del enfermo, de la enfermedad, de la función médica están aún profundamente marcadas por las concepciones burguesas de los siglos XVIII y XIX: el cuerpo es concebido como una máquina cuyos engranajes se estropean, y el médico como un ingeniero que los vuelve a poner en su lugar por medio de intervenciones quirúrgicas, químicas o eléctricas. (…)
[los enfermos] no tendrán la posibilidad de hacerse oír por su jefe o por el encargado si le dicen: «No puedo más, no tengo sueño, ni apetito, ni fuerza sexual, no me apetece nada, deme ocho días de descanso». Para que esto sea aceptado, es necesario que vuestro «no puedo más» adquiera la forma de un impedimento somático, de un caso de fuerza mayor, en resumen, de una enfermedad que justifique un gasto médico.
- André Gorz. Medicina, salud y sociedad, escrito en 1974 y publicado como capítulo III del libro (recopilatorio) Ecología y política (Ed. Viejo Topo, 1980).»

miércoles, 1 de abril de 2020

Diarios de Cuarentena. Del 21 al 28 de Marzo

2&3DORM
Santiago de Chile. 31 de marzo de 2020

Dicen que la historia se repite a sí misma. Pero la historia solo es su historia. No han escuchado mi historia todavía. 
Mi historia es diferente de su historia. Mi historia no es parte de la historia, porque la historia se repite a sí misma, pero mi historia es infinita. 
El amanecer tampoco se repite. La naturaleza nunca se repite a sí misma. ¿Por qué debería repetirme?
Sun Ra

La pandemia y la administración que los Estados del mundo hacen de ella nos revela una vez más el estado de catástrofe que engendra la sociedad organizada en torno al dinero, el trabajo asalariado, el “trabajo del amor” (no-trabajo doméstico y de cuidados) y la producción de mercancías. Pero todo momento de descomposición puede ser visto como una oportunidad de ajuste y como condición para una nueva experimentación. El órgano enfermo pide atención, no morfina.

21 de marzo / El comienzo de una época
«En una civilización acostumbrada a la guerra en todas sus formas, donde el cambio climático es un problema heredable a las generaciones siguientes, la pandemia llega como un shock que nos recuerda abrupta y violentamente no dejar para mañana lo que podemos hacer hoy. [...]
Pero la situación ya no da para más. Luego de siglos y siglos de confusión y miseria, de violencia naturalizada y de formas de producción social fundamentalmente auto-destructivas, la tripulación tiene más esperanzas en el naufragio que en cualquiera de las ingeniosas ofertas con las que los capitanes intentan mantener su empresa a flote. La insurrección de la vida cotidiana se vislumbra cada vez en más partes del mundo como la única vía de escape del patíbulo. Transformar lo inconsciente en consciente, dirían los surrealistas junto al psicoanálisis. 
La incompatibilidad entre economía y vida hoy es flagrante, sólo la neurosis la mantiene fuera de vista. ¿Pero cómo lidiar con esta neurosis cegadora en el contexto de pánico y terror que generan medios de comunicación y la sociedad de control? ¿En el contexto de un “aislamiento social” programado para inocular nuevas cepas de TICs y TOCs que brotaran una vez que termine la cuarentena y quizá nos acompañen hasta la muerte? Después de todo, sabemos que la vida desdoblada y proyectada en internet no es más que una forma sofisticada del fetichismo de la mercancía, de nuestra uni-dimensionalidad. Quedarse en casa es una opción saludable para quienes la casa es un lugar seguro, o tienen casa del todo. ¿Quien se cuenta dentro de esta minoría? [...]
El virus nos obliga a mantener distancia entre los cuerpos para mantenernos con vida. Pero esa misma distancia nos recuerda en la práctica que son las relaciones sociales reales, el apoyo mutuo, la solidaridad y la consciente interacción con nuestro entorno lo que puede salvarnos de la catástrofe. Una vez más tenemos la vida por delante dándonos la oportunidad de ser humildes y empezar de nuevo.»

25 de marzo / Ahora es el futuro
«Aquí otro mantra: “el humano es animal de costumbre”. El pánico que está desatando hoy la plaga en el mundo civilizado pronto podrá transformarse en un cómodo aturdimiento traído hasta ustedes por el ministerio de antidepresivos. Teletrabajo, televigilancia, telesociabilidad[8]. Las mascarillas serán una prenda de vestir indispensable, y los drones traerán el resto de los commodities hasta nuestra puerta. Lxs pobres vivirán en las periferias de la urbe a su propia suerte. El virus será una amenaza que viene de los bordes, como la delincuencia. Solo la realidad virtual será considerada un “espacio seguro” y el movimiento libre en lugares abiertos estará restringido para las islas de los ricos. Pero, ¿no es todo este escenario futurista irónicamente familiar? No hay que ser experto para darse cuenta de lo poco que ha cambiado la simple vida cuando se piensa en esos viejos vectores: la precariedad, la injusticia y el sufrimiento. [...]
Desde este rincón del mundo el virus se ve aún como una ola gigante que amenaza con azotar la costa. El territorio chileno, que conoce bien los tsunamis, en realidad nunca estuvo mejor preparado para una marejada: la insurrección de 5 meses que solo se detuvo producto de la pandemia despertó el sentido común del pueblo. En la isla grande de Chiloé, por ejemplo, sin esperar ninguna medida de gobierno, ese sentido común se organizó y salió a cortar las carreteras para impedir la circulación de mercancía humanas y no-humanas que en su flujo sólo expanden la pandemia a lugares altamente precarizados: para 180.000 habitantes de la isla hay sólo 6 respiradores disponibles. El mensaje fue claro: “acá no decide el Estado, decide Chiloé”. Hoy los pobladores escoltaron a la policía fuera de la isla. Sus carros militares desfilaron hacia un transbordador que los llevó de vuelta al continente. 
Situaciones como esta se han reportado en muchos lugares del mundo. En Colombia, por ejemplo, comunidades indígenas de Santa Elena y La Sierra Nevada han salido a cortar el paso al turismo y los camiones de la agroindustria. La barricada no sólo salvará vidas bloqueando el avance del Covid-19, sino que podrá eventualmente detener el flujo normal de la dictadura del dinero y la muerte que arrastra con él.
Si el pueblo resiste el golpe de la ola no va a ser por una eficiente gestión desde arriba, sino por un vital resistencia desde abajo.»

28 de marzo / La naturaleza no se apresura, pero todo lo logra
«La historia de la humanidad es también la historia de las respuestas que hemos dado a estos problemas existenciales. Hay muchas de esas historias. Nuestra civilización, desde luego, no las conoce todas y borra con el codo tantas más. 
Si se trata de rastrear el origen de la catástrofe en la que nos encontramos, las apuestas se disparan. [...]
El teórico Jaques Camatte apunta también a un ciclo temporal mayor. Según él la errancia de la humanidad[7], su locura y alienación, sólo terminará cuando se reintegre a la naturaleza de la que escapó hace varios miles de años. En su opinión este largo periplo está llegando a una conclusión ante nuestros ojos, pero es aún imposible vislumbrar si está conclusión significará la realización de la comunidad humana (Gemeinwesen) o su extinción. 
En una carta reciente a “un/a compañerx de la región chilena” a propósito de la pandemia, Camatte confesó: “Lo interesante es que estamos siendo testigos del resultado de este vasto fenómeno que se desarrolla durante miles de años entre los dos momentos de la afirmación de la amenaza del riesgo de extinción. Estamos en el corazón de su despliegue, es decir, de la manifestación, de la epifanización para señalar su potencia integral, del riesgo. Es como si nada fuera a pasar y, sin embargo, todo está sucediendo ahora. No obstante, no sabemos cuánto tiempo va a tomar. En última instancia, lo importante es ser capaz de poder experimentarlo —vivirlo— efectivamente en su totalidad, lo que requiere restablecer la preeminencia de la afectividad que permite el sentido de la continuidad y, por consiguiente, del poder de la vida.” [8. Ver Carta de Jacques Camatte a un/a compañerx de la región chilena, Marzo 2020]
Lo que más cuesta aceptar es que el problema lo estamos teniendo aquí y ahora. Esa es la primera condición para sanar nuestro mal-estar.»