COMPAÑEROS HOSPITALIZADOS,
Ser
un alienado es ser extraño a sí mismo, no estar en control de sí. Lo
que nos resulta extraño es el mundo al que hemos sido arrojados. El
primer choque es el nacimiento. No hemos elegido ni nuestra familia, ni
nuestro nombre, ni la moral de los demás, ni la explotación capitalista.
Nos negamos.
Y
estamos condenados, estamos condenados al encarcelamiento: sin la
asistencia de abogados. Somos los únicos que no disponemos de medios
legales para defendernos de unas leyes que no hemos elegido.
Vemos a la sociedad que nos hizo y luego nos deshizo aislándonos.
Queríamos
escapar de las estructuras, de las prohibiciones, de las formas
impuestas, y cada uno de manera individual (alcohol, suicidio, rechazo
categórico del contacto con los demás y a veces incluso de la realidad).
Esta
actitud crítica pero solitaria nos ha llevado a ser encerrados en
Vaucluse por la policía, garante del orden capitalista, por los médicos
de la enfermería de la Prefectura, tras una denuncia, o después de haber
sido empujados más o menos, con odiosos chantajes, por miembros de
nuestras familias.
No nos hagamos la pregunta: los locos son
ellos. La sociedad es un desastre y está dirigida por imbéciles, todos
los cuales son cómplices de su existencia sin darse cuenta de que
también son sus víctimas. Pagan impuestos para mantener a los policías
que les ponen multas, a los ejércitos para enviar a sus hijos a la
muerte. Nosotros mismos hemos cotizado, trabajando, a la Seguridad
Social y:
ES ENTONCES CON NUESTRO DINERO QUE SE PAGA A LOS ENFERMEROS Y A LOS MÉDICOS.
Pagamos a los médicos y ¿qué hacen ellos?
Desde Freud, nada.
Para Freud, desde el nacimiento, el individuo entra en conflicto con la Sociedad.
En
lugar de tratar a la sociedad, manipulamos a los individuos exacerbados
por ella, les ponemos etiquetas dogmáticas con nombres bárbaros
(psicóticos, maníaco-depresivos, esquizofrénicos, etc.) y los metemos en
complejos, como Vaucluse.
Nos tratan como objetos y al mismo tiempo nos piden que nos comportemos como seres responsables.
No
podemos opinar sobre el trato y el maltrato que hemos sufrido. ¿Nos
toman por imbéciles? Y además, incluso los imbéciles, como han
demostrado los experimentos, tienen una mayor afectividad que quienes
los cuidan.
¿Qué se hace en los asilos?
– Nos aíslan aún más de la sociedad y
luego nos liberan en un estado de mayor privación social que antes. La
pobreza de los trabajadores sociales proviene del hecho de que, como
principiantes, habiendo completado tres años de estudio después del
bachillerato, sólo ganan 1.280 francos al mes, que es el coste de 8 días
de hospitalización para un paciente: un paciente que a menudo permanece
más tiempo del necesario porque su alta no ha sido gestionada
socialmente.
También estamos aislados los unos de los otros: esto
es también una consecuencia de la avaricia de la sociedad carcelaria:
la falta de comodidades materiales, de cigarrillos, y a veces de comida,
provoca conflictos entre nosotros. Nos peleamos por nada, porque no
tenemos nada. Tenemos que hacer reivindicaciones materiales: ¿por qué
suben los precios en las cafeterías de Vaucluse y no los pagos
pecuniarios? ¿Por qué los calculan siempre en base al sello de 40
céntimos? Ya que están en ello, ¡qué también retrocedan tomando como
base el sello de 30 céntimos!
Los enemigos son la Administración, a la que el gobierno proporciona escasos créditos.
¿Qué se hace fuera de los asilos?
Un
grupo de Información sobre Asilos (G.I.A., 73 rue Buffon PARIS 5) habla
de nosotros con buena voluntad. Allí hay enfermeras y psiquiatras, pero
prácticamente nunca están los pacientes, que son los únicos
interesados. Debemos darles nuestro testimonio. Sin embargo, uno de sus
miembros estimó que «las personas internadas están embrutecidas por los
neurolépticos», por lo que se ocupan de nuestros problemas entre ellos
sólos.
DEBEMOS CONTAR SOLAMENTE CON NOSOTROS MISMOS Y UNIRNOS.
Tenemos que:
– Formar grupos de información sobre los métodos fascistas de ciertos médicos y sobre los procedimientos coercitivos
– Exigir que se conozcan los sinsentidos escritos en los expedientes y que se nos expliquen
– Preguntar por los nombres de todos nuestros medicamentos y exigir la lectura de su acción en el diccionario Vidal
–
Negarse a experimentar con nuevos fármacos, uno de los cuales ha dejado
ciegos a unos pacientes en el Vaucluse… Y lo que es más, ¡el médico
jefe era pagado por el laboratorio!
– Exigir que se aumente la
plantilla de enfermería integrando psicoterapeutas, ya que hasta ahora
sólo curan los procedimientos freudianos. Dar unas cuantas drogas y
someter a alguien cuyos problemas de la infancia no se han resuelto a un
mes en un microcosmos carcelario es como enyesar una pata de palo.
NO OLVIDEMOS:
–
Que los médicos sufren incoherencias administrativas y arrebatos
delirantes de policías borrachos que se atreven a traernos aquí.
–
Que un interno gana 1.500 francos al mes y, en teoría, no tenga derecho
a trabajar fuera de los hospitales y clínicas a los que está adscrito,
– Que un asistente psiquiátrico a tiempo completo recibe 2.800 francos al mes
–
Que los médicos, si bien son de cultura burguesa, se pusieron en huelga
a principios de 1972 y que, aparte de los «amarillos», desde hace dos
años se niegan a cumplir el internado de psiquiatría (cuyos temas son de
una estupidez angustiosa)
– Que el médico que, por la estupidez
de los policías, recibe a un desgraciado que ha tenido la mala idea de
sufrir un infarto delante de un bar, sabe que está perdiendo su tiempo, y
la Seguridad Social está perdiendo dinero. En cuanto a la persona que
ha sido internada injustamente, corre el riesgo de no poder encontrar un
trabajo y será inscrita permanentemente en el fichero de dementes. Los
equipos de atención también son explotados y pueden tener intereses
relacionados con los nuestros. No deben ser sistemáticamente condenados
al ostracismo.
EN CADA SALA, DEBEMOS
– Organizar
psicodramas de paciente a paciente, en los que un paciente interpreta el
papel de un médico u otra persona y otra persona reproduce el papel. No
se trata de prácticas terapéuticas, sino de simulaciones permiten,
gracias al humor, de tomar distancia respecto de las relaciones reales y
las caricaturizan a través del juego, para ser más conscientes de las
limitaciones que se viven en ellas.
– Reunirnos entre pacientes,
formar grupos sobre la base de este manifiesto. Los grupos se
organizarán de forma que los que salgan del hospital sean sustituidos.
– Formar minisindicatos.
– No caer en la trampa permanente de aislarnos en microgrupos antagónicos como:
- los alcohólicos
- los que desprecian a los alcohólicos llamándolos «pervertidos»
- los que buscan disociarse de los demás porque sólo están «cansados» y en Vaucluse «por casualidad»
–
¡¡No rechazar a ciertos pacientes como «lunáticos irrecuperables»!!
Sufren la misma represión que el resto de nosotros. Ayudémosles, y ellos
pueden ayudarnos: las respuestas más extravagantes son a menudo las más
innovadoras.
– Aceptemos una relativa colaboración, cuando sea posible, con las enfermeras y los médicos.
PLANTEEMOS PREGUNTAS
Juntemos
a varias personas para escribir nuestras quejas sobre el funcionamiento
de Vaucluse y llevemos nuestras conclusiones en un sobre cerrado y en
persona a los iniciadores de la A.R.M. para descentralizar la
información y las propuestas, es decir a : BETTY ou MM. CEKALSKI, DAUCE,
VINCENT (los cuatro pacientes de la sala 8 del Dr. BARTE).
Desde
el exterior, para evitar cualquier interceptación del correo, que se
nos escriba a: para la ARM, con los cuidados del GIA, 73 rue Buffon
PARIS 5.
Es un rechazo radical a la sociedad impuesta que nos ha
traído hasta aquí. Estamos en un callejón sin salida porque sólo hemos
protestado individualmente, unos huyendo en síncopas haciendo
desaparecer la realidad, otros olvidándola en el alcohol, otros por un
rechazo total llamado esquizofrenia o por la negación de los otros que
vienen con sus mezquindades, la ridiculez de la seriedad y las guerras.
Hemos fracasado aquí y es aquí donde debemos empezar de nuevo
agrupándonos en los pabellones, luego todos con reuniones de delegados
de pabellón y un periódico.
AGRUPÉMONOS PARA COMENZAR ACÁ MISMO EN VAUCLUSE,
Vaucluse, 4/12/1972
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