Nota de LP:
Excelente, bello y potente texto del 2016 de unos compañeros de Asturias sobre la muerte por enfermedad de uno de los suyos, en el cual se logra condensar y expresar con claridad y fuerza la crítica total y radical, la crítica comunista de la Medicina (ergo, de la psiquiatría) como parte esencial de la crítica comunista o la crítica radical y total de la sociedad capitalista.
***
ZEKI IN AETERNUM
«Oh, caballeros, la vida es corta…
Si vivimos, vivimos para marchar sobre la cabeza de los reyes.»
Shakespeare. "Enrique IV"
El 4 de
septiembre del 2016, el corazón de nuestro compañero Zeki dejaba de
latir. Su cuerpo sucumbía ante una enfermedad contra la que luchaba
desde hacía tiempo y que finalmente apagó su gran fortaleza y energía.
Ni queremos ni podemos dejar pasar su muerte sin decir algunas cosas.
Pero que no se nos entienda mal. El que espere leer aquí la inagotable
enumeración de elogios que se escribe tras la defunción de un ser
querido, o busque una fuente para avivar el sentimiento de nostalgia, se
equivoca. Nuestro compañero mismo no nos lo permitiría. Y nosotros
tampoco. Sí conocimos a Zeki, sí consolidamos fuertes y sanos lazos
humanos con él, sí compartimos todo tipo de momentos y sentimientos, sí
hasta el último momento, hasta que ya sus fuerzas se encontraban
terriblemente debilitadas, nuestro compañero nos eligió para tenernos a
su lado, ello se debió sobre todo a lo que nos unía: la lucha por la
vida, la lucha por abolir la sociedad de clases, la revolución social…
No puede
ser más que desde esa perspectiva que escribamos estas líneas, no para
dedicarle un texto a nuestro compañero, sino para afirmar con él ante su
muerte esa perspectiva y expresar que siempre permanecerá presente allí
donde nuestra clase se rebele y se organice. Su acción militante se
funde ya con la de millones de combatientes anónimos que nutren la
historia del proletariado mundial y las filas de la revolución. Esa
acción militante también está presente en estas líneas que hoy
escribimos tras su dolorosa pérdida. Nuestra intención es denunciar su
enfermedad y muerte como una consecuencia de la sociedad actual;
denunciar todas las falsas soluciones y alternativas que este mismo
sistema genera, y reivindicar una vez más junto a él, que no hay otra
alternativa a todos los problemas sociales que la revolución social.
Así es,
para nosotros es totalmente claro que la enfermedad que lo mató, el
cáncer, no tiene nada de natural ni de individual sino que como muchas
otras enfermedades y catástrofes que hoy padecemos es producto de la
relaciones sociales capitalistas que en forma cada vez más brutal se
contraponen a toda la vida en el planeta. La vida humana se encuentra
hoy atrapada en los campos de concentración capitalista que han
colonizado la Tierra. Hasta los actos más elementales para vivir se
encuentran determinados no por nuestras necesidades vitales, sino por la
tasa de ganancia. No es otra la razón por la que cosas tan
fundamentales y primarias como el agua que bebemos, la comida que
ingerimos, el aire que respiramos, los hogares que habitamos, o las
relaciones cotidianas que se dan entre los seres humanos contengan cada
vez menos vida y más veneno, menos salud y más enfermedad. Sólo un
imbécil puede disociar la enfermedad de nuestro compañero de las
condiciones de existencia capitalistas.
Pero no
sólo es esa enfermedad generada por la catástrofe capitalista la que
mató a nuestro compañero. La ciencia, materializada en este caso en la
medicina aportó su buen sacado de arena. Efectivamente, ante la
enfermedad generalizada que sufre la humanidad, el capital responde con
más veneno. La medicina, siguiendo las directrices de la ciencia, cuyos
conocimientos y fundamentos han sido históricamente determinados por la
dictadura del capital, aplica todo tipo de métodos y “sanaciones” que
debilitan aún más la salud. Sustancias tóxicas, experimentaciones,
mutilaciones, y un largo etcétera de barbaridades son la moneda de curso
corriente. Con nuestro compañero sufrimos todo este proceso, discutimos
las contradicciones, peleamos contra todo tipo de dificultades para
tratar de asumir colectivamente esa lucha,… Todo ese proceso nos
refuerza en nuestra crítica a la ciencia.
Pero no
nos olvidemos de las “alternativas”. Hay “alternativa” para todo. Para
la contaminación, para la alimentación, para el trabajo, para el
aislamiento, para la vida cotidiana, y por supuesto para la salud y la
medicina. Como en todos los demás terrenos, con la enfermedad de nuestro
compañero volvimos a constatar que en la medicina todas esas
alternativas no pueden ser otra cosa que más de lo mismo. Es evidente
que hay toda una resistencia milenaria de la humanidad a la dictadura
del valor en todos los terrenos sociales, y que es parte inseparable de
nuestra comunidad de lucha, pero aislada de esa comunidad, presentada
como una solución en pleno capitalismo, como una alternativa real, no
hace más que salvaguardar esta sociedad. El capitalismo es una
totalidad, no hay escapatoria en este cementerio, no hay alternativa
real salvo la revolución. La más mínima necesidad humana pide a gritos
la revolución. Uno puede en ocasiones tratar de alimentarse de forma
menos nociva, intentar tener la mente menos intoxicada, tratar de
castigar menos el cuerpo, intentar trabajar lo menos posible… pero de
ahí a creer que por hacer esto se está trazando una alternativa… El
problema de la humanidad es social, no individual. En la salud, como en
todo lo demás, quien individualiza el problema está ocultando consciente
o inconscientemente la raíz social del mismo.
Todo esto
que vivimos con el compañero desde que conoció su enfermedad nos
recordó ese ABC de la lucha revolucionaria. El capitalismo es una
totalidad que se contrapone a la vida, no hay alternativa posible en su
interior, no hay exilio posible. Sólo la revolución proletaria puede
imponer las necesidades humanas y destruir todo este viejo mundo. Sólo
las tareas que sirven realmente a esas perspectiva histórica son
verdaderamente importantes. En esas tareas la existencia de nuestro
compañero perdurará para siempre. El proletariado, la comunidad de
lucha, no es una suma de individuos, es un ser colectivo que rompe todas
las barreras temporales y geográficas. En ese ser colectivo el corazón
de nuestro compañero sigue latiendo con fuerza, sigue acelerándose allí
donde se conspira contra el capital y el Estado, allí donde se azota a
la burguesía, al reformismo, a la democracia, al progreso, a la ciencia y
a todas y cada una de la expresiones del capital, sigue enamorándose
allí donde el humo de la revuelta advierte que hay vida antes de la
muerte y clama por recuperar su lugar. Con su pérdida se nos va un
pedacito de nuestra vida, pero también él nos entregó con generosidad un
buen pedacito de la suya que nos acompañará siempre y nos impulsará en
esta inmensa e interminable batalla que tarde o temprano mandará toda
esta mierda al basurero de la historia.
Compañero Zeki… ¡presente!
Biblioteca Subversiva Crimental
[Tomado de Materiales. Las negritas son nuestras.]
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