Nota de LP: Excelente artículo sobre la dictadura de la economía y su inhumano
progreso, la alienación/depresión generalizada y cómo enfrentarla desde
una perspectiva anticapitalista, comunista. Tomado del boletín Comunidad de Lucha (Santiago de Chile), 31 de mayo de 2018 (las negritas son nuestras):
A mayor desarrollo económico, mayor atomización
El progreso, que no es sino el desarrollo tautológico de la economía
por sus propios medios, para su propia autoreproducción, supone el
sumergir a cada vez más humanxs en una forma de subsistencia consistente
en poner la vida al servicio de este desarrollo, lo que se traduce en
la práctica a levantarse cada mañana para abordar las máquinas, por
cierto atestadas de otrxs en similares condiciones a la nuestra, que nos
llevan al claustro de los centros productivos, en los que debemos
rendir cuentas todo el día a quienes muchas veces preferiríamos
partirles la cara –aunque muchas veces su situación sea similar a la
nuestra–, para luego abordar las mismas máquinas de vuelta al claustro
habitacional de nuestras casas o de lo que llamamos nuestros hogares.
Estando la actividad humana encadenada al ciclo cotidiano del
TRABAJA/CONSUME/DUERME, y desarrollándose ésta en un espacio cada vez
menos pensado en las necesidades humanas y cada vez más para la
circulación de humanxs-mercancías, es de esperarse que las relaciones
humanas se vean cada vez más mermadas: las relaciones interpersonales
están ancladas a los centros productivos, y quienes generen encuentros
de camaradería afectiva fuera de los horarios asfixiantes de éstos deben
sortear los obstáculos del dinero (necesario para ‘recrearse’), del
tiempo y, cómo no, contar con la energía suficiente restante de la
jornada laboral. Esto no podría sino hacer de la incomunicación y el
aislamiento unas de las características dominantes en la vida de cada
persona. De ahí que nos enfermemos con lo que la ciencia del Capital
llama comúnmente como depresión, el ‘resfriado común’ de la psicología.
Claro que esto no le importa a quienes dominan sino hasta que es un
problema para la economía, como evidencia la Organización Mundial de la
Salud cuando advierte en su último informe sobre salud mental que ‘la
caída de la productividad y otras dolencias médicas vinculadas a
la depresión tienen un alto coste global, que la OMS cifra en un billón
de dólares al año’, o que ‘por cada dólar invertido por un país en salud
mental, se ahorra otros cuatro en trabajo (al generar mayor
productividad laboral) y en salud (al evitar tratamientos contra estas
patologías)¹. Es decir, la tristeza
apabullante que agobia a la humanidad no es un problema mientras no se
interponga en el camino del desarrollo económico, y si se le tiene en
consideración, es sólo a propósito de este mismo desarrollo.
De paso, el
mismo informe advertiría que Chile lidera el ranking de depresión²,
que por cierto implicaría grandes pérdidas monetarias para el Capital
local a propósito de la cantidad de licencias médicas emitidas a causa
de este ‘trastorno’. Esto probablemente debido a la atomización humana
inherente al desarrollo económico, pero sin una estructura lo
suficientemente fuerte para ‘contener’ los síntomas de este mismo
desarrollo, como suele ocurrir en los llamados ‘países en vías de
desarrollo’. Y no es que en los países centrales de acumulación
capitalista la gente no enferme de tristeza y soledad, pero su
enfermedad ha sido lo suficientemente encauzada en los canales del
progreso como para que esto no suponga un problema considerable para la
economía.
Y teniendo en cuenta este panorama de desolación global y
generalizada, otros datos entregados por este informe, como aquellos que
indican que la depresión se extendió un 20% más en la población global
los últimos 10 años, o que casi 800.000 personas se suicidan cada año en el mundo,
lo que equivale a un suicidio cada cuarenta segundos, no serían sino un
dato secundario al lado de aquel que advierte la afrenta que supone para
la economía que enfermemos de tristeza, soledad y estrés (sea por
exceso de trabajo o por falta de él).
Contra esto, debemos tener claro que la guerra que libramos contra el
Capital y sus agentes (incluso contra aquellxs que nos interpelan en
nombre de nuestra propia salud) no es menos importante que nuestras
prácticas por romper con nuestro propio aislamiento. Habría que ser muy
iluso para creer que uno acaba con su propia alienación simplemente
oponiéndose a la alienación generalizada; en cambio, un primer paso para
la re-construcción de vínculos de camaradería afectiva genuinos podría
ser el constatar la propia alienación y miseria, tomando nota de lo que
esta produce en nuestras propias relaciones interpersonales, incluso con
nuestrxs más cercanxs y entre ellxs: como la neurosis y frustración que
entrañan nuestras relaciones afectivo-sexuales, la imposibilidad de
establecer contacto real con el otrx, la incomunicación con quienes
suponemos nuestrxs seres amadxs, el sentimiento generalizado de soledad
en compañía, la necesidad de constituir nichos identitarios…
La lucha para la reconstitución de una comunidad humana pasa también
por poner en práctica formas de afecto y confraternización que sirvan,
por un lado, para la experimentación de formas de comunidad que entren
en contradicción con la socialización enfermante del Capital, y, por el
otro, para nuestra propia reconstitución y sanación personal: una
práctica colectiva para la reconstitución personal. Si bien estas
prácticas no serían más que mero comunitarismo si a la vez no apuntasen
al corazón mismo de la alienación generalizada -es decir, a esta forma
concreta de producir la vida, su base material (que es la raíz común de
nuestra miseria psíquica, física, afectiva, sexual, etc.)-, creemos que
el autocuidado y que el cuidado entre nosotrxs mismxs son parte
fundamental en la constitución de comunidades que entren en ruptura con
la comunidad ilusoria del Capital, pues creemos que la guerra contra la
domesticación debe librarse también contra nuestra propia domesticación
internalizada.
2. www.biobiochile.cl/chile-lidera-ranking-depresion-oms (si bien no se advierte en la nota citada qué países o regiones participarían en dicho ranking)
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