viernes, 27 de marzo de 2020

¿Crisis sanitaria o crisis civilizatoria? Apuntes breves sobre Covid-19 y Capitalismo

Santiago de Chile, Marzo de 2020

¿Cómo se opera en el capitalismo en situaciones de crisis? ¿Cuáles son las reacciones subjetivas que puede provocar? ¿Las crisis específicas deben ser leídas como particularidades o como síntomas que muestran un problema a nivel de sistema? Con estas preguntas en mente, esta publicación breve encauza determinados aspectos que ligan el manejo social que ha suscitado la crisis del Covid-19 con la crisis civilizatoria que el capitalismo experimenta desde hace años y que, consecuentemente, abren preguntas a una crítica radical sobre la crisis civilizatoria que experimentamos. 

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«En un mundo volcado a la productividad, a la autovalorización del valor y a la desvalorización del trabajo humano, una crisis sanitaria nunca es una crisis exclusivamente de estas características porque lo que se devela es, precisamente, las condiciones y las contradicciones del modo de producción, su administración social y las formas de socialización que se desprenden de él. [...]

Si Fredric Jameson planteaba que “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”, la coyuntura actual que se abre con la pandemia del Covid-19 exige reformular dicha sentencia. Con los comentarios de la población en el espacio digital y analógico, así como la cobertura que hacen los medios de comunicación, y por otro lado las medidas deficientes de prevención que se han tomado a lo largo y ancho del globo, es notorio que si la crisis actual del capitalismo es de un nivel nunca antes visto, el fin del mundo imaginado a partir de tal crisis es igualmente apoteósico. 

Pero no es casual que este fin de mundo deseado sea así de apoteósico ni que sea producto exclusivamente de la industria cultural. En términos del psicoanálisis, las fantasías sobre el fin del mundo son proyecciones del propio derrumbe del individuo, debido a una escisión del propio yo, resultado de procesos esquizoides que encuentran en el modo de producción moderno capitalista un caldo de cultivo capaz de proyectar e introyectar medidas tanto auto-represivas como de desborde narcisista. El juego de doble posiciones, opuestas y contradictorias, en torno a un mismo asunto es la lógica constitutiva de nuestra subjetividad empobrecida. [...]

Estamos en presencia de un terror que no se impone a través de una represión física directa, sino que a través de la introducción del terror en la psique de cada individuo, que a través de la explotación de miedos que tienen su origen en última instancia en fantasías infantiles, permite la configuración de una subjetividad esquizoide, que en su ambivalencia es aquella más apta para recibir y transmitir órdenes al mismo tiempo que las rechaza por no dejar construir ni desatar su propia subjetividad.

La autoconfinación al espacio privado es la interiorización de la especulación financiera, con su derrumbe de las bolsas a nivel global y un colapso gradual de las políticas económicas neoliberales. El distanciamiento social propagado estos días como medida cautelar es la expresión interiorizada de la reificación subjetivo-económica. La política de autocuidado es la consumación de la política narcisista de la sociedad de la mercancía porque se realiza individualmente y no colectivamente, desatando las fuerzas individuales que en ningún punto se cruzan con las comunitarias. Se propaga el narcisismo social pero no una forma alternativa de vida que se oponga a lo que posibilita ese tipo de narcisismo. 

Lo que se expresa y se busca en el espacio privado es la capacidad de cada individuo de no aburrirse. Series, películas, libros, actividades online, videoconferencias, etc., terminan por transformarse en un paliativo a la posibilidad de aburrimiento. O sea, frente a una crisis sanitaria lo que importa es no caer en ese espacio de vacío que es el aburrimiento. La pseudovida por sobre la muerte. ¡Que humanidad tan vacía, tan enajenada, tan empobrecida nos ha tocado! [...]

Ahí donde se busca novedad solo existe el mismo mundo mercantil del que se intenta huir, reforzando la condición de una individualidad fracturada, desmoronada pero no liquidada, que solo puede expresarse como un nihilismo hostil frente al mundo. El hecho de que muchas personas contagiadas no se hayan autoaislado del resto de la población es síntoma de una pulsión de muerte generalizada y que en ningún caso es expresión individual sino colectiva. [...]

La única forma de salir de la crisis sanitaria es poner en entredicho los límites y proyecciones del proyecto civilizatorio en el que nos desarrollamos y que manifiesta su crisis de manera rampante con miles, y posiblemente millones, de muertos en todo el planeta a partir de un episodio específico. Esta humanidad está condenada a la muerte y a una pseudovida, por lo que es necesario que se geste una de nuevo tipo que aprenda e incorpore en negativo lo que la civilización moderno-capitalista le entregó. No se trata de encontrar el verdadero sentido de la humanidad porque este no existe en cuanto tal sino solo como articulación histórica específica. No existe una humanidad esencial, pero sí la posibilidad de transformarla constantemente en la historia. No hay ningún lugar donde volver a rescatar esa esencia de “lo humano”.

A esa posibilidad reinventiva es lo que nombramos “comunismo”.»


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* Un nombre que puede llevar a la confusión por desconocimiento o por simple uso social del término. La esotería es una posición antigua, remontable hasta el viejo Aristóteles quien es el primero que que la caracteriza. No tiene, originalmente, relación alguna con artes místicas o chapucerías espiritistas.
Lo esotérico tiene relación con lo “interior”, con lo “de dentro” y con lo “íntimo”.
El comunismo esotérico es el que sitúa dentro del régimen capitalista, que escudriña en sus entrañas para intentar comprenderlo y, desde ahí, ver las posibilidades de su negación. No se propone evaluarlo desde afuera (exotérico) sino desde su propia configuración que resulta, necesariamente, en su negación actual.
Si bien hacemos referencia a cierta construcción social en torno a las artes místicas (“Círculo”, “Esotérico”), nos funciona como inversión de ese imaginario. No tenemos conexión alguna con un mundo extraterrenal, sino todo lo contrario: todo está acá y hace falta “conjurarlo” para que se muestre en toda su extensión. Conjurarlo y no invocarlo. No hay nada que traer a este mundo porque todo lo que podría influir en su negación ya se encuentra acá.
Todo el mundo ya está acá y espera, latentemente, ser otro.

lunes, 23 de marzo de 2020

La emergencia viral y el mundo de mañana

Byung-Chul Han
El País, 21 de marzo de 2020
(Extractos)

«El coronavirus está poniendo a prueba nuestro sistema. Al parecer Asia tiene mejor controlada la pandemia que Europa. En Hong Kong, Taiwán y Singapur hay muy pocos infectados. En Taiwán se registran 108 casos y en Hong Kong 193. En Alemania, por el contrario, tras un período de tiempo mucho más breve hay ya 15.320 casos confirmados, y en España 19.980 (datos del 20 de marzo). También Corea del Sur ha superado ya la peor fase, lo mismo que Japón. Incluso China, el país de origen de la pandemia, la tiene ya bastante controlada. Pero ni en Taiwán ni en Corea se ha decretado la prohibición de salir de casa ni se han cerrado las tiendas y los restaurantes. Entre tanto ha comenzado un éxodo de asiáticos que salen de Europa. Chinos y coreanos quieren regresar a sus países, porque ahí se sienten más seguros. Los precios de los vuelos se han multiplicado. Ya apenas se pueden conseguir billetes de vuelo para China o Corea. [...]

Al parecer el big data resulta más eficaz para combatir el virus que los absurdos cierres de fronteras que en estos momentos se están efectuando en Europa. Sin embargo, a causa de la protección de datos no es posible en Europa un combate digital del virus comparable al asiático. Los proveedores chinos de telefonía móvil y de Internet comparten los datos sensibles de sus clientes con los servicios de seguridad y con los ministerios de salud. El Estado sabe por tanto dónde estoy, con quién me encuentro, qué hago, qué busco, en qué pienso, qué como, qué compro, adónde me dirijo. Es posible que en el futuro el Estado controle también la temperatura corporal, el peso, el nivel de azúcar en la sangre, etc. Una biopolítica digital que acompaña a la psicopolítica digital que controla activamente a las personas. [...]

Los coreanos llevan mascarillas protectoras antivirus incluso en los puestos de trabajo. Hasta los políticos hacen sus apariciones públicas solo con mascarillas protectoras. También el presidente coreano la lleva para dar ejemplo, incluso en las conferencias de prensa. En Corea lo ponen verde a uno si no lleva mascarilla. Por el contrario, en Europa se dice a menudo que no sirven de mucho, lo cual es un disparate. ¿Por qué llevan entonces los médicos las mascarillas protectoras? Pero hay que cambiarse de mascarilla con suficiente frecuencia, porque cuando se humedecen pierden su función filtrante. No obstante, los coreanos ya han desarrollado una “mascarilla para el coronavirus” hecha de nano-filtros que incluso se puede lavar. Se dice que puede proteger a las personas del virus durante un mes. En realidad es muy buena solución mientras no haya vacunas ni medicamentos. En Europa, por el contrario, incluso los médicos tienen que viajar a Rusia para conseguirlas. Macron ha mandado confiscar mascarillas para distribuirlas entre el personal sanitario. Pero lo que recibieron luego fueron mascarillas normales sin filtro con la indicación de que bastarían para proteger del coronavirus, lo cual es una mentira. Europa está fracasando. ¿De qué sirve cerrar tiendas y restaurantes si las personas se siguen aglomerando en el metro o en el autobús durante las horas punta? ¿Cómo guardar ahí la distancia necesaria? Hasta en los supermercados resulta casi imposible. En una situación así, las mascarillas protectoras salvarían realmente vidas humanas. Está surgiendo una sociedad de dos clases. Quien tiene coche propio se expone a menos riesgo. Incluso las mascarillas normales servirían de mucho si las llevaran los infectados, porque entonces no lanzarían los virus afuera. [...]

Pues bien, en medio de esta sociedad tan debilitada inmunológicamente a causa del capitalismo global irrumpe de pronto el virus. Llenos de pánico, volvemos a erigir umbrales inmunológicos y a cerrar fronteras. El enemigo ha vuelto. Ya no guerreamos contra nosotros mismos, sino contra el enemigo invisible que viene de fuera. El pánico desmedido en vista del virus es una reacción inmunitaria social, e incluso global, al nuevo enemigo. La reacción inmunitaria es tan violenta porque hemos vivido durante mucho tiempo en una sociedad sin enemigos, en una sociedad de la positividad, y ahora el virus se percibe como un terror permanente.

Pero hay otro motivo para el tremendo pánico. De nuevo tiene que ver con la digitalización. La digitalización elimina la realidad. La realidad se experimenta gracias a la resistencia que ofrece, y que también puede resultar dolorosa. La digitalización, toda la cultura del “me gusta”, suprime la negatividad de la resistencia. Y en la época posfáctica de las fake news y los deepfakes surge una apatía hacia la realidad. Así pues, aquí es un virus real, y no un virus de ordenador, el que causa una conmoción. La realidad, la resistencia, vuelve a hacerse notar en forma de un virus enemigo. La violenta y exagerada reacción de pánico al virus se explica en función de esta conmoción por la realidad. [...]

Žižek afirma que el virus ha asestado al capitalismo un golpe mortal, y evoca un oscuro comunismo. Cree incluso que el virus podría hacer caer el régimen chino. Žižek se equivoca. Nada de eso sucederá. China podrá vender ahora su Estado policial digital como un modelo de éxito contra la pandemia. China exhibirá la superioridad de su sistema aún con más orgullo. Y tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más pujanza. Y los turistas seguirán pisoteando el planeta. El virus no puede reemplazar a la razón. Es posible que incluso nos llegue además a Occidente el Estado policial digital al estilo chino. Como ya ha dicho Naomi Klein, la conmoción es un momento propicio que permite establecer un nuevo sistema de gobierno. También la instauración del neoliberalismo vino precedida a menudo de crisis que causaron conmociones. Es lo que sucedió en Corea o en Grecia. Ojalá que tras la conmoción que ha causado este virus no llegue a Europa un régimen policial digital como el chino. Si llegara a suceder eso, como teme Giorgio Agamben, el estado de excepción pasaría a ser la situación normal. Entonces el virus habría logrado lo que ni siquiera el terrorismo islámico consiguió del todo.

El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. De algún modo, cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia. La solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa. No podemos dejar la revolución en manos del virus. Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta.»

domingo, 22 de marzo de 2020

Monólogo del virus

Anónimo
21 de marzo de 2020

Dejen de proferir, queridos humanos, sus ridículos llamamientos a la guerra. Dejen de dirigirme esas miradas de venganza. Apaguen el halo de terror con que envuelven mi nombre. Nosotros, los virus, desde el origen bacteriano del mundo, somos el verdadero continuum de la vida en la tierra. Sin nosotros, ustedes jamás habrían visto la luz del día, ni siquiera la habría visto la primera célula.

Somos sus antepasados, al igual que las piedras y las algas, y mucho más que los monos. Estamos dondequiera que ustedes estén y también donde no están. ¡Si del universo sólo pueden ver aquello que se les parece, peor para ustedes! Pero sobre todo, dejen de decir que soy yo el que los está matando. Ustedes no están muriendo por lo que le hago a sus tejidos, sino porque han dejado de cuidar a sus semejantes. Si no hubieran sido tan rapaces entre ustedes como lo han sido con todo lo que vive en este planeta, todavía habría suficientes camas, enfermeras y respiradores para sobrevivir a los estragos que causo en sus pulmones. Si no almacenasen a sus ancianos en morideros y a sus prójimos sanos en ratoneras de hormigón armado, no se verían en éstas. Si no hubieran transformado la amplitud, hasta ayer mismo aún exuberante, caótica, infinitamente poblada, del mundo -o mejor dicho, de los mundos- en un vasto desierto para el monocultivo de lo Mismo y del Más, yo no habría podido lanzarme a la conquista planetaria de sus gargantas. Si durante el último siglo no se hubieran convertido prácticamente todos en copias redundantes de una misma e insostenible forma de vida, no se estarían preparando para morir como moscas abandonadas en el agua de vuestra civilización edulcorada. Si no hubieran convertido sus entornos en espacios tan vacíos, tan transparentes, tan abstractos, tengan por seguro que no me desplazaría a la velocidad de un avión. Sólo estoy ejecutando la sentencia que dictaron hace mucho contra ustedes mismos. Perdónenme, pero son ustedes, que yo sepa, quienes han inventado el término «Antropoceno». Se han adjudicado todo el honor del desastre; ahora que está teniendo lugar, es demasiado tarde para renunciar a él. Los más honestos de entre ustedes lo saben bien: no tengo más cómplice que su propia organización social, su locura de la «gran escala» y de su economía, su fanatismo del sistema. Sólo los sistemas son «vulnerables». Lo demás vive y muere. Sólo hay vulnerabilidad para lo que aspira al control, a su extensión y perfeccionamiento. Mírenme atentamente: sólo soy la otra cara de la Muerte reinante.
Así que dejen de culparme, de acusarme, de acosarme. De quedar paralizados ante mí. Todo eso es infantil. Les propongo que cambien su mirada: hay una inteligencia inmanente en la vida. No hace falta ser sujeto para tener un recuerdo o una estrategia. No hace falta ser soberano para decidir. Las bacterias y los virus también pueden hacer que llueva y brille el sol. Así que mírenme como su salvador más que como su enterrador. Son libres de no creerme, pero he venido a parar la máquina cuyo freno de emergencia no encontraban. He venido a detener la actividad de la que eran rehenes. He venido a poner de manifiesto la aberración de la «normalidad». «Delegar en otros nuestra alimentación, nuestra protección, nuestra capacidad de cuidar de las condiciones de vida ha sido una locura»… «No hay límite presupuestario, la salud no tiene precio» : ¡miren cómo hago que se retracten de palabra y de obra sus gobernantes! ¡Miren cómo los reduzco a su verdadera condición de mercachifles miserables y arrogantes! ¡Miren cómo de repente se revelan no sólo como superfluos, sino como nocivos! Para ellos ustedes no son más que el soporte de la reproducción de su sistema, es decir, menos aún que esclavos. Hasta al plancton lo tratan mejor que a ustedes.
Pero no malgasten energía en cubrirlos de reproches, en echarles en cara sus limitaciones. Acusarlos de negligencia es darles más de lo que se merecen. Pregúntense más bien cómo ha podido parecerles tan cómodo dejarse gobernar. Alabar los méritos de la opción china frente a la opción británica, de la solución imperial-legista frente al método darwinista-liberal, es no entender nada ni de la una ni de la otra, ni del horror de la una ni del horror de la otra. Desde Quesnay, los «liberales» siempre han mirado con envidia al Imperio chino; y siguen haciéndolo. Son hermanos siameses. Que uno te confine por tu propio bien y el otro por el bien de «la sociedad» equivale igualmente a aplastar la única conducta no nihilista en este momento: cuidar de uno mismo, de aquellos a los que quieres y de aquello que amamos en aquellos que no conocemos. No dejen que quienes les han conducido al abismo pretendan sacarles de él: lo único que harán será prepararles un infierno más perfeccionado, una tumba aún más profunda. El día que puedan, patrullarán el más allá con sus ejércitos.
Más bien, agradézcanmelo. Sin mí, ¿cuánto tiempo más se habrían hecho pasar por necesarias todas estas cosas aparentemente incuestionables cuya suspensión se decreta de inmediato? La globalización, los concursos, el tráfico aéreo, los límites presupuestarios, las elecciones, el espectáculo de las competiciones deportivas, Disneylandia, las salas de fitness, la mayoría de los comercios, el parlamento, el acuartelamiento escolar, las aglomeraciones de masas, la mayor parte de los trabajos de oficina, toda esa ebria sociabilidad que no es sino el reverso de la angustiada soledad de las mónadas metropolitanas. Ya lo ven: nada de eso es necesario cuando el estado de necesidad se manifiesta. Agradézcanme la prueba de la verdad que van a pasar en las próximas semanas: por fin van a vivir en su propia vida, sin los miles de subterfugios que, mal que bien, sostienen lo insostenible. Todavía no se habían dado cuenta de que nunca habían llegado a instalarse en su propia existencia. Vivían entre las cajas de cartón y no lo sabían. Ahora van a vivir con sus seres queridos. Van a vivir en casa. Van a dejar de estar en tránsito hacia la muerte. Puede que odien a su marido. Puede que aborrezcan a sus hijos. Quizás les den ganas de dinamitar el decorado de su vida diaria. Lo cierto es que, en esas metrópolis de la separación, ustedes ya no estaban en el mundo. Su mundo había dejado de ser habitable en ninguno de sus puntos, excepto huyendo constantemente. Tan grande era la presencia de la fealdad que había que aturdirse de movimiento y de distracciones. Y lo fantasmal reinaba entre los seres. Todo se había vuelto tan eficaz que ya nada tenía sentido. ¡Agradézcanme todo esto, y bienvenidos a la tierra!
Gracias a mí, por tiempo indefinido, ya no trabajarán, sus hijos no irán al colegio, y sin embargo será todo lo contrario a las vacaciones. Las vacaciones son ese espacio que hay que rellenar a toda costa mientras se espera la ansiada vuelta al trabajo. Pero esto que se abre ante ustedes, gracias a mí, no es un espacio delimitado, es una inmensa apertura. He venido a descolocarles. Nadie les asegura que el no-mundo de antes volverá. Puede que todo este absurdo rentable termine. Si no les pagan, ¿qué sería más natural que dejar de pagar el arriendo ? ¿Por qué iba a seguir cumpliendo con sus cuotas del banco quien de todos modos ya no puede trabajar? ¿Acaso no es suicida vivir donde ni siquiera se puede cultivar un huerto? No por no tener dinero se va a dejar de comer, y quien tiene el hierro tiene el pan, como decía Auguste Blanqui. Denme las gracias: les coloco al pie de la bifurcación que estructuraba tácitamente sus existencias: la economía o la vida. De ustedes depende. Lo que está en juego es histórico. O los gobernantes les imponen su estado de excepción o ustedes inventan el suyo. O se vinculan a las verdades que están viendo la luz o ponen su cabeza en el tajo del verdugo. O aprovechan el tiempo que les doy ahora para imaginarse el mundo de después a partir de las lecciones del colapso al que estamos asistiendo, o éste se radicalizará por completo. El desastre cesa cuando la economía se detiene. La economía es el desastre. Esto era una tesis antes del mes pasado. Ahora es un hecho. A nadie se le escapa cuánta policía, cuánta vigilancia, cuánta propaganda, cuánta logística y cuánto teletrabajo hará falta para reprimirlo.
Ante mí, no cedan ni al pánico ni al impulso de negación. No cedan a las histerias biopolíticas. Las próximas semanas serán terribles, abrumadoras, crueles. Las puertas de la Muerte estarán abiertas de par en par. Soy la más devastadora producción de devastación de la producción. Vengo a devolver a la nada a los nihilistas. La injusticia de este mundo nunca será más escandalosa. Es a una civilización, y no a ustedes, a quien vengo a enterrar. Quienes quieran vivir tendrán que crearse hábitos nuevos, que sean apropiados para ellos. Evitarme será la oportunidad para esta reinvención, para este nuevo arte de las distancias. El arte de saludarse, en el que algunos eran lo suficientemente miopes como para ver la forma misma de la institución, pronto ya no obedecerá a ninguna etiqueta. Caracterizará a los seres. No lo hagan «por los demás», por «la población» o por la «sociedad», háganlo por los suyos. Cuiden de sus amigos y de sus amores. Vuelvan a pensar con ellos, soberanamente, una forma justa de vida. Creen conglomerados de vida buena, amplíenlos, y nada podré contra ustedes. Esto es un llamamiento no a la vuelta masiva a la disciplina, sino a la atención. No al fin de la despreocupación, sino al de la negligencia. ¿Qué otra manera me quedaba de recordarles que la salvación está en cada gesto? Que todo está en lo ínfimo.
He tenido que rendirme a la evidencia : la humanidad sólo se plantea las preguntas que no puede seguir sin plantearse.

sábado, 21 de marzo de 2020

El coronavirus como declaración de guerra

Santiago López Petit
19 de marzo de 2020


Por la mañana me lavo las manos a conciencia. Así consigo olvidar los ojos arrancados por la policía en Chile, Francia o Irak. Antes de comer, me vuelvo a lavar las manos con un buen desinfectante para olvidar a los migrantes amontonados en Lesbos. Y, por la noche, me lavo nuevamente las manos para olvidar que, en Yemen, cada diez minutos, muere un niño a causa de los bombardeos y del hambre. Así puedo conciliar el sueño. Lo que sucede es que no recuerdo por qué me lavo las manos tan a menudo ni cuando empecé a hacerlo. La radio y la televisión insisten en que se trata de una medida de autoprotección. Protegiéndome a mí mismo, protejo a los demás. Por la ventana entra el silencio de la calle desierta. Todo aquello que parecía imposible e inimaginable sucede en estos momentos. Escuelas cerradas, prohibición de salir de casa sin razón justificada, países enteros aislados. La vida cuotidiana ha volado por los aires y ya sólo queda el tiempo de la espera. Fue bonito oír ayer por la noche los aplausos que la gente dedicaba al personal sanitario desde sus balcones.
Permanecemos encerrados en el interior de una gran ficción con el objetivo de salvarnos la vida. Se llama movilización total y, paradoxalmente, su forma extrema es el confinamiento. “La mayor contribución que podemos hacer es ésta: no se reúnan, no provoquen caos”, afirmaba un importante dirigente del Partido Comunista Chino. Y un mosso que vigilaba ayer Igualada añadía: “Recuerde que, si entra en la ciudad, ya no podrá volver a salir”, mientras le comentaba a un compañero: “el miedo consigue lo que no consigue nadie más”. Pero la gente muere, ¿verdad? Sí, claro. Sucede, sin embargo, que la naturalización actual de la muerte cancela el pensamiento crítico. Algunos ilusos hasta creen en ese nosotros invocado por el mismo poder que declara el estado de alarma: “Este virus lo pararemos juntos”. Pero solamente van a trabajar y se exponen en el metro aquellos que necesitan el dinero imperiosamente.
Cada sociedad tiene sus propias enfermedades, y dichas enfermedades dicen la verdad acerca de esta sociedad. Se conoce demasiado bien la interrelación entre la agroindustria capitalista y la etiología de las epidemias recientes: el capitalismo desbocado produce el virus que él mismo reutiliza más tarde para controlarnos. Los efectos colaterales (despolitización, reestructuraciones, despidos, muertes, etc.) son esenciales para imponer un estado de excepción normalizado. El capitalismo es asesino, y esta afirmación no es consecuencia de ninguna afirmación conspiranoica. Se trata simplemente de su lógica de funcionamiento. Drones y controles policiales en las calles. El lenguaje militarizado recuerda el de los manuales de la contrainsurgencia: “En la guerra moderna, el enemigo es difícil de definir. El límite entre amigos y enemigos se halla en el interior mismo de la nación, en una misma ciudad, y en ocasiones dentro de la misma familia” (Biblioteca del Ejército de Colombia, Bogotá, 1963). Recuerden: la mejor vacuna es uno mismo. Esta coincidencia no es extraña, ya que la movilización total es sobre todo una guerra, y la mejor guerra —porque permanece invisible— es aquella que se libra en nombre de la vida. He aquí el engaño.
Si la movilización se despliega como una guerra contra la población es porque su único objetivo consiste en salvar el algoritmo de la vida, lo cual, por descontado, nada tiene que ver con nuestras vidas personales e irreductibles, que bien poco importan. La “mano invisible” del mercado ponía cada cosa en su sitio: asignaba recursos, determinaba precios y beneficios. Humillaba. Ara es la Vida, pero la Vida entendida como un algoritmo formado por secuencias ordenadas de pasos lógicos, la que se encarga de organizar la sociedad. Las habilidades necesarias para trabajar, aprender y ser un buen ciudadano se han unificado. Éste es el auténtico confinamiento en que estamos recluidos. Somos terminales del algoritmo de la Vida que organiza el mundo. Este confinamiento hace factible el Gran Confinamiento de las poblaciones que ya tiene lugar en China, Italia, etc. y que, poco a poco, se convertirá en una práctica habitual a causa de una naturaleza incontrolable. El Gobierno se reestataliza y la decisión política regresa a un primer plano. El neoliberalismo se pone descaradamente el vestido del Estado guerra. El capital tiene miedo. La incerteza y la inseguridad impugnan la necesidad del mismo Estado. La vida oscura y paroxística, aquello incalculable en su ambivalencia, escapa al algoritmo.

lunes, 16 de marzo de 2020

Contagio social: guerra de clases microbiológica en China – Chuang

Este artículo tiene el mérito de analizar y explicar en su totalidad y a profundidad las causas, características y consecuencias del actual "fenómeno coronavirus", ya que analiza y explica la articulación de la esfera económica (producción agroindustrial y mercado mundial) con la esfera biológica (epidemiología, microbiología y ecología); y la articulación de éstas, a su vez, con la esfera social (condiciones sociales materiales, reproducción de la vida cotidiana y lucha de clases), la esfera psicológica (pánico social y autorreflexión precaria) y la esfera política (intervención brutal y torpe del Estado en todas las esferas de la vida social, a través de la salud pública, los medios de comunicación, el transporte colectivo y la policía). Tomando en cuenta, además, en lo que a producción de plagas y epidemias sobre el proletariado se refiere, la geografía y la historia del sistema mundial capitalista, desde una perspectiva materialista y comunista radical.
Por eso se trata de un análisis total o integral de una realidad viva o en movimiento, que critica y supera tanto las "teorías de la conspiración" y el racismo anti-chino hoy en boga, como las teorías parciales y sesgadas que no articulan todas las esferas de la vida (desde los biologicistas hasta los economicistas), en especial las teorías que ignoran, no comprenden o de plano encubren las relaciones entre el coronavirus y el capitalismo y la lucha de clases en todos los aspectos de la existencia humana. En suma, este artículo científico del colectivo «Chuang» (publicado en inglés el mes pasado y traducido al español a inicios de este mes) es un análisis objetivo, riguroso, serio y completo (multifactorial) que critica y supera toda "explicación" ideológica sobre este fenómeno, sin perder la perspectiva de clase revolucionaria, y viceversa. Todo esto, desde China, la primera potencia mundial que cuando estornuda contagia al resto del planeta.
Texto clave en tiempos de pandemia, contagio, paranoia y control social, crisis, austeridad, revuelta y cuarentena; es decir, en tiempos de enfermedad generalizada y malestar social, mejor dicho, en tiempos en que el capitalismo se desnuda como la sociedad enferma, catastrófica, putrefacta y convulsa que en realidad es.
Es interesante anotar finalmente que, aparte de la cuarentena vista como una huelga de masas indirecta, pacífica e inconsciente, en algunos países (China, Italia, España, Brasil) en estos momentos ya están ocurriendo huelgas, motines y fugas masivas de algunos sectores de la humanidad proletarizada en defensa de su vida y en contra del estado de excepción sanitario que ha sido impuesto a nivel mundial; esto es, manifestaciones de la enfermedad usada como arma peligrosa y efectiva contra el mismo sistema capitalista que la produjo. (LP, Quito, marzo 2020)

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«El brote ha sido culpado incorrectamente de todo, desde la conspiración y/o la liberación accidental de una cepa de virus del Instituto de Virología de Wuhan —una afirmación dudosa difundida por los medios sociales, particularmente a través de publicaciones paranoicas en Facebook de Hong Kong y Taiwán, pero ahora impulsada por medios de comunicación conservadores e intereses militares en Occidente— hasta la propensión de los chinos a consumir tipos de alimentos «sucios» o «extraños», ya que el brote de virus está relacionado con murciélagos o serpientes vendidas en un «mercado mojado» semilegal especializado en vida silvestre y otros animales raros (aunque ésta no fue la fuente definitiva). Ambos temas principales exhiben el evidente belicismo y orientalismo común en los reportajes sobre China, y varios artículos han señalado este hecho básico. Pero incluso estas respuestas tienden a centrarse sólo en cuestiones de cómo se percibe el virus en la esfera cultural, dedicando mucho menos tiempo a indagar en la dinámica mucho más brutal que se oculta bajo el frenesí de los medios de comunicación.

Una variante un poco más compleja comprende al menos las consecuencias económicas, aunque exagera las posibles repercusiones políticas por efecto retórico. Aquí encontramos los sospechosos habituales, que van desde los políticos estándar matadragones bélicos hasta los que se aferran a la perla derramada del alto liberalismo: las agencias de prensa, desde la National Review hasta el New York Times, ya han insinuado que el brote puede provocar una «crisis de legitimidad» en el PCCh, a pesar de que apenas se percibe el olor de un levantamiento en el aire. Pero el núcleo de la verdad de estas predicciones está en su comprensión de las dimensiones económicas de la cuarentena, algo que difícilmente podría perderse en los periodistas con carteras de acciones más gruesas que sus cráneos. Porque el hecho es que, a pesar de la llamada del gobierno a aislarse, la gente puede verse pronto obligada a «reunirse» para atender las necesidades de la producción. Según las últimas estimaciones iniciales, la epidemia ya provocará que el PIB de China se reduzca a un 5 % este año, por debajo de su ya de por sí débil tasa de crecimiento del 6 % del año pasado, la más baja en tres décadas. Algunos analistas han dicho que el crecimiento en el primer trimestre podría disminuir en un 4 % o menos, y que esto podría desencadenar algún tipo de recesión mundial. Se ha planteado una pregunta impensable hasta ahora: ¿qué le sucede realmente a la economía mundial cuando el horno chino comienza a enfriarse?

Dentro de la propia China, la trayectoria final de este evento es difícil de predecir, pero el momento ya ha dado lugar a un raro proceso colectivo de cuestionamiento y aprendizaje de la sociedad. La epidemia ha infectado directamente a casi 80 000 personas (según la estimación más conservadora), pero ha supuesto una conmoción para la vida cotidiana bajo el capitalismo de 1 400 millones de personas, atrapadas en un momento de autorreflexión precaria. Este momento, aunque lleno de miedo, ha hecho que todos se hagan simultáneamente algunas preguntas profundas: ¿qué me sucederá a mí? ¿A mis hijos, a mi familia y a mis amigos? ¿Tendremos suficiente comida? ¿Me pagarán? ¿Pagaré la renta? ¿Quién es responsable de todo esto? De una manera extraña, la experiencia subjetiva es algo así como la de una huelga de masas, pero una que, en su carácter no-espontáneo, de arriba hacia abajo y, especialmente en su involuntaria hiperatomización, ilustra los enigmas básicos de nuestro propio presente político estrangulado de una manera tan clara como las verdaderas huelgas de masas del siglo anterior dilucidaron las contradicciones de su época. La cuarentena, entonces, es como una huelga vaciada de sus características comunales pero que es, sin embargo, capaz de provocar un profundo choque tanto en la psique como en la economía. Este hecho por sí solo la hace digna de reflexión.

[...] Por supuesto que el capitalismo es culpable, pero ¿cómo se interrelaciona exactamente la esfera socioeconómica con la biológica, y qué tipo de lecciones más profundas se podrían sacar de toda la experiencia?

En este sentido, el brote presenta dos oportunidades para la reflexión. En primer lugar, se trata de una apertura instructiva en la que podríamos examinar cuestiones sustanciales sobre la forma en que la producción capitalista se relaciona con el mundo no-humano a un nivel más fundamental: en resumen, el «mundo natural», incluidos sus sustratos microbiológicos, no puede entenderse sin referencia a la forma en que la sociedad organiza la producción (porque, de hecho, ambos no están separados). Al mismo tiempo, esto es un recordatorio de que el único comunismo que vale la pena nombrar es el que incluye el potencial de un naturalismo plenamente politizado. En segundo lugar, también podemos utilizar este momento de aislamiento para nuestro propio tipo de reflexión sobre el estado actual de la sociedad china. Algunas cosas sólo se aclaran cuando todo se detiene de forma inesperada, y una desaceleración de este tipo no puede evitar hacer visibles tensiones previamente ocultas. A continuación, pues, exploraremos estas dos cuestiones, mostrando no sólo cómo la acumulación capitalista produce tales plagas, sino también cómo el momento de la pandemia es en sí mismo un caso contradictorio de crisis política, que hace visibles a las personas los potenciales y las dependencias invisibles del mundo que les rodea, al tiempo que ofrece otra excusa más para la extensión creciente de los sistemas de control en la vida cotidiana.»

«[...] ¿Puede decirse que los mismos procesos económicos tienen alguna complicidad en este brote en particular?

La respuesta es sí, pero de una manera diferente. Una vez más, Wallace señala no una sino dos rutas principales por las que el capitalismo ayuda a gestar y desatar epidemias cada vez más mortales: la primera, esbozada anteriormente, es el caso directamente industrial, en el que los virus se gestan dentro de entornos industriales [hacinados, sucios y paupérrimos] que han sido totalmente subsumidos en la lógica capitalista. Pero el segundo es el caso indirecto, que tiene lugar a través de la expansión y extracción capitalista en el interior del país, donde virus hasta ahora desconocidos son esencialmente recogidos de poblaciones salvajes y distribuidos a lo largo de los circuitos mundiales de capital. Por supuesto, ambos no están totalmente separados, pero parece ser el segundo caso el que mejor describe la aparición de la epidemia actual. En este caso, el aumento de la demanda de los cuerpos de animales salvajes para el consumo, el uso médico o (como en el caso de los camellos y el MERS) una variedad de funciones culturalmente significativas construye nuevas cadenas mundiales de mercancías en bienes «salvajes». En otros, las cadenas de valor agroecológicas preexistentes se extienden simplemente a esferas anteriormente «salvajes», cambiando las ecologías locales y modificando la interfaz entre lo humano y lo no-humano. 

El propio Wallace es claro al respecto, explicando varias dinámicas que crean enfermedades peores a pesar de que los propios virus ya existen en entornos «naturales». La expansión de la producción industrial por sí sola «puede empujar a los alimentos silvestres cada vez más capitalizados hacia lo último del paisaje primario, desenterrando una mayor variedad de patógenos potencialmente protopandémicos». En otras palabras, a medida que la acumulación de capital subsume nuevos territorios, los animales serán empujados a zonas menos accesibles donde entrarán en contacto con cepas de enfermedades previamente aisladas, todo ello mientras que estos mismos animales se están convirtiendo en objetivos de la mercantilización ya que «incluso las especies de subsistencia más salvajes están siendo enlazadas en las cadenas de valor de la agricultura». De manera similar, esta expansión empuja a los humanos más cerca de estos animales y estos ambientes, lo que «puede aumentar la interfaz (y la propagación) entre las poblaciones silvestres no-humanas y la ruralidad recientemente urbanizada». Esto le da al virus más oportunidad y recursos para mutar de una manera que le permite infectar a los humanos, aumentando la probabilidad de una propagación biológica. La geografía de la industria en sí nunca ha sido tan limpiamente urbana o rural de todos modos, así como la agricultura industrial monopolizada hace uso tanto de las explotaciones agrícolas a gran escala como de las pequeñas: «en la pequeña propiedad de un contratista [una granja industrial] a lo largo de la orilla del bosque, un animal de alimentación puede atrapar un patógeno antes de ser enviado a una planta de procesamiento en el anillo exterior de una gran ciudad. 

El hecho es que la esfera «natural» ya está subsumida en un sistema capitalista totalmente mundial que ha logrado cambiar las condiciones climáticas de base y devastar tantos ecosistemas precapitalistas que el resto ya no funciona como podría haberlo hecho en el pasado. Aquí reside otro factor causal, ya que, según Wallace, todos estos procesos de devastación ecológica reducen «el tipo de complejidad ambiental con el que el bosque interrumpe las cadenas de transmisión». La realidad, entonces, es que es un nombre equivocado pensar en tales áreas como la «periferia» natural de un sistema capitalista. El capitalismo ya es global, y también totalizante. Ya no tiene un borde o frontera con alguna esfera natural no-capitalista más allá de él, y por lo tanto no hay una gran cadena de desarrollo en la que los países «atrasados» sigan a los que están delante de ellos en su camino hacia la cadena de valor, ni tampoco ninguna verdadera zona salvaje capaz de ser preservada en algún tipo de condición pura e intacta. En su lugar, el capital tiene simplemente un interior subordinado, que a su vez está totalmente subsumido en las cadenas de valor mundiales. Los sistemas sociales resultantes —incluyendo todo, desde el supuesto «tribalismo» hasta la renovación de las religiones fundamentalistas antimodernas— son productos totalmente contemporáneos, y casi siempre están conectados de facto a los mercados globales, a menudo de forma bastante directa. Lo mismo puede decirse de los sistemas biológico-ecológicos resultantes, ya que las zonas «salvajes» son en realidad inmanentes a esta economía mundial tanto en el sentido abstracto de dependencia del clima y los ecosistemas conexos como en el sentido directo de estar conectados a esas mismas cadenas de valor mundiales.» 

«Sin embargo, a un nivel más profundo, lo que parece más fascinante de la respuesta del Estado es la forma en que se ha llevado a cabo, a través de los medios de comunicación, como una especie de ensayo general melodramático para la plena movilización de la contrainsurgencia nacional. Esto nos da una idea real de la capacidad represiva del Estado chino, pero también pone de relieve la incapacidad más profunda de ese Estado, revelada por su necesidad de confiar tanto en una combinación de medidas de propaganda total desplegadas a través de todas las facetas de los medios de comunicación y las movilizaciones de buena voluntad de la población local que, de otro modo, no tendría ninguna obligación material de cumplir. Tanto la propaganda china como la occidental han hecho hincapié en la capacidad represiva real de la cuarentena: la primera de ellas como un caso de intervención gubernamental eficaz en una emergencia y la segunda como otro caso más de extralimitación totalitaria por parte del distópico Estado chino. La verdad no dicha, sin embargo, es que la misma agresión de la represión significa una incapacidad más profunda en el Estado chino, que en sí mismo está todavía completamente en construcción.

Esto en sí mismo nos ofrece una ventana para contemplar la naturaleza del Estado chino, mostrando cómo está desarrollando nuevas e innovadoras técnicas de control social y respuesta a la crisis capaces de ser desplegadas incluso en condiciones en las que la maquinaria básica del Estado es escasa o inexistente. Esas condiciones, por su parte, ofrecen un panorama aún más interesante (aunque más especulativo) de cómo podría responder la clase dirigente de un país determinado cuando una crisis generalizada y una insurrección activa causen averías similares incluso en los Estados más robustos. El brote viral se vio favorecido en todos los aspectos por las deficientes conexiones entre los niveles de gobierno: la represión de los médicos «denunciantes» por parte de los funcionarios locales en contra de los intereses del gobierno central, los ineficaces mecanismos de notificación de los hospitales y la prestación extremadamente deficiente de la atención sanitaria básica son sólo algunos ejemplos. Mientras tanto, los diferentes gobiernos locales han vuelto a la normalidad a ritmos diferentes, casi completamente fuera del control del Estado central (excepto en Hubei, el epicentro). En el momento de redactar este texto, parece casi totalmente aleatorio qué puertos están en funcionamiento y qué locales han reanudado la producción. Pero esta cuarentena de bricolaje ha hecho que las redes logísticas de larga distancia entre ciudades sigan perturbadas, ya que cualquier gobierno local parece ser capaz de impedir simplemente el paso de trenes o camiones de carga a través de sus fronteras. Y esta incapacidad a nivel de base del gobierno chino le ha obligado a tratar con el virus como si fuera una insurgencia, jugando a la guerra civil contra un enemigo invisible.

[...] La conducta de la represión ofrece entonces una extraña lección para quienes tienen la mente puesta en la revolución mundial, ya que es, esencialmente, un simulacro de reacción liderada por el Estado.»

«[...] A medida que la crisis secular del capitalismo adquiera un carácter aparentemente no-económico, nuevas epidemias, hambrunas, inundaciones y otros desastres «naturales» se utilizarán como justificación de la ampliación del control estatal, y la respuesta a esas crisis funcionará cada vez más como una oportunidad para ejercer nuevas herramientas no probadas para la contrainsurgencia. Una política comunista coherente debe comprender ambos hechos juntos. A nivel teórico, esto significa comprender que la crítica al capitalismo se empobrece cuando se separa de las ciencias duras. Pero en el plano práctico, también implica que el único proyecto político posible hoy en día es el que es capaz de orientarse en un terreno definido por un desastre ecológico y microbiológico generalizado, y de operar en este estado perpetuo de crisis y atomización.

[...] El contagio es social. Por lo tanto, no debe sorprender que la única manera de combatirlo en una etapa tan tardía es librar una especie de guerra surrealista contra la sociedad misma. No se reúnan, no causen el caos. Pero el caos también se puede construir en el aislamiento. Mientras los hornos de todas las fundiciones se enfrían hasta convertirse en brasas que crepitan suavemente y luego en cenizas heladas, las muchas desesperaciones menores no pueden evitar salir de esa cuarentena para caer juntos en un caos mayor que un día, como este contagio social, podría ser difícil de contener.»



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* Chuang (que puede traducirse aproximadamente como «libérate; ataca, carga; rompe las líneas enemigas; actúa impetuosamente»), es un grupo de comunistas radicales chinos que critican tanto el «capitalismo de Estado» del Partido "Comunista" Chino como la versión neoliberal de los movimientos de «liberación» de Hong Kong. En su sitio web publican, además de los artículos de su blog, una revista temática que ya tiene una edición en inglés, centrada en el análisis crítico del capitalismo y las luchas proletarias en la China de hoy día. Todo lo cual puede consultarse aquí. (Nota ampliada de Artillería Inmanente, traductor del artículo al español, 3 de marzo de 2020.)

lunes, 2 de marzo de 2020

Coronavirus, Medicina y Capitalismo – SPK


Nota de LP (marzo 2020). Este texto del SPK-Colectivo de Pacientes Socialistas sobre el ébola (2014), pese a sus limitaciones de extensión y de profundización al respecto, contiene un núcleo de verdad parcial que aplica al fenómeno del coronavirus en estos precisos momentos de catástrofes, guerras, revueltas y manipulación mediática-estatal del pánico social por parte y a favor del poder médico-capitalista transnacional, a fin de contrarrestar la crisis mundial de valorización enfermando, controlando y matando aún más a la población proletaria sobrante:


Última noticia (06.10.2014):


Mientras tanto se ha conseguido descifrar la estructura de cada virus:


V = velar para ocultar la causa social e iatrocapitalista de la enfermedad
 I = incomunicar a la gente
R = reprimir la protesta de la enfermedad
U = urdir intrigas para aplacar insurgencias
S = sabotear el surgimiento de solidaridad.

Existía y existe solamente este único virus, sustrato fantasmático de una ideología de eliminación contra todo lo enfermo, subversivo, insurgente.
Y no existe ningún otro anticuerpo que éstos: son los cuerpos de la gente que se oponen, en confrontación contra los médicos, en una palabra: Frente de pacientes, clase de pacientes, trasnacional, en confrontación corporal contra la clase médica.
El monopolio de poder de los médicos depende totalmente de si el paciente tiene confianza en el médico. Esto es el talón de Aquiles de la clase médica: la confianza de los que reciben tratamiento. El ser aceptada por toda la sociedad bajo todas las circunstancias y por todos, es el nervio vital de la iatrocracia.
Sólo quien está a favor de la enfermedad y no en contra de ella, puede romper la proscripción y maldición por parte de los médicos en el nombre del HEILsalud.
La patopráctica de confrontación:
¡Al médico allá donde lo encontréis, 
siempre le atacaréis!

se está difundiendo verdaderamente como una canción popular y muchos la están aplicando, escarmentados con sus experiencias y teniendo un sistema de defensa dispuesto a saltar, al mismo tiempo sistema de ataque, fortalecido por la enfermedad libre de médicos.

Aquí tres cartas que nos han sido enviadas (previamente publicadas en foros de internet) que nos parecen importantes:

Me parece difícil juzgar de una manera acertada el asunto del ébola en África desde aquí. Por consiguiente presto atención a lo que hace la gente que vive allí. Reportajes de habla inglesa dicen que unas 1000 personas han asaltado una clínica y la han dejado prácticamente en ruinas, han excavado trincheras, para que los escuadrones médicos no lleguen hasta sus pueblos, sacando la gente al mismo tiempo a sus parientes de las clínicas.
El consumidor de noticias corrientes diría: claramente se ve que los indígenas no tienen ni idea de la medicina occidental, no entienden en absoluto cuán buena es la medicina occidental para ellos. Es que son supersticiosos. Y además hasta comen murciélagos de la fruta y tales cosas.
Sí, ¡¿es que se cree alguien seriamente que la gente allí es tan estúpida y que sea en efecto así que come durante años murciélagos de la fruta, que muchos se mueran después de comer la carne, pero que los demás continúen comiendo como si tal cosa filetes de murciélago de la fruta, mientras que se desangran a borbotones por todos sus orificios?!
Para juzgar la situación en África sólo podemos remitirnos a nuestras propias experiencias que tenemos en nuestras latitudes sobre el tema epidemias y vacunaciones.
Recuérdese sólo el asunto con la "monstruosa-terrible-y-horrorosa- epidemia-pandemia-de-gripe-porcina", que en realidad nunca existió. De eso puede uno aprender bastante sobre la utilización política y propagandística de la enfermedad para aterrorizar a la gente, sobre quién se aprovecha de ello, pero también sobre el intento de intimidación fracasado totalmente en aquel entonces, en el 2009.
En internet hay una serie de materiales a disposición como criterio muy útil para juzgar la actual situación en África. Teclee en el buscador: gripe porcina + doctadura (vea los enlaces más abajo).

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Leyendo las noticias del ébola llaman la atención tres cosas: se trata de dinero, ejercicio de poder y rebelión.
Dinero: El Banco Mundial ha destinado 200 millones de dólares. ¿Para quién o para qué? "Para la compra de productos médicos".
Ejercicio de poder: La OMS ha formado de facto en once países del África occidental un (contra-) gobierno. Este gobierno-por-encima-de-los-gobiernos maneja y administra ya los once países, una quinta parte de todos los países del continente. Así de suave y discreto se lleva a cabo el golpe de estado cuando se llama "lucha contra las epidemias".
Rebelión: Reportajes dicen que unas 1000 personas han asaltado una clínica y la han dejado prácticamente en ruinas, han excavado trincheras, para que los escuadrones médicos no lleguen hasta sus pueblos, sacando la gente al mismo tiempo a sus parientes de las clínicas.
Así que hay resistencia y lucha. ¿Por qué se lucha? En última instancia por la enfermedad misma, por lo que es, de dónde viene, quién es el responsable de ella. Esto es algo completamente distinto de lo que cuando la gente está sentada delante del médico y se traga todo. La confianza en los médicos está destruida. ¿Es esto especialmente un asunto africano, un asunto sólo de países pobres?
Algún que otro investigador, sólo interesado en los hechos y opuesto a toda teoría de conspiración, ha advertido del potencial esclavizador de la medicina moderna.
El texto fundamental sobre este tema se encuentra en la red bajo el título "La iatrocracia a escala mundial", un texto basado en una patopráctica de lucha continua contra la clase médica, la única clase dominante de hoy día, el ejército de bata blanca mundialmente organizado, una lucha por parte de los pacientes en confrontación desde hace más de 40 años. En este texto se encuentra también un montón de indicaciones prácticas sobre la resistencia, oposición y lucha contra la clase médica. Aquí mismo, en África, en todas partes.

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También con respecto al ébola, toda esperanza se ha puesto en la investigación. Esto no es más que una estrategia de mercadeo lanzada por el negocio médico con el objetivo de obtener miles de millones de dólares. Recientemente se han reunido en Londres, han invocado el fantasma aterrador de Alzheimer, y todos los jefes de gobierno allí reunidos se arrodillaron y se desbordaron en compromisos para proporcionar "fondos para la investigación". Pero, ¿realmente la enfermedad necesita tan urgentemente de terapia? Como la pesadilla se asienta y comprime el pecho del durmiente y le atormenta con sueños terroríficos, la terapia se asienta y oprime a la enfermedad.
La enfermedad no quiere terapia, quiere liberación y cambio.
En África, los niños están muriendo porque el agua que beben no es potable, es sucia. El negocio médico vende medicamentos contra la diarrea. ¿Puede el negocio médico tener algún interés en asegurar que el suministro de agua potable funcione allí?
En términos generales: ¿Puede la medicina tener algún interés en asegurar que las condiciones sociales cambien para mejorar, que la explotación sea vencida, que la convivencia sea determinada por la unidad y la cooperación en lugar de por la competitividad, y que la gente por último no esté enferma a causa de las condiciones sociales, de la explotación, de la competitividad? –todo es veneno hostil a la especie y aprobado y programado por la norma médica.
Cuando en 1970 y en los años siguientes el Colectivo Socialista de Pacientes (SPK) procedió a atacar a la medicina y la terapia, se podía leer en el Aerzteblatt, el Diario oficial de la Asociación Médica Alemana, que los médicos se lamentaban de que no se hubieran desplegado tanques de guerra contra los pacientes. Para más información sobre este asunto, consulte en internet: iatro-imperialismo.

Frente de Pacientes / Colectivo Socialista de Pacientes, PF/SPK(H), 01.09.2014
Traducción: PF/SPK EMF Colombia, PF/SPK EMF España


* SARS son las siglas en inglés del síndrome respiratorio agudo grave. El brote del nuevo coronavirus recientemente fue rebautizado como «SARS-CoV-2» y su enfermedad «COVID-19» ha matado a más de 2000 personas; más que su predecesora, la epidemia de SARS de 2003.

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Relacionados: 

Lo realmente catastrófico no es el ébola sino el capitalismo – Proletarios Revolucionarios (31/10/2014)

Mezcla explosiva – Revista n+1 (01/02/2020)