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«La
familia moderna contiene en germen, no solo la esclavitud (servitus),
sino también la servidumbre, y desde el comienzo mismo guarda relación
con las cargas en la agricultura. Encierra, in miniatura, todos los
antagonismos que se desarrollan más adelante en la sociedad y en su
Estado.» (Marx citado por Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado)
La
familia es una institución privada de reproducción y domesticación
social de y para el Capital en la vida cotidiana: reproducción de la
fuerza de trabajo y su división sexual, de las relaciones mercantiles, del Estado y su jerarquía, de
los roles sociales y de género impuestos, de la moral burguesa y la
psicología egocéntrica... en fin, de la miseria de las circunstancias y las subjetividades hegemónicas. La familia es el espacio donde se privatizan y
se trastornan los cuidados y los afectos.
Como dicen l@s compañer@s M.E. O'Brien y Rojo del Arcoíris: «Construid Comunas» y «Criad a les niñes de la Comuna». Criarl@s entre tod@s, porque serían hij@s de toda la Comuna. También dicen: «Las comunistas queer no queremos robarte a tu abuela, queremos que florezcan cien abuelas.» Lo mismo aplica para los padres –que no patriarcas–, las madres –que no matriarcas tampoco– y l@s herman@s, más allá del parentesco de consanguinidad: amig@s, vecin@s, etc., reunid@s y "reinventad@s" en comunidad.
«Hay vida más allá de la familia: la solidaridad como parentesco alternativo». Ese
más allá de la familia es la comunidad: no la comunidad ilusoria pero
con fuerza material del Capital, sino la comunidad real de la humanidad
emancipada del Capital gracias a la revolución social y sexual, con todas las contradicciones e imperfecciones que ésta tendría dada la catástrofe capitalista actual. Como dicen otr@s compañeros: sería un «comunismo de desastre», pero sería la única alternativa revolucionaria concreta para dejar atrás tanto el canibalismo social como el cambio climático que hoy nos acechan. Hay vida más allá de la familia... y de la catástrofe capitalista: la comunidad humana real, no perfecta pero sí real.
En otras palabras, se trata de liberar y transformar radicalmente la energía social y psíquica para el bienestar común como especie en equilibrio con la naturaleza, creando y multiplicando relaciones de solidaridad. Ni patria ni matria: fratria universal, Comuna mundial o comunidad de comunidades desde lo local hasta lo global y viceversa. Más que la "familia ampliada" del "mundo andino", los experimentos de comunidades de lucha y de vida, de resistencia y de apoyo mutuo, de l@s proletari@s rebeldes de todas partes del mundo siquiera durante el último siglo, con sus viviendas, cocinas, comedores, enfermerías y guarderías comunitarias, etc., sobre todo en tiempos de revolución y de revuelta: esas comunidades o comunas han sido, son y serán una forma germinal, tendencial y concreta de una «reproducción social insurgente» (O'Brien) y de la abolición de la familia.
En otras palabras, se trata de liberar y transformar radicalmente la energía social y psíquica para el bienestar común como especie en equilibrio con la naturaleza, creando y multiplicando relaciones de solidaridad. Ni patria ni matria: fratria universal, Comuna mundial o comunidad de comunidades desde lo local hasta lo global y viceversa. Más que la "familia ampliada" del "mundo andino", los experimentos de comunidades de lucha y de vida, de resistencia y de apoyo mutuo, de l@s proletari@s rebeldes de todas partes del mundo siquiera durante el último siglo, con sus viviendas, cocinas, comedores, enfermerías y guarderías comunitarias, etc., sobre todo en tiempos de revolución y de revuelta: esas comunidades o comunas han sido, son y serán una forma germinal, tendencial y concreta de una «reproducción social insurgente» (O'Brien) y de la abolición de la familia.
2
En la perspectiva de la
autoemancipación/autotransformación integral de la humanidad
proletarizada de todos los géneros y edades, hay que ir más allá del
feminismo posmoderno, del psicoanálisis y del marxismo tradicional al
mismo tiempo.
La revolución social es inseparable de la revolución sexual (Reich y Marcuse). Y ésta tiene que ver más con la subversión de las relaciones de poder –material e históricamente determinadas– entre hombres y mujeres y entre adultos y niñ@s, que con preferencias sexuales, formas de identificarse, vestirse y hablar, número de parejas y de orgasmos. La abolición de la familia es inseparable de la abolición de la propiedad privada y del Estado (Engels, Bordiga, Kollontai y Cooper la tenían clara). La abolición del género es inseparable de la abolición de la clase y del valor (las feministas marxistas autónomas y l@s comunizador@s la tienen clara). Todas estas categorías, claro está, entendidas como relaciones sociales e históricas; por tanto, como relaciones transformables, revolucionables.
Lo cual implica, además, la abolición de todos los roles e identidades sociales y sexuales propios de esta sociedad de la mercancía y del espectáculo: viejos y nuevos, normales y "alternativos", "heteronormados" y no "heteronormados", etc. En este terreno, la lucha de l@s explotad@s, oprimid@s y excluid@s revolucionari@s también se dirige contra el "capitalismo rosa".
He ahí algunas claves socio-sexuales para (re)pensar y luchar por el comunismo en el siglo XXI; mejor dicho, la comunización de la vida: desde la comunización de los medios de producción y de consumo hasta la comunización de los cuidados, los afectos, los vínculos, los deseos, los imaginarios, los lenguajes, etc.
Es en este contexto donde adquiere sentido y potencia subversivos, por ejemplo, un tema importante dentro del «patriarcado productor de mercancías» (Scholz): el tema de "las nuevas masculinidades", incluidas las paternidades. De lo contrario, este tema no pasa de ser un conjunto de adultos funcionales, "deconstruidos", y "políticamente correctos" para la izquierda posmoderna y progresista del Capital. E incluso sólo de adultos funcionales, porque "resuelven" las obligaciones varias de la sobrevivencia mercantil y patriarcal, dentro de sus normas y sus roles (ej. hombre = proveedor y protector de su mujer y sus hij@s, etc.), por más que a ésta se la maquille o disfrace de algo diferente y hasta contrario de lo que en realidad es: la dictadura social y cotidiana del Trabajo/Capital sobre el proletariado de ambos sexos.
La revolución social es inseparable de la revolución sexual (Reich y Marcuse). Y ésta tiene que ver más con la subversión de las relaciones de poder –material e históricamente determinadas– entre hombres y mujeres y entre adultos y niñ@s, que con preferencias sexuales, formas de identificarse, vestirse y hablar, número de parejas y de orgasmos. La abolición de la familia es inseparable de la abolición de la propiedad privada y del Estado (Engels, Bordiga, Kollontai y Cooper la tenían clara). La abolición del género es inseparable de la abolición de la clase y del valor (las feministas marxistas autónomas y l@s comunizador@s la tienen clara). Todas estas categorías, claro está, entendidas como relaciones sociales e históricas; por tanto, como relaciones transformables, revolucionables.
Lo cual implica, además, la abolición de todos los roles e identidades sociales y sexuales propios de esta sociedad de la mercancía y del espectáculo: viejos y nuevos, normales y "alternativos", "heteronormados" y no "heteronormados", etc. En este terreno, la lucha de l@s explotad@s, oprimid@s y excluid@s revolucionari@s también se dirige contra el "capitalismo rosa".
He ahí algunas claves socio-sexuales para (re)pensar y luchar por el comunismo en el siglo XXI; mejor dicho, la comunización de la vida: desde la comunización de los medios de producción y de consumo hasta la comunización de los cuidados, los afectos, los vínculos, los deseos, los imaginarios, los lenguajes, etc.
Es en este contexto donde adquiere sentido y potencia subversivos, por ejemplo, un tema importante dentro del «patriarcado productor de mercancías» (Scholz): el tema de "las nuevas masculinidades", incluidas las paternidades. De lo contrario, este tema no pasa de ser un conjunto de adultos funcionales, "deconstruidos", y "políticamente correctos" para la izquierda posmoderna y progresista del Capital. E incluso sólo de adultos funcionales, porque "resuelven" las obligaciones varias de la sobrevivencia mercantil y patriarcal, dentro de sus normas y sus roles (ej. hombre = proveedor y protector de su mujer y sus hij@s, etc.), por más que a ésta se la maquille o disfrace de algo diferente y hasta contrario de lo que en realidad es: la dictadura social y cotidiana del Trabajo/Capital sobre el proletariado de ambos sexos.
3
En algún momento no lejano, sería interesante y fructífero realizar una exploración libre de prejuicios, dialógica y fraternalmente crítica del llamado "marxismo queer", de la "crítica del valor-disociación", de la "lógica y distinción de género" en la teoría de la comunización, así como también de expresiones no teóricas y no europeas de subversión socio-sexual.
Teniendo claro que no se trata de un asunto académico, sino de un asunto político. Porque el reto es no quedarse en la teoría y el discurso individuales, sino pasar a la acción colectiva y revolucionaria. Aquí dejo un ejemplo actual para quien le interese: El comunismo destruye la familia. Sobre la abolición de la familia y la comunización de los cuidados – Rojo del Arcoíris Vol. II (febrero de 2023).
Locura Proletaria
Quito, diciembre de 2023
Quito, diciembre de 2023
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