viernes, 10 de abril de 2020

¡Vamos hacia la Vida! [Temperamento Radio N° 46]

Grabado durante el “aislamiento social preventivo y obligatorio” en la región argentina. Marzo/Abril 2020
El sol negro del Estado y el Capital pretende enfriarnos aún mas con su manto de alienación y misera. La guerra de todos contra todos es su bandera. El aislamiento, la delación y la paranoia.
Frente a esto, oponemos nuestro calor: compañerismo, memoria, reflexión, apoyo mutuo y a continuar la lucha.
Nosotras y nosotros decimos ¡No!
Mezclamos nuestras voces, para que con diferentes tonos y matices, sea como una sola.
Hacer un tejido colectivo de solidaridad y critica, para afilar nuestros pensamientos y acciones contra el Leviatán.
Eso intentamos plasmar en este programa.
Esperemos, además, que sea una buena compañía para estos días.

Se entreveran textos y sonidos de: Ricardo Flores Magón – Roberto Grela – Sangre de Muérdago - Louis Auguste Blanqui - How To Disappear Completely – Peste Negra Orquesta - Beyond Amnesty - David Cooper – Crass -Los Natas - Xu Lizhi - Maxi Flores - Kanno Sugako - Típico Pero Cierto – Rafael Barrett  – Horacio Quiroga – Raúl Barboza  – Pájaros negros

Hicimos este Temperamento, compañeras y compañeros de: Biblioteca y Árchivo «Alberto Ghiraldo», Biblioteca Anarquista de La Ribera, Biblioteca Anarquista de la Tierra , Biblioteca La Caldera, Psicodelia Lumpen, Inchiñ Comunicación Mapuche, Territorio recuperado de Cushamen.

¡Contra el Estado y El Capital!
¡Revolución Social!

***

«Hay 23 paredes en mi piso de una sola habitación. Hay 6 ventanas, 4 cuatro de ellas permiten que entre algo de luz, todas están en frente de más paredes. Hay techos y suelos. Hay 4 pisos en mi bloque, sin contar los dos bajos. Casi nunca veo a la gente que vive en ellos. Hay una puerta eléctrica pesada que da al pasillo de entrada comunitario, flanqueado por paredes de ladrillos, cubierto por una fina alfombra desgastada y que acaba en unas estrechas escaleras de metal. El bloque, como un día bromeó un policía que venía a detenerme tras haber dado conmigo, es una fortaleza.
[...]
Tenemos drogas para hacernos felices -legales e ilegales-, para hacernos olvidar que estamos estresadxs y ansiosxs, para hacernos sentir cercanxs a otras personas o simplemente para no sentir nada en absoluto, para mantener la economía funcionando, para levantarnos por la mañana y dormirnos por la noche. Tenemos terapias que nos ayudan a adaptarnos a un sistema que nuestros cuerpos y mentes rechazan. Si las drogas y las terapias no ayudan, tenemos drogas más fuertes, hospitales psiquiátricos y otras prisiones. El diccionario de “enfermedades mentales” está en crecimiento, la mayoría de ellas podrían describirse simplemente: la civilización y el rechazo a la civilización.
La muerte, la enfermedad o las lesiones resultantes de abusos de sustancias, incluyendo el tabaco y el alcohol, la actividad sexual, los accidentes de transporte, la obesidad, la contaminación, el estrés, el suicidio y las autolesiones son epidémicas. La gente sí que teme por sus vidas. Pregunta a los Samaritanos. Pregunta a las miles de personas que cada año terminan en salas de urgencias porque se hicieron daño ellas mismas, o bebieron mucho, o no podían garantizar que no se matarían antes de que acabara la noche. Pregunta a todos los muertos o mutilados como resultado de accidentes en la carretera, insuficiencia cardíaca o cáncer.
La forma en que vivimos es de cautividad, un estado esquizoide. Es interesante que muchos de los problemas de salud mental que padecen hombres y mujeres urbanxs, industriales y tecnológicxs tienen un paralelismo con el comportamiento de los animales en cautividad: reacciones de escape (corriendo de aquí para allá, haciéndose daño o quedando postrados sin moverse), desórdenes alimenticios (anorexia, bulimia, comer compulsivamente), sobre-acicalarse, balancearse y andar de un lado a otro, automutilación, comportamiento sexual anormal y comportamiento estereotípico (desorden obsesivo-compulsivo), apatía, relaciones anormales entre padres e hijos (abandono, infanticidio), prolongación de un comportamiento infantil, incluyendo la falta de confianza social y una agresividad incontrolada, debido a la superpoblación o al aislamiento, y dirigida a las personas u objetos “equivocadxs” (los objetivos correctos, sus captores y los guardias del zoológico, están fuera de su alcance). Todxs hemos escuchado las historias de delfines intentando romperse la cabeza contra los cristales de sus acuarios, y sabemos que los animales en cautividad tienen dificultades para criar, la infertilidad y los abortos son una respuesta al estrés (también para muchos occidentales) o una “elección”, traer crías en un estado de cautividad se podría, después de todo, considerar como un acto extraño de crueldad.»
 Beyond Amnesty. 2012
***
«Cuando doy una vuelta mirando lo que publican en FB, todas esas innumerables expresiones de asombro indignado, todas esas quejas llenas de rabia y decepción, esa atención obsesiva al último impacto noticioso desmoralizador, esas despedidas melancólicas de gente lista para apagar la luz y cerrar la puerta por fuera... cuando veo todo eso, comprendo que nunca se enteraron de que sólo ayer hubo dos guerras mundiales acompañadas de una pandemia mundial de gripe, que esos eventos le arrebataron la vida violentamente a uno de cada veinte seres humanos en todo el planeta, y que así y todo seguimos adelante, y seguimos adelante porque hay una fuerza en nosotros que se resiste a la capitulación. Desde entonces, todo ha sido una disimulada proliferación de desastres, un progreso de la catástrofe respecto del cual parecía que no se podía hacer nada más que denunciarlo. ¿Es que no hemos aprendido nada? No nos conocemos cuando es fácil y cómodo, nos conocemos cuando nos caen encima las tinieblas y todo parece perdido. Hemos atravesado ciénagas del horror que en su momento parecieron tanto o más deprimentes que ésta, sin que eso nos hiciera renunciar, y esa voluntad de vivir está inscrita en nuestra carne, aún cuando la mente esté tan escindida que parezca no saberlo. En comparación con lo que tuvieron que afrontar nuestros antepasados en las embestidas contrarrevolucionarias de los últimos cien años, nosotros no tenemos ni más ni menos oportunidades que ellos para sobreponernos al espanto. No le den la razón a los peores prejuicios sobre una generación que cree perderlo todo cuando pierde las libertades democráticas de mercado. Sean más que lo que la dictadura del consumo narcisista quiso hacer de ustedes. No se decepcionen del curso de los acontecimientos, porque de aquello que veníamos viviendo en los últimos treinta años no se podía esperar otra cosa que lo que hoy día está sucediendo, y las advertencias estaban por todas partes. Pregúntense por qué no les prestaron oídos, y dejen que eso les enseñe algo. Si crecemos no es porque nos adecuamos suavemente al mundo, sino porque chocamos violentamente con él, porque nos arrolla sin contemplaciones, y en esa zozobra aprendemos que lo importante no es lo que nos hacen, sino lo que hacemos con lo que nos hacen. Mantengan la calma, siéntense un rato a observar sus latidos internos, usen su mente para comprender la naturaleza de la realidad que se despliega ante ustedes, y prepárense para los largos y duros combates en que tendrán que vivir, envejecer y morir. El mundo que conocimos jamás volverá, pero nosotros sí. Esto recién comienza.»
Un compañero de la región chilena. Marzo 2020

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