lunes, 18 de noviembre de 2019

[Chile] Esto no para: ¡ya no volveremos a su normalidad!


ESTO NO PARA: ¡YA NO VOLVEREMOS A SU NORMALIDAD!

“En el viento que siembra la tormenta,
cosecharemos días de fiesta”
Canción “La vida pasa”, de Raoul Vaneigem

Después de la enorme marcha del día viernes 25 de octubre en la ciudad de Santiago, todos los medios de comunicación al unísono, junto al gobierno, hicieron un llamado a volver a la “normalidad”, pretendiendo así desmovilizar y opacar más de una semana de duros combates en las calles que se han saldado con una feroz represión nunca antes vista en “democracia” –que es solo una de las formas que adopta en determinados contextos el despotismo del capital-. Las y los hijos de la burguesía, bajan del barrio alto a “limpiar el centro de la ciudad” de los incontables grafitis y rayados con consignas que se han vuelto parte del paisaje habitual, se suspende el toque de queda, se destituye al gabinete de ministros y se anuncia por todas partes el avance hacia la concreción de un “pacto social” que, supuestamente, pondrá punto final de una vez por todas a esta crisis. Pero para las y los proletarios que hemos estado participando de la revuelta la vida nunca volverá a ser igual: hemos cambiado para siempre y llegado a un punto de no retorno.

Ya no podemos soportar más esta miserable realidad. Su “normalidad”, a la que nos quieren arrastrar, es la esclavitud del trabajo asalariado que nos roba nuestro valioso tiempo, no poder llegar a fin de mes, las enfermedades mentales que nos provoca esta locura de mundo capitalista, la paz de los cementerios, la amnesia histórica, la inexistencia de un conflicto entre clases sociales, el adoctrinamiento de la juventud proletaria a la sumisión en las cárceles-escuelas, la destrucción sin remordimientos de nuestro entorno natural, y en definitiva, una civilización y un modo de existencia suicida que nos tiene al borde de la autodestrucción como especie. ¡A la clase capitalista sólo les importa que produzcamos mercancías, las hagamos circular y las vendamos!

Durante estas emotivas jornadas hemos descubierto que es realmente vivir, abriendo un camino para ir desterrando de nuestras cabezas todo lo que nos impusieron. Nos hemos encontrado colectivamente y vislumbrado que todas nuestras necesidades insatisfechas tienen su raíz en esta forma de vida inhumana que precariza todo lo que toca. Aunque parezca difícil de creer, casi no hemos gastado dinero para subsistir durante estos días, la solidaridad y el apoyo mutuo han sido casi una norma por todas partes: en las poblaciones, caceroleos, barricadas, movilizaciones, asambleas, saqueos, etc. Y esto ha sido posible porque muchísimas personas nos hemos reconocido como iguales, como una clase que se opone a otra clase, y que quiere dejar de serlo, y que, además, ha creado espontáneamente un movimiento de asambleas en donde el proletariado se asocia y se dota de una perspectiva de lucha que pretende ser común.

Nosotras y nosotros lo queremos todo y ahora, a contracorriente de quienes quieren domesticar y encauzar la vitalidad que ha demostrado el proletariado de manera democrática en una “Asamblea Constituyente”. La lucha no amaina, a pesar del desgaste, el oportunismo, las balas y los llamados a la “paz social”. Hagamos de mañana un “super lunes” salvaje que los haga temblar.

¡TODO EL PODER A LAS ASAMBLEAS AUTOORGANIZADAS!
¡NO TENEMOS NADA QUE PERDER!
¡VAMOS HACIA LA VIDA!

Un grupo de proletari@s "anormales" en lucha
Santiago, Región chilena en revuelta
27 de octubre del 2019

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Esto también es locura proletaria jajajajajaja: 

domingo, 17 de noviembre de 2019

LP antes, durante y después del Paro Nacional en Ecuador

Antes del Paro (1-2 de octubre del 2019):

Syd Barrett pasó silbando hoy frente a mi espejo y se fue 


te acuestas con el sol y los pájaros 
te levantas con la luna y los carros 
comes avena con agua caliente 
como para engañar al estómago y a la tristeza 
conoces bien su sabor y su aroma 
es el de la pobreza 
el de cuando no hay nada más que comer 
ni con quién 
porque no encuentras trabajo 
y no puedes vivir sólo del amor 
y menos de la poesía 
caminas en círculos 
no lavas los platos 
y sigues caminando 
prendes un incienso de pachuli 
para recordar a tu madre muerta 
acaricias su foto 
prendes un cigarrillo y quisieras que no se apague 
pero se apaga 
apenas te asomas a la ventana 
y apenas ojeas tus libros 
vas al baño 
meas como si estuvieses llorando urea 
casi por inercia 
y escuchas un remoto silbido 
te lavas las manos y la cara 
te desnudas de tus harapos 
como si estuvieses desvistiendo un polylepis 
te miras al espejo 
estás más delgado que de costumbre 
y con la barba más descuidada 
pareces náufrago o damnificado de esta sociedad 
te miras de nuevo 
y el espejo te pregunta por tu mirada 
después del asombro y el suspenso 
en cuestión de segundos la reconoces 
se parece a la mirada de Syd Barret 
oh no 
un silbido desde la sombra 
tu pupila se abre como un portal 
tu recuerdo es una máquina del tiempo 
sigue brillando loco diamante 
sigue brillando 
oh sí 
un silbido desde la luz 
a pesar del imperio de la ausencia 
del régimen del aislamiento 
del aguijón del sinsentido 
y de la amargura de sentirse marciano 
o saturnino en este mundo 
no botes la toalla 
ni te vuelvas a perder 
en aquellos bosques lejanos y oscuros 
vamos pantera vamos 
que la comunidad humana 
fraguada en la lucha por cambiar la vida 
el amor interestelar de hoy y mañana 
y las calles sí las calles 
te llaman 
sigue brillando loco diamante 
sigue brillando

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Durante el Paro (3-13 de octubre de 2019):

Panfleto de un@s proletari@s cabread@s de la región ecuatoriana por la revolución comunista anárquica mundial, desde "donde las papas queman"

Estamos luchando en las calles junto a las masas proletarias de la ciudad y del campo. No hay tiempo ni copiadoras disponibles para sacar y repartir este panfleto en papel. Es más agradable y provechoso vivir la experiencia de la rebelión que escribir acerca de ella.

Hicimos huir al presidente-títere de los empresarios y banqueros ladrones del Palacio de Carondelet y nos tomamos la Asamblea Nacional, mediante acciones directas masivas y redes de solidaridad de clase, a pesar del terrorismo de su Estado (estado de excepción, brutal represión policial y militar, cientos de detenidos, decenas de heridos, varios muertos, toque de queda).

No sabemos cuándo ni cómo va a concluir la situación actual. Pero sí sabemos que la lucha social continúa y debe continuar, teniendo claro y firme las siguientes reivindicaciones mínimas e innegociables: 

* Derogar todo el paquetazo económico, no sólo el alza de pasajes.
* Derogar el estado de excepción y el toque de queda.
* Derrocar todos "los poderes" del gobierno de Moreno, sus jefes y sus secuaces. 
* No negociar ni ceder con el Estado de los ricos y poderosos que nos matan de hambre y a bala. No dejarse robar por la burguesía y los políticos oportunistas de derecha ni de izquierda el poder que hemos ganado en las calles estos días. No exigir nuevas elecciones y nuevo gobierno. Ya basta del mismo libreto político de mierda de siempre. Autogobierno de las masas. 
* Mantener las Asambleas en todas partes para autoorganizar la movilización, la solidaridad, el abastecimiento, la salud y la autodefensa de nuestra gente. 
* Exigir la devolución de todo el dinero robado por empresarios, banqueros y políticos, para poder mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora del campo y la ciudad. 
* Expulsar a la Minería y al FMI. 
* Liberar a los compañeros detenidos. 
* Romper el cerco mediático y denunciar el terrorismo económico y policial del Estado. 
* Llamar a la solidaridad de clase internacional concreta en todo el mundo. 

Proletari@s en lucha de este país: 

Ganemos o perdamos, hemos despertado del letargo histórico, respondido a los ataques de todo tipo de la clase dominante, hecho cosas que no se han hecho en muchos años, y estamos aprendiendo en la práctica varias lecciones importantes durante estos días de intensa lucha de clases. 

Ganemos o perdamos, mantengamos encendida la llama de la lucha proletaria para poder construir y sostener a mediano y largo plazo una fuerza social autónoma con la capacidad y la claridad necesarias y suficientes para tomar el poder no del Estado burgués, al cual hay que destruirlo de raíz, sino sobre nuestras vidas. Para hacer la revolución social hasta el fin, es decir la abolición y la superación positiva de la propiedad privada, la mercancía, el trabajo asalariado, el dinero, la sociedad de clases, el Estado, la patria y toda forma de opresión entre los seres humanos y sobre la naturaleza. 

¡No se trata de sobrevivir menos mal, sino de vivir de verdad! 
¡No se trata de cambiar de amo, sino de dejar de tenerlo! 
¡Viva el Paro Nacional y la Huelga General! 
¡Guerra de Clases e Insurrección! 
¡Comunas Libres en todo el país! 
¡Por la Transformación y la Comunización de Todo lo existente! 
¡Vamos hacia la Vida!

Kito, 9 de octubre del 2019: 7mo día del Paro Nacional y 1er día de Huelga General

Ver más información al respecto en Proletarios Revolucionarios

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Después del Paro (16 de octubre del 2019):

Nada peor que volver a la normalidad de precariedad y angustia: tener que disfrazarme y salir a una entrevista de trabajo para un empleo precario con el cual poder sobrevivir y pagar deudas (empiezo desde mañana), contar y "administrar" las pocas monedas que tengo en el bolsillo, comer algo por ahí, caminar solo por la calle mientras fumo un cigarrillo, chatear y hablar con una que otra persona, regresar en bus a la casa a hacer labores domésticas y una chaucha pendiente por entregar, comprar unos poquitos víveres en la tienda, fumar otro cigarrillo, escuchar un blues que también pudiera ser un yaraví... Pero no estoy solo y las cosas ya no son iguales para nadie aquí después de los 11 días que duró el Paro Nacional, en especial para quienes vivimos en carne propia la solidaridad y la combatividad de nuestra clase proletaria contra el Capital y el Estado durante esos inolvidables días, a pesar de las debilidades, contradicciones y errores cometidos y de la victoria con sabor a derrota. Como bien dicen unos compañeros de otra región del mundo: «En cualquier caso, es indudable que el movimiento de [los "zánganos" de Ecuador] hace parte de un proceso de despertar de nuestra clase a nivel internacional, tras la derrota de la oleada de luchas de los años 70. Ante la perspectiva factible de que este movimiento se apague tarde o temprano, si no se produce una recuperación burguesa a la altura de la intensidad que ha vivido y luchado, dejará tras de sí nuevos lazos de solidaridad, quizá algunas estructuras, experiencias de lucha de las que extraer lecciones, un nuevo número de personas que, tras su radicalización en el movimiento, se sumarán a la actividad de las minorías revolucionarias pese a la vuelta a la normalidad. Nuestra clase aprende. Construye su propia memoria. Se despierta.» La lucha por la verdadera vida sigue. Resistencia y revolución hasta el fin.

martes, 29 de octubre de 2019

Cartas del SPK a LP. ¡Enfermedades de todos los países, uníos!

Recibo y publico:

Hola compañeros de Locura Proletaria,

Hace poco nos hemos enterado por SPK/PF EMF Colombia de la existencia de su blog lo cual fue una grata sorpresa.

En lo siguiente solamente algunas pequeñas indicaciones respecto de los artículos sobre el SPK/PF(H) en su blog [ver Hacer de la enfermedad un arma (1)]:

Nuestro libro SPK – Hacer de la enfermedad un arma sí está disponible en nuestra página en internet: http://spkpfh.de/SPK_Hacer_de_la_enfermedad_un_arma_Indice.htm

Por lo demás pensamos que su link a Wikipedia confunde más a los lectores del blog que informarles. Cada palabra de esa gente sobre el SPK es venenosa y hostil a la enfermedad que todos tenemos en común. Hace casi 20 o 15 años tuvimos con aquella gente, especialmente con los wikipulpos alemanes una larga lucha, también a nivel jurídico con denuncias penales contra ellos, que está documentada también en nuestra página en internet en alemán, pero hay también algunos textos en castellano sobre ello: véase en nuestro índice en castellano: http://www.spkpfh.de/index_spain.html bajo el título de Lucha electrónica de clases. 

Una posibilidad, en lugar de un link a aquellos wikipulpos, sería un link p.ej. a http://www.spkpfh.de/Lista_Fechas.html. Pero esto solamente como pequeña indicación, como ya dicho.

Les mandamos muchas fuerzas por la enfermedad!

KRRIM – PF-Editorial para Enfermedad
Heidelberg-Alemania, 9 de agosto de 2019


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Compañeros de Locura Proletaria,

El SPK tiene el completo concepto de la enfermedad: La enfermedad como fuerza productiva revolucionaria, la enfermedad como arma revolucionaria del cambio y del conocimiento.

Hemos ido tan rápida y bruscamente al grano porque nos parece más productivo el atenernos a lo objetivo y no a interpretaciones u opiniones que siempre son algo muy subjetivo y volátil y en su gran mayoría no fundamentadas en lo objetivo, en la realidad y los hechos, sino más bien fundadas en la propia comodidad. Es decir: En lugar de “marxiano y reichiano”, diríamos nosotros que el SPK ha refundido a Marx y a Reich en el concepto de la enfermedad y con ello en el proceso universal de la enfermedad: http://www.spkpfh.de/El_concepto_completo_de_enfermedad.htm

También ya en SPK – Hacer de la enfermedad un arma encontrarán ustedes algunas indicaciones al respecto, por ejemplo que hemos reducido los términos psicoanalíticos de Reich a conceptos materialista-dialécticos.

Exactamente el no ser suficientemente “marxiano y reichiano” fue y todavía es la principal objeción por parte de los así llamados izquierdistas y autodenominados marxianos en sus continuos intentos, es decir intentos fracasados –fracasados exclusivamente a causa del SPK- de excluir a los pacientes y la enfermedad del proceso revolucionario. Con sus abstracciones trilladas aquellos marxianos imposibilitan comprender también su “propia” enfermedad que, unida en un colectivo de pacientes con otras enfermedades singulares, es sustancia y sujeto de la revolución.

Ustedes nos han preguntado por nuestra opinión y como pueden ver: no nos entusiasman las opiniones y todavía menos cuando éstas se dan como hechos y/o se toman por hechos. Más bien insistimos en objetivar esas así llamadas opiniones remitiéndonos, en este caso, a nuestros textos publicados y sobre todo a nuestras patoprácticas.

Ustedes son un blog y para su blog se sirven también del SPK. Y eso tiene su sentido porque su blog es un “blog … exploratorio de la propia ‘enfermedad mental’”, como escriben ustedes mismos en su perfil, y para esta exploración pueden servirles los textos del SPK. Y nosotros tomamos sus preguntas por nuestra opinión como oportunidad para evitar y aclarar algunos malentendidos que pueden llevar a falsas conclusiones.

Por ejemplo su link a la banda post-industrial australiana de música S.P.K. El SPK original no tenía y no tiene absolutamente nada que ver con esa banda de música ni con sus lemas:

- todo al contrario de las opiniones publicadas y una y otra vez repetidas y copiadas de otros copiadores. No obstante este hecho no nos ha impedido publicar en el año 1995 un libro (en inglés): http://www.spkpfh.de/SPK_Krankheit_im_Recht.html con artículos de esa misma banda de música y con un largo texto sobre el SPK original, - todo eso accediendo a una petición de un interesado de los EE.UU.

Y para terminar, aquí algunas notas breves a propósito de “meta-lenguaje”. A esto se podría también volver la hoja, o más bien para gourmets, la tortilla. Si lo nuestro les parece “meta-lenguaje”, entonces lo que se llama marxismo, ¿no es meta-lenguaje? Desde hace más de 150 años se escriben miles y miles de libros acerca de lo que es marxismo, etc., unos más trillados que otros, y todavía hoy día ni siquiera saben deletrear los autodenominados marxianos el primer capítulo de El Capital. ¿”Meta-lenguaje”? Por no hablar de la jerga gangsteril de la clase médica. Todo lo que sabe la gente acerca de la enfermedad – con la cual cada uno está tan estrechamente unido como con ninguna otra “cosa” - proviene de los médicos que no sólo la rechazan, sino que la combaten con todos los medios. Se puede caracterizar este hecho y esta contradicción por lo menos como alienación, como alienación al nivel de la especie (véase el primer y tercer momento del concepto de la enfermedad).

En vez de entregar la enfermedad a los médicos que no solamente la combaten y matan, sino que la convierten en la especie sustitutiva dinero, - los pacientes de frente toman su “propia” enfermedad en sus propias manos lo cual solamente es posible de forma colectiva, y en contra de la clase médica, en colectivos de la enfermedad, en colectivos de pacientes, colectivos libres de médicos.

Tal vez quisieron ustedes decir con “meta-lenguaje” que nuestros textos –que siempre son la expresión de cómo nos las hemos arreglado con toda la mierda iatrocapitalista- son difíciles o/y complejos. Sí, tan complejos y difíciles como la enfermedad misma, la enfermedad como arma revolucionaria, la enfermedad como especie. Los pacientes de frente abordan todo, todas las cosas y asuntos, todos los fenómenos, todo pensamiento, todo sentimiento o sensación, toda volición como síntomas de la enfermedad a la que los médicos amputan de su cumplimiento, de su plenitud revolucionarios; y nos preguntamos en ello si síntoma de la efectividad activa y revolucionaria de la enfermedad o de la efectividad pasiva y reaccionaria de la enfermedad: http://www.spkpfh.de/Oraculo_manual.htm

Y éramos y seguimos siendo los primeros, y Huber el primerísimo, que abordamos todo y a todos/todas desde el punto de vista de la enfermedad. Y Huber, el principiante de todos los principiantes, nunca tenía la suerte o mala suerte, según se mire, de poder recurrir a ni siquiera una sola línea SPK.

Esto solamente como un apunte breve sobre el tema “meta-lenguaje”, tema que está enfocado mucho mejor y desde muchas otras perspectivas en nuestra biblioteca internacional de la especificada aplicación de la enfermedad en http://www.spkpfh.de/

Sobre el tema de los médicos, de la clase médica y la medicina encontrarán lo más fundamental en http://www.spkpfh.de/La_iatrocracia_a_escala_mundial.htm y en

Su blog habla del SPK siempre en tiempo pasado, pero el SPK sigue existiendo desde 1970 hasta hoy día como SPK/PF(H) más los EMFs en diferentes países. Esto solamente de paso, pero por eso no menos importante.

Para terminar, algunas indicaciones acerca de la así llamada “salud” a la cual se refiere el blog sobre todo en la tercera parte sobre el SPK.

En el SPK nadie ha tomado y nadie toma la enfermedad de los demás por la enfermedad de los demás. La enfermedad singular de cada uno se convierte en el colectivo en la enfermedad de todos. Y eso ya cambia mucho, por no decir todo.

Al mismo tiempo el SPK nunca ha pregonado y nunca pregonará mensajes de SaludSalvación. La “salud” es una quimera biologista-nazista en cuyo nombre se cometen genocidios, p.ej. en la Alemania nazi la guerra antes de la segunda guerra mundial, en la cual la clase médica asesinó más de 275.000 pacientes en la así llamada Acción T4, http://www.spkpfh.de/iatrocracia_materiales.htm, véase también: http://www.spkpfh.de/Contra_Salud.htm

Por ejemplo el hecho de que la gente está obligada a presentar un certificado médico de capacidad laboral (= “salud”) después de una baja por enfermedad (también certificada por los médicos), produce confusión, pues se dota, en base a este certificado médico, al ser humano de una naturaleza supuestamente intrínseca llamándola “salud” y que convierte este artificio médico “salud” en un medio de pago obligatorio para poder comprarse el derecho a la sumisión (¡!) a la esclavitud asalariada. En otro contexto hemos hablado de la violencia de valor médica, de la violencia valorativa médica http://www.spkpfh.de/GENOZIDsp.html .

Solamente esto con toda brevedad, porque nos parecía necesario aclararlo.

Como ven ustedes nos hemos centrado sobre todo en sus preguntas.* Sabemos que ustedes y sus paisanos/as están atravesando actualmente una situación difícil debido a los saqueos por parte de los bancos y el capital internacional.

Pero como el cuerpo calor de la enfermedad no conoce ni fronteras ni barreras, estamos con ustedes y les mandamos desde aquí muchas fuerzas de la enfermedad. ¡Enfermedades uníos!

¡Fuertes por la enfermedad!

SPK/PF(H) 
Editorial KRRIM 
Heidelberg-Alemania, 9 de octubre del 2019 

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* 1. ¿Qué opinan de lo que escribí en esta publicación sobre el SPK: "Hacer de la enfermedad un arma (2)": https://lokuraproletaria.blogspot.com/2017/10/hacer-de-la-enfermedad-un-arma-2.html

2. ¿Y de esta otra publicación: "SPK: historia, teoría y práctica. Un ejemplo para el presente": https://lokuraproletaria.blogspot.com/2019/05/spk-historia-teoria-y-practica-un.html?

lunes, 30 de septiembre de 2019

Depresión como fenómeno social en el capitalismo

Nota de LP: Publico este artículo porque acierta en analizar críticamente a la depresión, no como un problema "biológico" e "individual", sino como lo que en realidad es: un problema social de clase causado por el capitalismo, su desposesión, su explotación, su desempleo estructural y creciente, su precarización laboral y existencial, su pobreza, su atomización social, su individualización de los problemas sociales, su psiquiatría, su farmacología, su violencia cotidiana, su crueldad, su absurdo, su ignorancia, su moral y su hipocresía. Sí: el capitalismo deprime y mata. La mayoría de "suicidados por esta sociedad" son proletarios. Ahora bien, no comparto las posiciones ni las prácticas políticas de su autora ni de su fuente, respectivamente: "Pan y Rosas" (organización feminista "marxista") y "La Izquierda Diario" (prensa digital trotskista), porque ambas son organizaciones de la izquierda del Capital o de la socialdemocracia internacional actual que aún viste de rojo. Tampoco comparto la idea de que la depresión es un fenómeno propio del "neoliberalismo", porque ha existido desde que existe el mismo capitalismo (ver p. ej. "los desesperados" del siglo XIX en Marx. «Acerca del Suicidio»), sólo que hoy en día es más generalizada, fuerte y evidente. Y tampoco comparto aquello de "fortalecer los lazos familiares" como parte de la salida social a la depresión, porque la familia es una institución que reproduce las relaciones, los roles, las ideologías, los valores morales, los estigmas psico-sociales y las miserias humanas del capitalismo; por lo tanto, no es una salida radical sino un "salvavidas" o un refugio del propio sistema para no salir de él. No tengo nada en contra de los seres queridos por lazos de sangre, lo que digo es que hay que construir y fortalecer otro tipo de lazos sociales y comunitarios entre explotad@s y oprimid@s, afuera, más allá y en contra de la institución familiar-capitalista-patriarcal-cristiana-normal hasta abolirla. Sin embargo, como a veces pasa con otros autores y organizaciones de izquierdas, vale la pena publicar este artículo en este blog porque dice lo que hay que decir sobre "la enfermedad del siglo XXI", la depresión, desde un punto de vista anticapitalista y antipsiquiátrico. Un plus de este artículo es que aborda este problema desde la realidad mexicana concreta, incluyendo datos estadísticos. Otro plus suyo es que cita un fragmento de la carta de aquel jubilado que cometió "suicidio político" en Grecia en el 2012, donde dice que lo hace para no terminar buscando comida en los basureros sino al menos morir dignamente, y que espera que los jóvenes algún día tomen las armas... para derrocar al capitalismo e instaurar el comunismo y la anarquía, diría yo. Porque "¡nuestras vidas valen más que sus ganancias!" Mientras tanto, a l@s proletari@s nos toca seguir resistiendo y sobreviviendo, construyendo lazos de solidaridad entre nosotr@s y "armándonos" para la transformación radical y total de esta sociedad. 

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DEPRESIÓN COMO FENÓMENO SOCIAL 
EN EL CAPITALISMO

Actualmente el término “depresión” se ha equiparado a la noción de tristeza y poco se entiende sobre su componente social; ya que las tendencias de la psiquiatría lo abordan desde un punto de vista biológico e individual.

Laura Aparicio (Pan y Rosas México), 21/11/2017

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se calcula que la depresión afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, que cerca de 800,000 personas se suicidan al año, el 78% de los suicidios se produce en países de bajos y medianos ingresos, y que el suicidio es la segunda causa principal de defunción en jóvenes de 15 a 29 años.

La depresión incluye síntomas como pérdida del sentido de la vida, inhibición, desesperanza, sentimientos de vacío, infelicidad, un malestar indefinible y generalizado, desinterés en el cuidado personal y cualquier actividad que antes fuera gratificante, insomnio o hipersomnia, fatiga o pérdida de energía, dolores de cabeza, trastornos alimenticios, disminución del deseo sexual, dificultad para pensar y concentrarse, ansiedad, sentimientos de culpa y de inutilidad, y de un profundo e incontrolable sufrimiento.

Algunas de las consecuencias que tiene son abandono del trabajo o de los estudios, conflictos con la pareja y/o la familia, alcoholismo y drogadicción; así mismo, depresión no es igual a suicidio, pero sí es una posibilidad que aparece en situaciones graves. El nivel de depresión –leve, moderado o grave– dependerá de la historia psíquica de cada sujeto, y de los recursos con los que cuente cada uno, como son las redes de apoyo de familiares y amigos.

En México han aumentado catastróficamente las cifras de suicidio, ya que en 1994 se registraron 2,603 suicidios y para 2016 aumentaron alrededor de 200% con 6,370 suicidios registrados; mismos que se concentran en edades jóvenes, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI 2017) el 41.3% de estas muertes corresponde a jóvenes de 15 a 29 años; y el 3.7% se trata de adolescentes de 10 a 14 años.

Datos estadísticos de los suicidios en México al 2016

Además es importante señalar que 8 de cada 10 suicidios en México se cometieron al interior de la vivienda particular (76.2%), según datos del INEGI.

El tabú de la depresión y ¿su determinante social?

Resulta paradójico que, por un lado el término depresión es cada vez más usado y equiparado con la tristeza ocasional; pero por otro lado sigue siendo un tabú que “debe” ser enfrentado en secreto y de manera individual ¡como si su aparición fuera de corte únicamente individual!, tabú que convierte a la depresión en sinónimo de suicidio, lo que supone un riesgo solo para quien la padece y a quién se le mira desde la compasión.

Pero no es casual que la depresión y sus consecuencias, como el suicidio, se hayan convertido en una de las principales “enfermedades del siglo XXI” y una de las principales causas de defunción, en particular para un amplio sector de la juventud trabajadora –o que lo será en un futuro próximo– que ve fracturadas sus esperanzas por tener una vida digna, ya que cada día se ven más golpeadas las condiciones laborales en que los jóvenes nos insertamos al trabajo.

La depresión tiene múltiples factores que no se pueden generalizar porque dependen de cada sujeto como su historia familiar y psíquica, sin embargo, el factor social es determinante en su desencadenamiento y permanencia; como explica Ana María Fernández en su libro Jóvenes de vidas grises, no se puede aislar el contexto social que deja a los jóvenes sin posibilidades de planificación a futuro como lo han hecho las economías neoliberales que instituyen en la subjetividad una fractura en la esperanza colectiva, y esto corresponde a “toda una estrategia biopolítica de vulnerabilización”.

Estas condiciones no se explican sin entender el modo de producción capitalista que cada día es más voraz, que busca aumentar sus ganancias precarizando y empobreciendo cada vez más la vida de la clase trabajadora en su conjunto –tan sólo en México existen más de 50 millones de pobres–. Y es aquí en donde la juventud se enfrenta a un mundo competitivo y cada vez más individualista, este sector representa un amplio ejército de reserva en el mundo laboral, y cada vez accede con mayor dificultad a estudiar; ya que tiene las peores condiciones de trabajo y sólo accede a la educación un porcentaje menor al 15% de los que presentan examen de selección a la universidad.

El trastorno depresivo y su brutal aumento parece ser más bien un síntoma de época que refleja la poca esperanza hacia futuro generada por las condiciones cada vez más insostenibles para la clase trabajadora, no es de sorprenderse que este sector sienta desesperanza y tienda hacia un depresión crónica o al suicidio.

Como marcan las cifras, la mayoría de los suicidios se da en lo privado, pero también existen casos en que claramente se nota el determinante social, como sucedió en 2012 con Dimitris Christoulas, el jubilado de 77 años que se suicidó frente al parlamento griego. Esta es parte de la carta encontrada en los bolsillos del anciano que puso fin a su vida:

«El Gobierno de Tsolakoglou ha aniquilado toda posibilidad de supervivencia para mí, que se basaba en una pensión muy digna que yo había pagado por mi cuenta sin ninguna ayuda del Estado durante 35 años. Y dado que mi avanzada edad no me permite reaccionar de otra forma (aunque si un compatriota griego cogiera un kalashnikov, yo le apoyaría) no veo otra solución que poner fin a mi vida de esta forma digna para no tener que terminar hurgando en los contenedores de basura para poder subsistir. Creo que los jóvenes sin futuro cogerán algún día las armas y colgarán boca abajo a los traidores de este país en la plaza Syntagma, como los italianos hicieron con Mussollini en 1945.»

El capitalismo muestra la más profunda barbarie contra el conjunto de la clase trabajadora a nivel internacional, por tal razón decimos ¡nuestras vidas valen más que sus ganancias!

De la individualización de la depresión y la salida que realmente se necesita

Desde el modelo hegemónico de la psiquiatría se ve a la depresión desde un punto de vista biológico, individual, ahistórico y asocial; que supone una alteración bioquímica en el cerebro, como es el desequilibrio de los neurotransmisores serotonina y norepinefrina.

Esta concepción contribuye a que quien la padece no identifique claramente lo que le sucede, lo sufra en silencio y se aísle del mundo externo; además fortalece la idea de que es un problema individual y no social.

En general el tratamiento que se da a esta problemática es la medicalización que se inscribe en el discurso individual y garantiza las ganancias de las grandes farmacéuticas; estas medidas sólo buscan paliar los síntomas pero no llegan a la raíz del problema, buscan tapar el sol con un dedo. Cada vez es más frecuente la medicación a temprana edad, ya sea por depresión, insomnio o “hiperactividad” en los niños; lo que provoca que los sujetos se conviertan en seres dóciles y productivos, si se preguntaban como la medicalización beneficia al capitalismo… ahí lo tienen.

Es necesario construir y fortalecer los lazos familiares y sociales que se ven fracturados por la competitividad, como pueden ser los lazos de solidaridad entre los y las trabajadoras, para que el sujeto esté mejor armado anímica y psíquicamente para enfrentar estas condiciones. Cualquier solución que no busque la transformación radical de la sociedad será impotente ante la problemática que se desencadena a partir de la precariedad de la vida y que nos arranca el deseo y el sentido de vivir.

Fuentes:

* Ana Ma. Fernández, Jóvenes de vidas grises: psicoanálisis y biopolíticas.
* Lilia Esther Vargas (comp.), Lecturas de la depresión.

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sábado, 28 de septiembre de 2019

Capitalismo y Esquizofrenia. Un diálogo imaginario entre Cesarano, Deleuze, Jappe, Cooper, Laing y Locura Proletaria

— CESARANO. Sobre la esquizofrenia bajo la subsunción real/dominación total del Capital:
 
«Ya desde ahora la homologación del Dominio se está volviendo resplandeciente, para que el terror de la transformación acabe con las miradas que se dirigen al reflejo nostálgico de los «paraísos perdidos». La escasez se acompaña de la regresión, que conforma su estilo, tanto en la esfera de los infiernos individuales como en aquella de una socialidad autocrítica. Del mismo modo que la psiquiatría vanguardista se propone «curar» la supervivencia a través de la conexión de cada uno al misterio desvelado de su nacimiento-muerte [Laing], así la sociología más moderna [post-moderna] prepara la resurrección de «comunidades», etnias, «razas», luego de que el capital ha acabado de extirpar sus raíces y de cancelar su especificidad. Todo apunta a una propagación de la apologética que eterniza el «yo dividido» en la dimensión de la especie que se ha vuelto a dividir en «comunidades». A los ideólogos del capital autocrítico no se les ha escapado la sustancia eversiva del alzamiento, débilmente exorcizada en las modelaciones cibernéticas, de una totalidad real, viva, ya de hecho en tensión con la superficie blindada de la totalización que operan los modos de producción capitalistas. Es ésta la realidad material que le da forma al «concepto» de especie. Y en contra de ésta —la internacional que se realiza más allá de sus esquemas ideológicos y arcaicos, económico-políticos— empuña las armas, una vez más, la mistificación científica. Del mismo modo que la apologética del yo dividido adorna con «poesía» los momentos autonomizados en los que el individuo partido (esquizofrenia, corazón roto) realiza el valor de sí como agente del capital, así la reintroducción de las «comunidades» separadas adorna con eticidad modernista los restos marginados de un pasado irreproducible. En el corazón de las sociedades inmóviles, subsumidas bajo el dominio de lo sagrado y atrapadas en la reencarnación reiterada del Símbolo y del Verbo, se expresaba una especificidad cualitativa que es inconciliable con la homologación violenta de toda forma de existencia a simples momentos de la aparición, del valor de cambio. Análogamente, en la «excepcionalidad» de la condición esquizofrénica se expresaba una resistencia hacia la generalización violenta de la intercambiabilidad entre los individuos como forma exclusiva de la adecuación a la identidad socialmente impuesta. En ambas proposiciones estratégicas nuevas, lo que hoy se desentierra es la forma ahora vacía de la «resistencia» particular a la identidad: a fin de que su superación realmente universalizada, hecha por la especie y, en este sentido específico, más allá de lo particular, el movimiento comunista sobreindividual y sobreparticular, ralentice su impulso y se encalle —eso es lo que ellos esperan— en un nuevo laberinto. De no haber sido necesaria, esta estrategia defensiva que el capital ha puesto en marcha muestra hasta qué punto el alzamiento de la comunidad global, la presentación amenazante de la especie como subjetividad en un proceso irreductible a las trampas de la carencia eternizada, aterrorizan tanto a los gestores de los poderes como a los administradores delegados de los reforzamientos de la «policía» política, mistificados bajo la coartada de las «necesidades de la lucha».» (Giorgio Cesarano y Paolo Faccioli, «Lo que no se puede callar», 1975)
 
«En «Critica dell’utopia capitale» Cesarano explica claramente cómo en el delirio esquizofrénico cae el muro con el que el lenguaje heredado encarcela la comunicación, y por tanto cae la barrera perceptiva que marca la frontera entre el Yo y el mundo, abriendo así la posibilidad explosiva de una relación dialéctica entre un individuo y otro. Al mismo tiempo, debió advertir del riesgo de la “condena privada”, que esperando “la explosión de sentido vivo experimentado como peripecia individual, ha querido prender fuego de una vez a la totalidad del propio sentido”. En el «Manuale di sopravivenza», por otro lado, quiso advertir contra las nuevas formas de autovalorización que transforman la experiencia “psicótica” o “neurótica” en un nuevo rol espectacular.» (Francesco Santini, «Apocalipsis y sobrevivencia», 1994)

— DELEUZE-GUATTARI. La esquizofrenia como límite exterior y tendencia opuesta del capitalismo: 
 
«Sin embargo, cometeríamos un error si identificásemos los flujos capitalista y los flujos esquizofrénicos, bajo el tema general de una descodificación de los flujos del deseo. Ciertamente, su afinidad es grande: en todo lugar el capitalismo hace pasar flujos-esquizos que animen “nuestras” artes y “nuestras” ciencias, tanto como se cuajan en la producción de “nuestros” enfermos, los esquizofrénicos. Hemos visto que la relación entre la esquizofrenia y el capitalismo sobrepasaba de largo los problemas de modo de vida, de medio ambiente, de ideología, etcétera, y que debía ser planteada al nivel más profundo de una sola y misma economía, de un solo y mismo proceso de producción. Nuestra sociedad produce esquizos como produce champú Dop o coches Renault, con la única diferencia de que no pueden venderse. Pero, precisamente, ¿cómo explicar que la producción capitalista no cesa de detener el proceso esquizofrénico, de transformar al sujeto en entidad clínica encerrada, como si viese en ese proceso la imagen de su propia muerte llegada desde dentro? ¿Por qué encierra a los locos en vez de ver en ellos a sus propios héroes, su propia realización? Y allí donde ya no puede reconocer la figura de una simple enfermedad, ¿por qué vigilia con tanto cuidado a sus artistas e incluso a sus sabios, como si corriesen el riesgo de hacer correr flujos peligrosos para ella, cargados de potencialidad revolucionaria, en tanto que no son recuperados o absorbidos por las leyes del mercado? ¿Por qué forma a su vez una gigantesca máquina de represión general-represión con respecto a lo que sin embargo constituye su propia realidad, los flujos descodificados? Ocurre que el capitalismo, como hemos visto, es el límite de toda sociedad, en tanto que opera la descodificación de los flujos que las otras formaciones sociales codificaban y sobrecodificaban. Sin embargo, es su límite, o cortes relativos, porque sustituye los códigos por una axiomática extremadamente rigurosa que mantiene la energía de los flujos en un estado de ligazón al cuerpo del capital como socius desterritorializado, pero también e incluso más implacable que cualquier otro socius. La esquizofrenia, por el contrario, es el límite absoluto que hace pasar los flujos al estado libre en un cuerpo sin órganos desocializado. Podemos decir, por tanto, que la esquizofrenia es el límite exterior del propio capitalismo o la terminación de su más profunda tendencia, pero que el capitalismo no funciona más que con la condición de inhibir esa tendencia o de rechazar y desplazar ese límite, sustituyéndolo por sus propios límites relativos inmanentes que no cesa de reproducir a una escala ampliada. Lo que con una mano descodifica, con la otra axiomatiza. Ese es el modo como debemos volver a interpretar la ley marxista de la tendencia opuesta. De manera que la esquizofrenia impregna todo el campo capitalista de un cabo a otro. Pero este lo que hace es ligar las cargas y las energías en una axiomática mundial que siempre opone nuevos límites interiores al poder revolucionario de los flujos descodificados. En semejante régimen, resulta imposible distinguir, aunque sea en dos tiempos, la descodificación de la axiomatización que viene a reemplazar los códigos desaparecidos. Al mismo tiempo los flujos son descodificados y axiomatizados por el capitalismo. La esquizofrenia no es, pues, la identidad del capitalismo, sino al contrario su diferencia, su separación y su muerte...» (Gilles Deleuze y Félix Guattari, «El Anti Edipo. Capitalismo y Esquizofrenia», 1972 cit. en ENAJENADXS # 9, 2003)

— JAPPE. Crítica del sujeto «esquizo» de Deleuze como sujeto ideal del mercado:
 
«el sujeto «esquizo» de Deleuze es el sujeto ideal del mercado, como lo es el hacker o el raider (predador empresarial). Al quebrar los «significantes despóticos» de los que habla Deleuze, finalmente es el mercado el que se impone como amo. Según Dufour, Deleuze va incluso más allá del liberalismo: para el autor del Anti Edipo, puesto que toda identidad es paranoica, hay que estar inventando de nuevo todo el tiempo. Algo que, como observa Dufour, responde perfectamente al espíritu del nuevo capitalismo, al que no le gustan los sujetos propietarios de sí mismos». Deleuze quería ir más rápido que el propio capitalismo introduciendo el lenguaje de la economía en el análisis de los procesos simbólicos. Su elogio del «nomadismo» y la «máquina» ha sido plenamente recuperado por las estrategias más recientes del marketing.» (Anselm Jappe, «La sociedad autófaga. Capitalismo, desmesura y autodestrucción», 2018)

—  COOPER. La esquizofrenia como crisis microsocial capitalista: 
 
«La esquizofrenia es una situación de crisis microsocial, en la que los actos y la experiencia de una persona son invalidados por los otros, en función de ciertas razones culturales y microculturales (generalmente familiares) comprensibles, que finalmente hacen que dicha persona sea identificada más o menos precisamente como “enfermo mental” y confirmada a continuación (según un procedimiento de etiquetaje específico pero fuertemente arbitrario) en la identidad de “paciente esquizofrénico” por los agentes médicos o cuasi médicos.» (David Cooper, «Psiquiatría y antipsiquiatría», 1967 cit. en ENAJENADXS # 9, 2003 )

 LAING. La esquizofrenia como etiqueta social alienada/alienante y como "viaje" psico-espiritual más allá de los límites de este mundo: 
 
«Esquizofrenia es un diagnóstico, una etiqueta que ciertas gentes le cuelgan a otras. Esto no prueba que la persona etiquetada esté sometida a un proceso esencialmente patológico, de origen y naturaleza desconocidos, que se desarrolla en su cuerpo. No significa tampoco que el proceso sea, primaria o secundariamente, un proceso psico-patológico que se desarrolla en su espíritu. Pero lo que sí establece como hecho social es que la persona etiquetada es uno entre Ellos. Es fácil olvidar que el proceso es una hipótesis, afirmar que es un hecho y, en consecuencia, formular el juicio de que es una inadaptación biológica y, como tal, patológica. Pero la adaptación social a una sociedad desequilibrada puede ser muy peligrosa. El piloto de bombardero perfectamente adaptado puede representar una amenaza mucho mayor para la supervivencia de la especie que el esquizofrénico internado convencido de que la Bomba está en él. Puede ser que nuestra sociedad esté biológicamente desequilibrada y que ciertas formas de alienación esquizofrénica tengan, en relación con la alienación de la sociedad, una función socio-biológica que nosotros ignoramos. (...)
 
No existe un “estado” al que se le pueda llamar “esquizofrenia”, pero esta etiqueta es un hecho social, y un hecho social es un acontecimiento político que, al trastornar el orden público, implica una definición de (y de las consecuencias para) la persona etiquetada. Es una prescripción social que racionaliza un conjunto de acciones sociales por las que la persona etiquetada queda en manos de otras personas cuyos poderes legales, cualificación médica y deber moral se hacen responsables de su suerte. A la persona etiquetada se la coloca no sólo en un “papel” sino también en una carrera de enfermo mediante la acción concertada de una coalición (de una “conspiración”) en la que participan familias, médico, servicios sanitarios, psiquiatras, enfermeros y, frecuentemente, los otros enfermos. La persona catalogada, así, a la fuerza como enfermo y específicamente como “esquizofrénico” es despojada de todos sus derechos legales y humanos, de todo lo que posee en propiedad y de toda libertad de actuar sin rendir cuentas. Ya no le pertenece su tiempo ni puede elegir el espacio que ocupa. Después de ser sometido a un ceremonial de degradación llamado “exploración psiquiátrica”, se le priva de su libertad y es encerrado en una institución llamada “hospital psiquiátrico”. Allí pierde su cualidad de ser humano de una manera más completa y radical que en ninguna otra parte. Quedará en ese hospital psiquiátrico hasta que se le retire su etiqueta o se le reemplace por otra: “en vías de curación” o “readaptado”. Un “esquizofrénico”, no obstante, tiene muchas probabilidades de ser considerado siempre como tal. (...)
 
Lo que observamos a veces en ciertos individuos etiquetados de “esquizofrénicos” y tratados como tales es la expresión, a través de su comportamiento, de un drama experiencial. Pero nosotros vemos ese drama bajo un aspecto deformado que nuestros esfuerzos terapéuticos tienden a deformar todavía más. El producto de esta deplorable dialéctica es una forma larvada de un proceso potencialmente natural al cual no le permitimos aflorar. (...)
 
Ciertos individuos, consciente o inconscientemente, entran o son arrojados en un espacio y un tiempo interiores más o menos cerrados. Estamos socialmente condicionados a considerar normal y sana una total inmersión en el espacio y el tiempo exteriores. La inmersión en el espacio y tiempo interiores, por el contrario, es considerada fácilmente como una huida antisocial, una desviación patológica en cierta medida vergonzosa. (...)
 
Probablemente, ningún período de la Historia de la humanidad ha perdido hasta tal punto el contacto con ese proceso natural de curación que afecta a ciertos individuos etiquetados como “esquizofrénicos”. Ninguna época lo ha devaluado tanto, ni le ha opuesto tantas prohibiciones e intimidaciones. En lugar de hospitales psiquiátricos, que son una especie de fábrica de reparación, se necesitarían lugares donde las gentes que han viajado más lejos y, en consecuencia, están probablemente más “perdidos” que los psiquiatras y los seres reputados sanos de espíritu, tuvieran la posibilidad de ir más lejos todavía en el espacio y el tiempo interiores —y de regresar. En vez del ceremonial de degradación que constituyen la exploración, el diagnóstico y el pronóstico psiquiátricos, se necesitaría, para los que están preparados (es decir, en la terminología psiquiátrica, los que están al borde de un brote esquizofrénico), un ceremonial de iniciación, gracias al cual la persona sería guiada en el espacio y el tiempo interiores por gentes que ya hubieran efectuado este viaje y hubieran regresado. Desde el punto de vista psiquiátrico esto llevaría a dejar que antiguos enfermos ayudaran a enloquecer a futuros enfermos... Esto implicaría:
 
A. un viaje del exterior hacia el interior;
B. de la vida hacia una especie de muerte;
C. de delante hacia atrás;
D. del movimiento temporal hacia la inmovilidad;
E. del tiempo actual hacia el tiempo eterno;
F. del yo hacia el sí mismo;
G. de la existencia exterior (post natal) hacia la matriz (pre natal) de todas las cosas.
Y, a continuación, un viaje de retorno:
1. del interior hacia el exterior;
2. de la muerte hacia la vida;
3. de atrás hacia adelante;
4. de la inmortalidad hacia la mortalidad;
5. de la eternidad hacia el tiempo;
6. del sí mismo hacia un nuevo yo;
7. del estado fetal cósmico hacia un renacimiento existencial...» (Ronald David Laing, «La política de la experiencia», 1977 cit. en ENAJENADXS # 9, 2003)

— LP. Sobre la esquizofrenia valor de cambio/valor de uso (un ABC):
 
Jordi Soler, «El Secreto de El Capital de Karl Marx», 2010, p. 14
La sociedad capitalista es la sociedad mercantil generalizada porque se basa en la producción, circulación y acumulación de mercancías y de ganancias, las cuales son el producto de la explotación del trabajo asalariado de la clase social que no tiene propiedades ni negocios y por eso se ve en la obligación de vender su fuerza de trabajo (física e intelectual) a cambio de dinero para sobrevivir. Las condiciones sine que non para que esto sea así son: la existencia de la propiedad privada burguesa sobre los medios de producción y de consumo; y, que todo sea mercancía, en primer lugar la fuerza de trabajo humana (mercado laboral), porque ésta es la única mercancía capaz de producir valor, ganancia, capital una vez que ha sido contratada y puesta a producir. Por lo tanto, la mercancía es la célula fundamental de la sociedad capitalista, y posee una naturaleza doble o estructura dual: valor de cambio o compra-venta y valor de uso o utilidad.

La mercancía no es sólo valor de cambio, es valor de cambio y valor de uso al mismo tiempo. Para ser más precisos: en la estructura de la mercancía, el valor de uso en realidad es el vehículo del valor de cambio, porque algo que uno tiene (sea un bien o un servicio, sea una identidad o una ideología) se convierte en algo realmente útil para otro mediante su intercambio o compra-venta, ya que es está la que permite consumir esa utilidad y sobre todo valorizar el valor-trabajo contenido en ese algo útil, esto es, realizar en forma de dinero el plus-valor o trabajo no retribuido al proletario por parte del burgués (o, en caso de autogestión y trueque, realizar el valor-trabajo autoexplotado e intercambiado bajo la dictadura de la mercancía y la ley del valor, que son de carácter impersonal e invisible). El valor de cambio, entonces, subsume al valor de uso; lo aliena, domina y explota, pero la mercancía sigue estando dividida en estos dos diferentes tipos de valor dentro de ella misma sin romper su unidad. Unidad y lucha de contrarios. Identidad y diferencia al mismo tiempo y en el mismo espacio, en el mismo cuerpo. Dialéctica interna del Capital. He ahí su naturaleza doble o estructura dual, y esta es, en última instancia, la causa de todas las contradicciones y las crisis del capitalismo, sobre todo hoy en día cuando éste subsume, domina y destruye todo el mundo en todos los aspectos de la vida; hoy en día cuando éste se autofagocita y nos conduce directo al suicidio como especie humana.
 
En términos (anti)psiquiátricos, lo anterior se traduce en que la mercancía, y por tanto la sociedad mercantil generalizada, es esquizofrénica por naturaleza. Y quien más sufre esta enfermedad social propiamente capitalista es, sin duda, la mayor parte de la humanidad que se encuentra obligada a mercantilizarse y trabajar para sobrevivir, el proletariado, cuya esquizofrenia consiste esencialmente en ser lo que es (humanidad libre, creadora y comunitaria) y al mismo tiempo ser lo que este sistema le obliga a ser (cosa-mercancía individualizada, explotable y desechable). Que haya alguna gente que no la conozca y/o que no la reconozca, no quiere decir que no exista. Al contrario: mientras más se oculte y se ignore, más y mejor ejerce su dominio. Luego, esta "enfermedad mental" capitalista se manifiesta de tantas formas o en tantos "casos" particulares cuantos sean los individuos que la padezcan. Tal crisis microsocial y de identidad o tal sufrimiento por desgarramiento psíquico individual causado por las condiciones sociales impuestas, se expresa negativa y trágicamente desde la famosa "escucha de voces" y las autolesiones hasta el cometimiento de asesinatos; lo cual es castigado "ejemplarmente" por el Estado con el manicomio o la cárcel hasta la muerte, previo etiquetaje, estigmatización, aislamiento y medicación psiquiátrica. Además de hacer de todo esto negocio (industria farmacéutica), noticia y espectáculo (medios de comunicación). De esta manera, el capitalismo produce, reproduce y controla socialmente la esquizofrenia como "enfermedad mental". Por su parte, la izquierda antipsiquiátrica del Capital (sí, porque éste también ha cooptado y domesticado a la mayoría del movimiento antipsiquiátrico) gestiona la "locura" de forma alternativa y "más humana": haciendo de ella un "derecho", una "identidad" y hasta un "orgullo", a fin de que sea "reconocida" y "reinsertada" o "incluida" por esta sociedad y su Estado como un rol más dentro de su "diversidad" mercantil-democrática-ciudadana-espectacular.
 
Sin embargo y a contracorriente de ello, la esquizofrenia en particular, y toda "enfermedad mental" en general, en los/as proletarios/as también puede llegar a ser un arma revolucionaria o de ruptura total y radical con este sistema si es que se la asume, de manera individual y sobre todo colectiva, como un síntoma consciente y una valiente denuncia de que el capitalismo nos enferma y nos mata mental y físicamente, a diario y en todas partes; como una crítica práctica y encarnada de la misma esquizofrenia estructural del Capital, algo así como un testimonio de carne y hueso de una precaria vida al límite y en conflicto con el orden establecido, un espejo roto que refleja y hiere al monstruo que lo creó o, mejor, una torcida pero afilada lanza que se vira contra la clase dominante y sus psiquiatras que hoy la empuñan contra nosotros los proletarios "locos" hartos de serlo, un arma no para autodestruirnos ni para lastimar a nuestros seres queridos y compañer@s sino para enfrentar al Capital "en cuerpo y alma" así como para imaginar y crear Otro mundo. En suma, asumir la esquizofrenia, y toda "enfermedad mental" en general, como una forma y una parte de la disidencia psico-política y la lucha de clase autónoma e integral contra la dictadura social-fetichista de la mercancía («¡Uníos Hermanxs Psiquiatrizadxs en la Guerra Contra la Mercancía!»); y, por lo tanto, asumir que sólo se la puede suprimir y superar realmente, suprimiendo y superando el capitalismo mediante la revolución social total (económica, psicológica, sexual, política, cultural, espiritual, ecológica, ética, estética, epistemológica, en fin... de la vida cotidiana).
 
El comunismo, entendido como comunidad humana-natural real en la cual ya no existe ningún tipo de explotación ni dominación, no será, pues, "el mundo del valor de uso" ni mucho menos "el mundo del trueque". El comunismo será un mundo en donde no existan mercancías (valores de cambio/valores de uso), sino sólo cosas y relaciones que no enajenen ni intoxiquen a los seres humanos (y a la naturaleza), los cuales entonces las crearán, usarán, compartirán y disfrutarán libre y sensatamente entre todos y cada uno. Un mundo en donde, en consecuencia, tampoco existan más "enfermedades mentales" como la esquizofrenia, sino sólo diferencias o diversidades psicológicas que ya no serán etiquetadas, satanizadas, aisladas, medicadas y reprimidas, sino que serán vividas, "viajadas", comprendidas, respetadas y disfrutadas libre y sensatamente por todos y cada uno. Por lo tanto, se puede afirmar que el comunismo será una sociedad sana, no en el sentido de que ya no existirá la enfermedad física, el sufrimiento y la muerte, sino en el sentido de que ya no será una sociedad que se autoaliene y autofagocite de forma homicida y ecocida. Esta sociedad sana, este tejido de relaciones y subjetividades libres, comunitarias y sanas, ya ha sido y es prefigurada por el movimiento comunista (y anarquista) histórico de manera contradictoria, impura e inconclusa, es decir de manera real. Porque el comunismo es un movimiento, un germen, una tendencia real que existe y existirá adentro, en contra y más allá del esquizofrénico capitalismo hasta abolirlo y superarlo de una vez por todas. (Locura Proletaria, Kito con k de eskizofrenia, septiembre de 2019)

jueves, 26 de septiembre de 2019

El «caso» Cesarano. Comunismo vs. individuo solo y alienado


12. El «caso» Cesarano 
«El punto de partida no puede sino ser la intuición fulgurante, y en este sentido concreta y vitalmente iniciática, del punto de vista de la totalidad.» (42) 
Esta frase asombrosa salta desde las páginas del libro y da la medida de las dimensiones de la experiencia de Cesarano. Si hasta ahora, por decisión propia, no hemos hablado de él más que como una partícula de un movimiento histórico y, dentro de ese movimiento, como exponente de la corriente más radical y portadora del más rico e innovador aporte teórico… por un momento queremos hacer hincapié en la singularidad de Cesarano. ¡«intuición fulgurante (…) del punto de vista de la totalidad»! ¿Cómo no pensar inmediatamente en el LSD? Fulgurante fue de hecho su aventura crítica, desarrollada en coherencia con la dirección radical que le dio a su vida desde 1969 en adelante, y que le imprimió a la misma un sentido de marcha, mantenido implacablemente hasta el último momento. 

Antes del 71, fue la experiencia colectiva, pública, de LuddConsigli Proletari. Después, empieza a componer la obra más importante de su vida, la «Critica dell’utopia capitale» (ya anticipada en «La utopía capitalista», en «Ludd», nº 3, Milán, 1969), donde ajusta cuentas definitivamente con el mundo de la cultura y la intelectualidad oficial, del cual se alejaba cada vez más, inexorablemente, en la práctica. 

En las primeras páginas del libro están los enunciados fundamentales: 1) el desarrollo de la especie desde sus más remotos orígenes y la historia de la sumisión al trabajo y a la producción de utensilios-prótesis, que cada vez más se hacen cargo de la subsistencia del cuerpo viviente, reducido a un apéndice alienado; 2) el desarrollo de la psiquis individual, separada del cuerpo, como pensamiento que se piensa a sí mismo, deviene historia del Ego colonizado por el capital en tanto “persona”, interiorización del “valor” en proceso; 3) la producción del lenguaje, como conjunto de señales autonomizadas, se acumula como trabajo muerto y termina por adquirir un peso determinante sobre la comunicación humana, logrando dominar al sujeto, que ahora es hablado por la lengua. 

Estas tres dimensiones constituyen un único proceso –visto desde ángulos (y disciplinas) diferentes– a través del cual la especie, a partir de una carencia instintiva primordial, se separa del cuerpo viviente del mundo (y de su propio cuerpo biológico), extrañándose de él al punto de amenazarlo, hoy, con la extinción, como si fuese un enemigo externo. Y el cuerpo, tras milenios de sobrevivencia irreductible, recluido por siempre en lo inconsciente, en lo reprimido, en lo otro, reacciona a la amenaza de extinción con la crítica armada, con la locura, con la revolución “biológica”. 

Mientras toda la existencia no es más que un desierto dominado por el capital, la pasión “muda” de los cuerpos se prepara para explotar, afirmándose como “totalidad naturante”, desbaratando los proyectos cibernéticos o de clonación –que pondrían término para siempre a la partida– y revelando su carácter utópico. 

A este enunciado sigue el ataque. Un saqueo desordenado y pasional de los científicos y teóricos del capital (y de varios pensadores críticos como Horkheimer y Adorno, aunque las lecciones de Freud y Reich también son tenidas en cuenta). 

La teoría es empleada como un instrumento de intrusión para desmentir las conclusiones despiadadas que los teóricos del capital reservan a la vida, y para extraer los datos que demuestran la vitalidad irreprimible de la especie biológica frente al fracaso catastrófico de la sociedad del capital, que de ahora en más se reproduce sólo como el cáncer del mundo. 

Procediendo sobre el mismo terreno de sus enemigos, sobre el filo de la abstracción científico-filosófica, irrumpiendo en los diversos campos del pensamiento separado para incautar materiales teóricos, Cesarano logró ajustar cuentas con el mundo de la cultura y de la moda intelectual –furioso entonces y en los años siguientes, también frente al movimiento del 77–, reservando violentas invectivas al arte, a los psicoanalistas, a los terapeutas, a los expertos en lenguaje, a los futurólogos que propugnan soluciones “indoloras” para un mundo abocado a la catástrofe. 

Al mismo tiempo, logró comunicar con dramatismo su propia vivencia individual. Por un lado, da testimonio del asedio sufrido por el individuo aislado, inmerso en la cotidianidad alucinatoria en la que deambula encarnando los distintos roles económico-sociales a los que debe plegarse la “personalidad”, imposibilitada de encontrarse con los otros por el equívoco social de la circulación de los hombres reducidos a “cantidad” de capital (al menos hasta que la pasión, el riesgo y la prueba iniciática no abran camino al reconocimiento de un otro, y por tanto a lo que es de los otros). En segundo lugar, muestra el recorrido que le llevó a romper con el mundo de la cultura y del arte, en el que había vivido hasta el 68 y al que regresa, como enemigo, para saldar las cuentas pendientes por medio de la crítica y de la lucha, únicas expresiones posibles que no están inmediatamente sometidas e incorporadas al capital total. 

Varias veces se refiere a la experiencia-prueba del ácido lisérgico. 

La violencia y el dramatismo de su lenguaje, que además es rígidamente abstracto y que no abandona más el terreno del adversario, evidencian la condición “segregada” del revolucionario, aislado hasta el final del ciclo 67-70, pero decidido a utilizar su propia condición desesperada para producir su gran síntesis teórica, que anuncia como una certeza el próximo resurgimiento, definitivo, final, del proletariado revolucionario. O sabrá ser y vencer, o el capital lo arrastrará consigo a la catástrofe. La irreductibilidad del fundamento biológico de la revolución garantiza la invencibilidad de la especie. 

Tanto la fortaleza como el límite de su obra es la convicción de que la crisis del capital, prevista por el informe [«Los límites del crecimiento» (1972)] del MIT [Massachusetts Institute of Technology], así como los síntomas que revelan la crisis psíquica de la persona (locura, neurosis, ya fuera de todo control e incontenibles por estructura represiva alguna) y de la sociedad (revuelta inmotivada, saqueo y violencia colectiva, delincuencia) es irreversible y final, y obligará a la especie a vivir, por último, si no quiere desaparecer y extinguirse. 

En los años setenta, la constatación de que la catástrofe del capital amenaza realmente la sobrevivencia de la humanidad y del planeta, y la apuesta desesperada y pasional a la vitalidad de la especie ya demostrada en el ciclo de lucha recién concluido, es un rasgo distintivo, de fondo, que puede sintetizar las posiciones, aunque diversas, de toda la corriente radical en el comienzo de la nueva época. 

La fuerza de la disyuntiva: la vida contra la muerte, en lugar de proletariado contra capital, es signo de una relativa vitalidad teórica; pero también muestra la dificultad para fundar las propias razones en la contradicción específicamente social. 

Al ser omitido el hecho de que toda producción es un movimiento social bien preciso, quedó al descubierto la esterilidad de la corriente radical, que ilusoriamente, alucinatoriamente, “subió la apuesta” de sus propias afirmaciones, dirigiéndose a su propio declive y caída en el curso de unos pocos años. 

[…] 

14. Se abre una nueva fase 

En los setenta hubo una significativa ampliación de las perspectivas y fuentes teóricas de los revolucionarios, que correspondió también a un notable enriquecimiento existencial y a la experimentación de nuevas dimensiones. 

El deseo de realización práctica inmediata no encontraba salida en las luchas sociales, por lo que se intentó desarrollar una dimensión radical en la vida cotidiana. 

Las teorías inmediatistas descubrieron un vasto terreno de aplicación: la delincuencia, la locura, la experimentación sexual, fueron la verdad práctica para muchos de nosotros. 

Bajo formas comunitarias o de aventuras individuales, totalmente excluida ya la “política” de nuestros intereses, intentamos pasar a una dimensión creativa, afirmativa, que correspondiese a la exigencia teórica predominante: la de instaurar el comunismo. 

La riqueza de estas experiencias escapó en gran parte a la reestructuración posterior, pues para incluirla se habría tenido que tener en cuenta unas peripecias individuales que nunca fueron contadas. 

También tuvieron un peso considerable los movimientos de liberación sexual, feministas, homosexuales. 

En general, a pesar de los riesgos y las caídas, la experiencia total de esos años parece tan rica y compleja como el movimiento que la precedió; tanto que merece, en ocasiones, ser analizada por separado. Tomada en su conjunto, esa experiencia expresaba ya la necesidad de superar los límites de una práctica que, en sus rasgos más específicos –reconocibles en sus enunciados teóricos– tendía a perder un poco el contacto con la realidad. 

Seguramente Cesarano habría considerado positivamente insertarse en el movimiento de la segunda mitad de los setenta. Su entusiasmo por los combates de abril de 1975, que dieron inicio a la historia de la Autonomia Operaia, era patente. 

Muchos individuos y grupos manifestaron una tendencia a separarse cada vez más de la realidad, dándole un pésimo uso –entre otros– a la obra del propio Cesarano. 

Durante 1975 y sobre todo en 1976 hubo una aparente agudización del reflujo, aunque también hubo síntomas claros de recuperación, especialmente entre los jóvenes que no habían conocido en absoluto las luchas del ciclo anterior. 

Los años setenta quedaron partidos en dos con el suicidio de Cesarano. Ya dijimos que se trató de un fracaso colectivo. La contribución de Cesarano no fue para nada indiferente a este nuevo período. Él había percibido con mucha lucidez las nuevas grietas que se estaban abriendo. Estaba solo y enfrentaba graves dificultades. Había abandonado la cómoda vida familiar en su casa campestre de Toscana, incapaz de soportar el aislamiento. 

«Invariance» había acogido algunos puntos fundamentales de la teorización de Cesarano, en particular la noción de antropomorfismo del capital (44). Se disponía, por un lado, a publicar los textos que debían fundamentar positivamente la afirmación del comunismo, y por otro a dar una vasta descripción de la “errancia de la humanidad”, una síntesis de la historia que tenía similitudes con la que había escrito Cesarano. Sin embargo, en el caso de «Invariance» se trataba de un interés pasajero: el abandono de la estrecha ortodoxia marxiana habría de llevarles a abandonar el problema “revolución/contrarrevolución” desplazando su interés hacia un inmediatismo realizativo que, más allá de toda su singularidad, se puede resumir como una verdadera regresión hacia las concepciones “naturalistas” de ciertos hippies de la década anterior, naturalismo aplicado al pie de la letra, es justo decirlo, por el fundador y principal exponente de la publicación ex bordiguista [Jacques Camatte]. 

El hecho es que en gran medida la “teoría radical” se reveló en esos años como un instrumento para liberarse de la tradición marxiana, o de ultraizquierda, o revolucionaria en general; para incursionar en cambio en el oportunismo y el carrerismo, o para rehabilitar la religión, el arte, la familia represiva, etc., tal como sucedió en los años ochenta. 

15. Comunismo vs. individuo solo y alienado 

Durante el declive de los años setenta se daba por descontado que era imposible sobrevivir por mucho tiempo en la sociedad del capital sin integrarse en ella. Parecía inaceptable tratar de sobrevivir como organización durante un período contrarrevolucionario. Se hacía una crítica despiadada de los grupúsculos extraparlamentarios/bandas mafiosas en las que tendía a convertirse toda organización que pretendiera perpetuarse en la esfera política (o bien en los circuitos económicos “alternativos”, en el arte, o en cualquiera de las posturas estéticas ofrecidas como “estilo de vida”). Esa crítica se nos aplicó también a nosotros de forma despiadada, por la poca organización que habíamos creado, y se extendió además a los agrupamientos autónomos de fábrica y de barrio que nacían por esos años. Todas esas manifestaciones eran rechazadas por ser expresiones “gestionistas” condenadas a integrarse en la miseria que había que criticar y destruir. 

En este sentido, la tendencia de Cesarano es paradigmática: disolución de Ludd; ruptura con las últimas ilusiones ideológicas (la ideología cotidianista y la apología del crimen); aislamiento, hasta geográfico (en el campo toscano); dedicación a una actividad teórica de alcances casi limítrofes. 

Para nosotros el declive negaba la posibilidad de logros formales, organizativos, activistas. No obstante, el 68 había efectivamente reabierto la época de las revoluciones y en consecuencia de lo que se trataba era de forjar la teoría para hacer frente a la crisis extrema del capitalismo. Se hacía un fuerte hincapié en el contenido del comunismo. En tanto las razones que habían justificado las fases intermedias, el socialismo y la transición, estaban obsoletas, ahora se afirmaba el comunismo como superación de todas las revoluciones precedentes, como liberación de lo reprimido por la historia pasada y al interior de la psiquis de la especie. La cuestión era liberarse de toda la vieja mierda, afrontar con lucidez y profundidad aquella revolución en la revolución que había sido un rasgo tan determinante del período 68-69, y que seguía siendo la dimensión, tan particular, en la que vivían y actuaban los revolucionarios. 

El rechazo total y definitivo a proseguir la lucha bajo los términos de la “política revolucionaria”, lo cual habría supuesto inevitablemente integrarse al ser del capital, no supuso ningún desmoronamiento en el plano individual. 

El rechazo a la ideología cotidianista, a la “ideología de la crítica de la vida cotidiana”, no debe llevar a engaño. Tal rechazo no implicaba en absoluto un repliegue sobre lo “privado” o sobre el aislamiento del “teórico” revolucionario. La tensión individual seguía siendo tremenda. 

Es más. La “práctica del aislamiento” constituía una radicalización extrema de la dimensión revolucionaria, que se sustraía así a todo compromiso y seguía experimentando la aventura de la pasión individual, de la subversión de las relaciones familiares y burguesas, de la ampliación de la consciencia en todas direcciones y por todos los medios. 

«Critica dell’utopia capitale» es un ejemplo muy nítido de este último aspecto. En la obra de Cesarano es absolutamente evidente la tensión que atraviesa la individualidad misma del revolucionario: su tono dramático expresa que no se trata “solamente” de “teoría”. El ataque contra la identidad ficticia es llevado hasta el fondo. La crítica pone en tela de juicio al ego “revolucionario” mismo, a su máscara autovalorizante y a los diversos roles que está obligada a representar en la esfera irreal de la sobrevivencia. Al subrayar la naturaleza “biológica” de la revolución se clarifica, más allá de cualquier equívoco, la materialidad de la verdadera guerra

Es “guerra de amor”: de carne, sangre, sufrimiento y éxtasis. 

De esta dimensión subjetiva específica, lo que después de tantos años y tantas derrotas se le puede escapar al revolucionario que lee «Critica dell’utopia capitale», es la exigencia planteada por Cesarano, casi a priori, de rechazar toda nueva ideología. 

De hecho, mientras luchaba a fondo contra la reconciliación, bajo cualquier forma, con la sociedad del capital, debió mantener una crítica intransigente de ese neo-normativismo revolucionario, de esos nuevos modelos de “estilo de vida” que en esos años estaban tan presentes en su entorno más cercano. 

En síntesis, la lucha de Cesarano debió desarrollarse simultáneamente en varios niveles: por un lado la crítica concreta, la guerra misma, la afirmación del lado más profundo del comunismo, resolución de todas las contradicciones del desarrollo de la prehistoria, “afirmación de la especie humana”, de la Gemeinwesen del hombre. Afirmación “a título humano”, pero que no descuida en absoluto la contradicción viviente que le da sustancia: el individuo revolucionario “suspendido” sobre lo desconocido, pero en movimiento con una dirección bien precisa, hacia el éxtasis, la aventura, la pasión, bajo el látigo de su hambre de lo nuevo y lo auténtico. Así, armado sólo de capacidad crítica y de creatividad, desprovisto de experiencia histórica prefabricada, encontraba en su camino cada vez más obstáculos. 

En consecuencia, Cesarano debía evitar a toda costa recaer en una normativa de la radicalidad, en esa intransigencia formalizada cuyos efectos ya conocía. Al mismo tiempo, tenía muy en cuenta que el movimiento revolucionario en su dimensión más amplia, mundial, se estaba disolviendo en las nuevas ideologías nacidas de la recuperación del “estilo de los sesenta”. Si, por ejemplo, la experiencia de los hippies norteamericanos había constituido un aspecto nuevo y auténtico del movimiento revolucionario, ya al inicio de los años setenta el capital había hecho suya firmemente la ideología “transgresora” de los “alternativos” californianos, y la diseminaba en todos los mercados de la ideología. 

Cesarano afirmó el profundo contenido “individual” de la revolución, la crítica implacable –asumida por la revolución a partir de los años sesenta– de todas las formas de cotidianidad alienada; negó la autonomización de la teoría en dogmatismo terrorista, en esa especie de faloforia (45) de lo negativo que había tomado, en su entorno, la forma de una ideología de la “ilegalidad” y de un enaltecimiento del vandalismo y el robo; también atacó la difusión ya generalizada de fragmentos de crítica de la vida cotidiana por parte de centros culturales directamente subordinados al capital, que implicaba a amplios sectores del movimiento juvenil contestatario. 

En los años noventa el capital difunde sus propios mensajes de un modo extremadamente más directo, y no tiene ningún problema en propagar las ideologías más reaccionarias y decrépitas. Por lo tanto, ya no hace falta la verdadera proeza que Cesarano tuvo que realizar para no ofrecer un modelo ideológico de radicalidad inmediatista, ni hacer guiños a la juventud como hacía Marcuse, mientras se refería claramente al LSD y en general a la destrucción de los límites del ego. 

En «Critica dell’utopia capitale» Cesarano explica claramente cómo en el delirio esquizofrénico cae el muro con el que el lenguaje heredado encarcela la comunicación, y por tanto cae la barrera perceptiva que marca la frontera entre el Yo y el mundo, abriendo así la posibilidad explosiva de una relación dialéctica entre un individuo y otro. Al mismo tiempo, debió advertir del riesgo de la “condena privada”, que esperando “la explosión de sentido vivo experimentado como peripecia individual, ha querido prender fuego de una vez a la totalidad del propio sentido” (46). En el «Manuale di sopravivenza», por otro lado, quiso advertir contra las nuevas formas de autovalorización que transforman la experiencia “psicótica” o “neurótica” en un nuevo rol espectacular. 

Ciertamente, desde muchos puntos de vista, las cosas hoy se han simplificado. El capital ha superado ya la fase en que podía extraer de la experiencia psicodélica nuevas formas culturales y artísticas o, en otro nivel, podía anexionarse vastos sectores de las nuevas generaciones que tendían espontáneamente a la rebeldía. Lo que hoy está absolutamente en boga es el individuo descrito en «Critica dell’utopia capitale», que percibe con vértigo su propia pertenencia a un mundo Otro y que está imposibilitado de comunicarse con los demás, quienes, partícipes de la alucinación, se le aparecen como máscaras. Es, entre otras, en esta descripción del carácter alucinatorio de ese flujo continuo de relaciones alienadas que forman la cotidianidad del capital, en la que el individuo interioriza gradualmente los roles de su ciclo de valorización –en el trabajo, en la familia, en las relaciones “sentimentales” codificadas–, donde Cesarano escribe algunas de sus páginas más potentes, comprensibles inmediatamente por el revolucionario que se encuentra “perdido” en la realidad de hoy. 

Ahora, más que antes, existe el peligro del desarraigo y del desamparo total, pues falta el vínculo con un pasado reciente de revuelta generalizada.
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Notas 

42. Giorgio Cesarano, Critica dell’utopia capitale, p. 389. 
44. Giorgio Cesarano, Critica dell’utopia capitale, p. 121. 
45. Las faloforias eran celebraciones rituales efectuadas en el antiguo mundo helénico. En ellas se portaba un símbolo fálico, objeto de adoración que podía representar bien a Príapo, Dionisio u otras deidades. (NdT)
* Las cursivas son del texto original.