viernes, 3 de noviembre de 2017

Historia de la Antipsiquiatría

Nota de LP: El texto que sigue a continuación es un muy buen resumen introductorio y crítico de la historia de la Antipsiquiatría desde una perspectiva social y "políticamente" anticapitalista. Lo hallé en el blog de la Colectiva Antipsiquiatría (con fecha 2014) y luego también en el blog de la Liga Anti Psiquiátrica (con fecha 2010). De mi parte, un par de comentarios puntuales que me parecen necesarios:
- Sobre este texto: a pesar de que es introductorio y centrado sólo en Europa, el texto es muy bueno, en primer lugar, por hablar de este tema del cual se habla poco o no se habla; luego, porque es informativo a la vez que contextualizador, con un buen nivel de rigor teórico, claro en su forma de exposición; y, sobre todo, porque es crítico de toda la sociedad capitalista, de sus relaciones de dominación en el campo de la psiquiatría y del propio movimiento antipsiquiátrico.  
Mencionar también que, al menos en la versión de la Colectiva Antipsiquiatría, este texto constituye la introducción a una recopilación de textos del Fanzine "Enajenadxs" (Madrid-España, entre el 2000 y el 2003), condumio a su vez del libro "¡Uníos Hermanxs Psiquiatrizadxs (UHP) en la guerra contra la mercancía" (2006); el cual me parece un libro simplemente clave y guía para este blog antipsiquiátrico-anticapitalista, por lo que lo estoy releyendo y lo publicaré aquí próximamente. (Puede ser que el enajenado y anónimo autor de ambos textos sea el mismo.)
- Sobre este blog: dicha introducción me sirve, a su vez, como una introducción a distintos hitos clave de la antipsiquiatría histórica: Szasz, Cooper, Laing, Basaglia, Foucault, Deleuze, UHP, etc. A los cuales iré publicando y comentando en este blog, uno por uno de aquí en adelante, según sea posible, según lo vea necesario y "según mi solo deseo". Por eso es que este blog es de carácter exploratorio de la propia "enfermedad mental" como una trinchera-límite de resistencia humana proletarizada contra la inhumana, fetichista y genocida dictadura de la mercancía y el dinero. Exploratorio, por lo tanto, de la(s) antipsiquiatría(s)... y más allá de ella. Lo cual será un ir y venir en espiral. 
- Sobre la antipsiquiatría: mi interés por la antipsiquiatría no es sólo "personal" (mi "tratamiento" psiquiátrico/antipsiquiátrico) sino también "político", mejor dicho antipolítico (antipsiquiatría-antipolítica-anticapitalista); es decir, me interesa como una parte y sólo una parte de la lucha proletaria anticapitalista, revolucionaria, por el comunismo y la anarquía siempre, que es total o no es. Y digo esto porque existen corrientes antipsiquiátricas que políticamente van desde socialdemócratas hasta neoliberales, así como también existen corrientes antipsiquiátricas que no sólo "no son políticas" sino que no se salen de su enclaustramiento "científico". E incluso cuando, históricamente, durante "el segundo asalto proletario a la sociedad de clases" (1968-1977), llegó a ser una parte real del movimiento social revolucionario real, la antipsiquiatría también se llegó a parcializar en cuanto tal y, por tanto, llegó a dividir y debilitar a dicho movimiento global contra el Capital-Estado global; el que, por su parte, también le restaba importancia y le marginaba. Porque en esos casos y hasta hoy en día, el problema es toda ideología parcializadora de la lucha total o unitaria del proletariado de todos los sectores (ej.: el sector de la salud), colores, sexos, edades, países... y enfermedades... ¡uníos! Lo mismo le ha pasado a la lucha anticarcelaria, por poner el ejemplo más cercano en el marco de una sociedad carcelaria-panóptica. Y eso pasa cuando en el movimiento de las luchas contra las distintas formas de la opresión se extravía, según Lukács y Debord, la categoría revolucionaria fundamental: la totalidad. Porque la revolución social es la revolución de todas y cada una de las relaciones sociales y de todos y cada uno de los aspectos de la vida cotidiana, o no es. Es total o no es. Y el proletariado, no obstante su heterogeneidad y sus divisiones impuestas, es uno solo. Su lucha es una sola: la lucha por las necesidades y deseos humanos contra la dictadura social del "Moloc Valor". Por lo tanto, la lucha proletaria por la revolución social es total o unitaria, o no es. 
Todo esto ya lo tenía claro el antipsiquiatra revolucionario e internacionalista David Cooper en 1967: “… la Antipsiquiatría es política y subversiva, por su misma naturaleza, con respecto al represivo orden social burgués (…) Antipsiquiatra es quien está dispuesto a correr los riesgos involucrados en alterar progresivamente y radicalmente la forma en la que vive. El o la antipsiquiatra debe estar dispuesto a abandonar los mecanismos de seguridad de la propiedad (más allá del mínimo necesario), los juegos monetarios explotadores y las relaciones estáticas, confortables, de tipo familiar, oponiéndoles la solidaridad y la camaradería (…) Debe estar dispuesto a ingresar en su propia locura, quizás hasta el punto de ser invalidado socialmente, ya que si así no lo hace, no estará capacitado. La Antipsiquiatría es una parte necesaria y urgente de la revolución permanente, de lo contrario no es nada”.
Y también lo tenía claro la Red Internacional de Alternativa a la Psiquiatría en 1975: "La etapa de máximo desarrollo de las ideas y prácticas antipsiquiátricas (años 60-70) coincide con el último gran periodo revolucionario, en los que los cimientos de todo un sistema se tambalearon. Mayo del 68 y los situacionistas, los movimientos antimilitaristas, los autónomos italianos de los 70 y en general, todos los movimientos sociales que eclosionaron en esa época, influyeron y fueron influenciados por la antipsiquiatría. En 1975 se funda en Bruselas la llamada Red (Réseau) Internacional de Alternativa a la Psiquiatría (Elkaïm, Guattari, Jervis, Castel, Cooper, Basaglia, Bellini…) cuyos principios básicos ilustran perfectamente la conciencia política de los antipsiquiatras: “… Las luchas concernientes a la salud mental deben insertarse en el conjunto de las luchas de los trabajadores por la defensa de la salud y en forma coordinada con todas las luchas de las fuerzas sociales y políticas por la transformación de la sociedad. No se trata para nosotros de obtener tolerancia para la locura, sino de hacer comprender que la locura es la expresión de las contradicciones sociales contra las que debemos luchar como tales. Sin transformación de la sociedad no hay posibilidad de una psiquiatría mejor, sino sólo de una psiquiatría opresora.”"
Por lo expuesto, la antipsiquiatría hoy en día debería ser recuperada del olvido o la amnesia histórica dentro de la memoria colectiva de la clase de los proletarios que, como decía el SPK y también UHP, equivale a decir la clase de los enfermos y los pacientes en lucha contra la causa radical misma de su enfermedad: la sociedad capitalista de clases y fetiches mercantiles. Debería hoy en día dejar de ser marginada y, por el contrario, ser integrada en una "síntesis revolucionaria del futuro" (2015), en el sentido de que "calza" perfectamente con lo que dicen sus autores -los amigos de Anarquía y Comunismo- de que "algunos de los desarrollos más fructíferos para la futura síntesis revolucionaria no encanjan en ninguno de los comportamientos que los militantes disponen para entender el mundo, y sin embargo son profundamente revolucionarios." Sí: sobre todo por aquello de que "no encaja en ninguno de los comportamientos" de los militantes ni del resto de "prolenfermos", por seguir siendo "anormal" y tabú, es que la antipsiquiatría anticapitalista debería ser recuperada, integrada y potenciada junto con "la nueva crítica del valor, la teoría de la comunización y la ecología social radical" dentro de tal nueva síntesis revolucionaria.
Esto por varias razones de fondo. Porque la enfermedad es inextirpable de la especie humana y, al mismo tiempo, asumible y transformable cuando se hace de ella un arma contra el Capital-Estado y su poder médico. Porque sobrevivimos y luchamos en una sociedad enferma en tanto que alienada (esquizofrénica, fetichista, necrofílica, mitómana o ideológica) y, al mismo tiempo, medicada, psiquiatrizada, "terapéutica", donde sin embargo existe un gran malestar social que se manifiesta en forma de "epidemia depresiva" y de suicidios. Porque la problemática de la enfermedad y la salud mentales tiene que ver directamente con el poder social y político de decidir sobre la vida y la muerte de unos y otros, es decir con "el poder de los poderes" o el "poder total". Y porque, por lo tanto, para ser total o integral, la revolución o la autoliberación humana no sólo debe ser social y ecológica, sino también psicológica... o no será (en esto y sólo en esto tenían razón los ex-Comunistas por la Autoliberación Integral en su "Proyecto de Tesis de Orientación" del 2009), toda vez que la autoalienación humana y, por consiguiente, la autodesalienación humana no sólo es material o física, sino también -y quizá principalmente- psicológica, dado que la psique humana en realidad es parte del cerebro social y el cerebro es materia históricamente evolucionada y autoconsciente, mediante la praxis (no sólo mediante el trabajo). Así como el comunismo es, entre otras cosas, la ruptura del ego o "yo" capitalista a la vez que un sujeto histórico empírico consciente de sí mismo en tanto que movimiento real de negación y superación de todo este absurdo y mortal orden social o "normalidad" impuesta... desde la cuerda y vital "locura" proletaria revolucionaria de todas las épocas y todos los lugares del planeta.

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HISTORIA DE LA ANTIPSIQUIATRÍA
Introducción

“El terror actúa poderosamente sobre el cuerpo a través de la mente, y ha de emplearse en la cura de la locura.” - Doctor Benjamin Rush, padre de la psiquiatría norteamericana, 1818.

Aunque el término Antipsiquatría lo acuñó el terapeuta y filósofo David Cooper en su conocida obra “Psiquiatría y Antipsiquiatría” (1967), el comienzo de este movimiento podemos situarlo en 1957 cuando el psiquiatra norteamericano T. Szasz pone en duda la realidad de la enfermedad mental en su obra “Dolor y placer”. A modo introductorio podemos definir la Antipsiquiatría como “un movimiento crítico que se cuestiona las prácticas psiquiátricas tradicionales y la noción de enfermedad mental sobre la cual se apoya desde mediados del siglo XIX”.

Tras esta definición a la contra, es decir, caracterizando a la Antipsiquiatría como crítica y oposición frontal frente a muchas de las prácticas psiquiátricas de la época, Cooper extiende la definición, proponiendo que “… la Antipsiquiatría es política y subversiva, por su misma naturaleza, con respecto al represivo orden social burgués (…) Antipsiquiatra es quien esta dispuesto a correr los riesgos involucrados en alterar progresivamente y radicalmente la forma en la que vive. El o la antipsiquiatra debe estar dispuesto a abandonar los mecanismos de seguridad de la propiedad (más allá del mínimo necesario), los juegos monetarios explotadores y las relaciones estáticas, confortables, de tipo familiar, oponiéndoles la solidaridad y la camaradería (…) Debe estar dispuesto a ingresar en su propia locura, quizás hasta el punto de ser invalidado socialmente, ya que si así no lo hace, no estará capacitado. La Antipsiquiatría es una parte necesaria y urgente de la revolución permanente, de lo contrario no es nada”.

Según Vallejo, podemos sintetizar las ideas básicas del movimiento antipsiquiátrico en los siguientes puntos:
  • La enfermedad mental tiene una génesis fundamentalmente social.
  • La psiquiatría tradicional ha sido la culpable, a través de su doctrina y de sus actuaciones prácticas, de la perpetuación de un estado de represión ante el paciente psíquico.
  • Consecuentemente, rechazo hacia toda la estructura que sustenta y se deriva de la psiquiatría tradicional: clasificaciones psiquiátricas, terapéuticas ortodoxas (biologistas, conductistas, psicoanalíticas), fenomenología clínica, hospitales psiquiátricos, etc.
  • La solución se enfoca a través del compromiso y práxis política que corre en paralelo al desmantelamiento de la psiquiatría tradicional.
Junto a los trabajos de T. Szasz yde otros autores como Cooper y Laing, que fueron los que establecieron las bases teóricas del movimiento antipsiquiátrico, otro de los factores determinantes, que confluyen en esa época, y que será una pieza clave en el ulterior desarrollo de este movimiento es la publicación en 1961 de Historia de la locura en la época clásica de M. Foucault. El autor sostiene que son las presiones que la sociedad ejerce sobre el sujeto las que producen la alienación, condenándole posteriormente a la reclusión y al abandono. Para Foucault, “los gestos de Pinel en Francia y de Tuke en Inglaterra rompen definitivamente el diálogo entre la razón y la sinrazón, recluyendo esta última en un estéril silencio” (Vallejo). El análisis que realiza Foucault de la evolución del concepto de locura a lo largo de la historia y de las relaciones entre este concepto y el pensamiento de cada época, ayudó a la construcción de las teorías antipsiquiátricas. Todo el pensaminto de Foucault está presente en este movimiento, desde su análisis de las institiciones psiquiátricas, el modelo de la lepra y de la peste, el Panóptico (como concepto tanto psiquiátrico como social), etc.

(He intentado estructurar por zonas las distintas vertientes de este movimiento para facilitar el ánalisis de su desarrollo histórico , pero no debemos olvidar la estrecha interrelación que había entre los miembros de este heterogéneo colectivo).

La Antipsiquiatría inglesa

D. Cooper, A. Esterson, R. D. Laing, fueron los iniciadores y máximos representantes de esta corriente en su país. La locura es ponderada como una forma natural y positiva de enfrentarse a la patología social (la familia aparece como una estructura portadora y continuadora de las contradicciones sociales).

Cooper nació en 1931 en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Allí se graduó de médico en 1955 y después se trasladó a Londres para hacer su formación psiquiátrica. Influenciado por el pensamiento de Sartre, H. Marcuse y con unas inclinaciones póliticas cercanas al anarquismo, comienza a desarrollar una teoría y práxis propias, manteniendo una concepción existencial y fenomenológica de la locura.

Cooper ditinguía tres tipos de locura:
  • La primera, que el denominaba “demencia” es la locura social que nos envuelve (explotación, guerras, desastres ecológicos, masacre del deseo, relaciones de competencia…) fruto del capitalismo y de la sociedad espectacular- mercantil en la que vivimos.
  • La segunda locura que distinguía era la locura de “viaje interior”, defendiéndola como un medio de desestructuración de la experiencia alienada y de construcción del propio proyecto existencial .
  • La tercera locura que señalaba era la producida por la “demencia social”, la creada por los entornos esquizofregénicos, (generalmente a partir de la estructura familiar patriarcal pero también en el trabajo, escuela…) que sitúan a la persona en una posición sin otra salida que la locura.
Ronald Laing nació en el seno de una familia humilde de Glasgow, siguió estudios primarios y secundarios en una escuela estatal, de allí pasó a cursar estudios de medicina en la universidad de Glasgow. Se graduó en 1951. Adquirió sus primeras experiencias psiquiátricas en el ejército inglés entre 1951 y 1953 ( mientras hizo el servicio militar obligatorio). Trabajó en Glasgow como especialista en psiquiatría desde 1953 a 1956 en un hospital psiquiátrico y en tareas universitarias de enseñanza. Va acumulando experiencias y observaciones sobre el comportamiento de los esquizofrénicos crónicos, que posteriormente utilizaría para su libro ” El Yo dividido”.

En 1957, Laing pasó a desempeñar un puesto en clínica Tavistock de Londres, ese año completa el borrador de ” El Yo dividido”. Comenzó a estudiar en profundidad la literatura fruediana y neofreudiana y a escritores de corte existencialista (tanto psiquiátrico como literario)

La patogenia familiar y social:

Esterson y Laing pusieron el acento sobre la causalidad esencialmente social y familiar de la enfermedad mental y dirigían sus investigaciones hacia el proceso dialéctico e histórico que se ha desarrollado a través del complejo juego de las relaciones interpersonales. La familia es considerada por ellos como una textura relacional, un campo de interacciones concretas donde los enfrentamientos y las influencias recíprocas se encuentran agrandadas. Esterson y Laing llevaron a cabo una investigación sobre una serie de familias, en cuyo seno se encontraba un “esquizofrénico”, y demostraron que el comportamiento clínicamente sintomático de la esquizofrenia no era más que el resultado interacciones sociofamiliares.

El estudio de las familias permite entender la sintomatología del enfermo mental como la adaptación dramática de un individuo al que las condiciones familiares fuerzan, en alguna medida, a una verdadera situación de supervivencia. Dos sectores totalmente separados convergen en el pensamiento de Laing: París y Palo Alto (California), es decir, por un lado incluye una serie de términos y conceptos utilizados por Sartre, y por otro lado, aprovecha las investigaciones del grupo de Palo Alto (J. Aeakland y D. Jackson) en torno al “doble vínculo” (término introducido por el etnosociólogo G. Bateson que puede definirse como una distorsión de la comunicación intrafamiliar) que constituye uno de los factores determinante de la en la aparición y desarrollo de la esquizofrenia.

La metanoia

El movimiento antipsiquiátrico inglés ponía en duda el diagnóstico de psicosis crónicas (creían que en el desarrollo de esta categoría desempeñaba un papel fundamental la institucionalización del paciente), pero sin embargo aceptaban la existencia de las “psicosis agudas”, en las que había que respetar su evolución normal que debía ir hacia la curación. Era suficiente, por tanto, acompañar al enfermo en su “viaje”. Laing denominó a este viaje metanoia, palabra griega que aparecía en los Evangelios y que venía a significar “conversión”o “transformación espiritual”. En estos viajes metanoicos de las psicosis (que podían ser producidos también por sustancias psicomiméticas como el LSD) se producía una transformación del espíritu, y son “buenos” o “malos” en función de un medio beneficioso o negativo para tales viajes.

La psiquiatría tradicional, que consideraba estos viajes como enfermedades y los trataba como tales, producía la cronificación del cuadro y la aparición de la esquizofrenia. Sin embargo, cuando el medio es favorable, este viaje es un descubrimiento más profundo de uno mismo, con un dinamismo revolucionario beneficioso, es (en palabras de Laing) “un vuelco favorable en la evolución de la personalidad”. Estos viajes nos permitirían conseguir la aparición del “Inner Self” (sí mismo verdadero y auténtico) que existe detrás del “False Self” (sí mismo artificial).

El “antihospital”: 

“Más que teorías lo que necesitamos son experiencias, porque la experiencia es la fuente de la teoría” (R. D. Laing)

El movimiento antipsiquiátrico tiene la necesidad de presentar una alternativa terapéutica al conjunto de prácticas clínicas que ferozmente atacaban y frente al hospital psiquiátrico clásico, surge la figura del “antihospital”.

En las instituciones psiquiátricas clásicas, el sujeto internado es concebido siempre como “objeto” y no como “sujeto activo” de la comunicación. El enfermo vive en un “panóptico” donde es visto, pero no ve. Este análisis de la institución psiquiátrica (formulado como una concretización capilar del poder dentro de una “sociedad panóptica”) realizado por Foucault y otros autores (Goffman) aplica el concepto arquitectónico inventado por Bentham en 1791 (que permitía “hacerse dueño de todo lo que pudiese suceder a un cierto número de hombres” y conseguir el control de todas sus acciones) a la sociedad en general y a la práctica psiquiátrica en particular.

A pesar de que podemos hablar de la existencia de un “movimiento antipsiquiátrico” como tal, no deja de ser una corriente muy heterogenea tanto en la teoría como en la práctica, por lo que no podemos exponer el modelo del “antihospital” como un concepto invariable que se repite con las mismas características en todas las experiencias antipsiquiátricas.

Villa 21

En “Psiquiatría y antipsiquiatría” Cooper analiza su experiencia al frente de “Villa 21”, un pabellón para jóvenes esquizofrénicos que creó en un gran hospital del noroeste de Londres, y que fue inagurado en 1962. En este pabellón, los pacientes gozaban de una total libertad, sin normas ni imposiciones, y existía una participación activa de los pacientes en las cuestiones del centro, organizándose asambleariamente junto a los miembros del personal. Se intentó superar “la frontera particularmente amenazante que separa personal y paciente, salud y locura”. La selección del personal que trabajó en este pabellón se realizó buscando a aquellos “enfermeros y cabos más jóvenes cuya actitud hacia el trabajo era menos probable que hubiera sido deformada por la institucionalización”. Había un encuentro diario de toda la comunidad, y varios encuentros grupales con distintos fines (terapias, grupos de trabajo, encuentros grupales del personal…) en donde se intentaba mantener una relación más abierta y participativa con los jóvenes ingresados. Esta relación tan especial entre personal y pacientes producía, en muchos casos, un alto grado de ansiedad en los trabajadores del pabellón, ya que continuamente veían caer los “muros” que les separaban de la locura .

Cooper pensaba que en la institución psiquiátrica tradicional, el personal presentaba una “irracionalidad institucional” (es decir, un conjunto de defensas erigidas contra peligros que son más ilusorios que reales), y que la conducta violenta de muchos pacientes mentales “es directamente reactiva a la restricción física” que se les imponía en tales instituciones.

“Villa 21” fue una experiencia pionera en la que fueron cayendo una serie de prejuicios mantenidos por las prácticas psiquiátricas tradicionales (imposiciones horarias, sexuales, terapéuticas…) pero donde aparecieron otra serie de contingencias, fruto de el nuevo tipo de relaciones establecidas (una gran ansiedad en los trabajadores del pabellón, que se veían incapaces de manejar a los pacientes, desorden, falta de apoyo institucional…) .

En lo que se refiere el balance final de la experiencia, Cooper expone que sin la aplicación de shocks, con un uso muy reducido de tranquilizantes y con una terapia conjunta de familia y medio, se consiguieron iguales o mejores resultados terapéuticos que con cualquier otro medio.

Kingsley Hall

En Junio de 1965, en pleno apogeo contracultural, varios pacientes mentales ingleses organizaron junto a R. D. Laing y otros psiquiatras, una comunidad para ellos y para las personas que se encontraban en un estado de psicosis. Kingsley Hall era una antigua casa londinense situada en el Este, que había servido con anterioridad para otros servicios sociales. La casa podía albergar a unas 15 personas y contaba con unas 20 habitaciones, cocinas, salones, etc.

Los fundadores de la experiencia “Kingsley Hall”, entre ellos Ronald Laing, Joe Berke, Jerome Liss y Leon Redler, creían en el ambiente de protección y ayuda y favorecían el “viaje” interior de las personas etiquetadas de esquizofrenia .

La experiencia duró desde junio 1965 hasta agosto de 1969 y en la casa vivieron más de cien personas, la mayoría jóvenes esquizofrénicos con estancias variables. El estilo de vida era totalmente comunal, con una estructura de autogobierno, de tal modo que los que estaban mejor ayudaban y cuidaban a los que estaban mal. No existía personal ni se daban medicamentos y eran el ambiente y la atmósfera los que favorecían el viaje interior y la exploración de las contradicciones de la comunicación humana .En la comunidad cada uno pagaba según de sus posibilidades, de acuerdo con las necesidades de todos.

Uno de los casos más famosos del Kingsley Hall es el de Mary Barnes, que llegó a convertirse en una auténtico “paradigma” del movimiento antipsiquiátrico. Mary Barnes realizó, ayudada por el psiquiatra J. Berke una larga regresión-renacimiento a lo largo de su estancia: “Eso fue para mi Kingsley Hall, un salto mortal hacia atrás, una ruptura, una purificación, una renovación (…) El yo enterrado, embrollado en la culpa y ahogado en cólera, creció de nuevo, libre de los nudos de mi pasado.” (Mary Barnes).

En 1964, R. D. Laing funda la asociación “Philadelphia” que intentaba “proveer y promocionar lugares para que puedan alojarse las personas que sufren o hayan sufrido enfermedades mentales y proveer asistencia económica a los pacientes pobres”. En 1970, tras el fin de Kingsley Hall , algunos de los antiguos residentes de esta comunidad deciden formar otras comunidades con semejantes planteamientos (Proyecto Archway) y desarrollan 7 comunidades en el área de Londres .

Antipsiquiatría y política:

“La salud mental, tal y como yo la concibo, es la posibilidad para todo ser humano de comprometerse no solamente hasta el corazón de la locura, sino también en el corazón de toda revolución, encontrando en esta vía una solución a la preservación del Yo”. ( Cooper).

“La Antipsiquiatría nació como una lucha dentro de las instituciones, frente a la represión y la violencia que existía dentro de los manicomios. Pero los antipsiquiatras vieron la necesidad de dar un paso más y salir de las instituciones y de politizar la locura (…) hay que evitar que la locura sea recuperada por el sistema y que sea asesinada como posibilidad subversiva”. (Cooper).

Podemos ver el total compromiso político que existía entre los antipsiquiatras ingleses, que veían en el cambio social un factor determinante de su lucha antipsiquiátrica, y que entendían al “loco” no sólo como un posible beneficiario de los cambios sociales, sino como participante activo de las insurrecciones.

En el Congress on Dialectics of Liberation, que tuvo lugar en Londres en 1967, se encontraron Laing, Cooper, H. Marcuse y S. Carmichael, buscaba “crear una verdadera conciencia revolucionaria uniendo la idealogía a la acción, en los individuos y en las masas, sin rechazar la violencia si fuera necesaria”.

La etapa de máximo desarrollo de las ideas y prácticas antipsiquiátricas (años 60-70) coincide con el último gran periodo revolucionario, en los que los cimientos de todo un sistema se tambalearon. Mayo del 68 y los situacionistas, los movimientos antimilitaristas, los autónomos italianos de los 70 y en general, todos los movimientos sociales que eclosionaron en esa época, influyeron y fueron influenciados por la antipsiquiatría. En 1975 se funda en Bruselas la llamada Red (Réseau) Internacional de Alternativa a la Psiquiatría (Elkaïm, Guattari, Jervis, Castel, Cooper, Basaglia, Bellini…) cuyos principios básicos ilustran perfectamente la conciencia política de los antipsiquiatras: “… Las luchas concernientes a la salud mental deben insertarse en el conjunto de las luchas de los trabajadores por la defensa de la salud y en forma coordinada con todas las luchas de las fuerzas sociales y políticas por la transformación de la sociedad. No se trata para nosotros de obtener tolerancia para la locura, sino de hacer comprender que la locura es la expresión de las contradicciones sociales contra las que debemos luchar como tales. Sin transformación de la sociedad no hay posibilidad de una psiquiatría mejor, sino sólo de una psiquiatría opresora.”

La antipsiquiatría italiana

“El problema de la rehabilitación del enfermo mental se convierte en el problema del desenmascarmiento de las ideologías.” (F. Basaglia).

En Italia el movimiento antipsiquiátrico, personificado en la figura de Franco Basaglia, iba a conseguir una reforma radical de la atención psiquiátrica: se aprueba en 1978 la ley 180 en el Parlamento italiano. Esta ley preveía el progresivo desmantelamiento de los manicomios y la creación de una serie de servicios descentralizados de acogida y apoyo en estricta colaboración con la comunidad. Esta Ley pretendía bloquear cualquier nuevo ingreso en los manicomios, la creación de unidades territoriales, la gradual reinserción de los ingresados en la comunidad y el cierre total de los manicomios antes de 1996: más de 100.000 personas fueron liberadas gracias a esta Ley.

En 1962 Basaglia comienza en Gorizia la transformación del viejo hospital psiquiátrico, bajo su dirección. Basaglia había trabajado anteriormente con M. Jones en Londres, donde había aprendido el funcionamiento de una comunidad terapéutica, e intentó desarrollar estos principios en este establecimiento psiquiátrico.

La experiencia de Basaglia le hizo llegar a la conclusión de que el internamiento psiquiátrico únicamente agravaba la enfermedad mental. En La Negación de la institución (1968), Basaglia expone que el manicomio es un instrumento de rechazo y de encierro que debe ser destruido y propone que hay que “liberar a los enfermos” (indicaciones que acabarían cristalizando en la controvertida Ley 180). Para Basaglia “la ciencia está siempre al servicio de la clase dominante” y el hospital psiquiátrico es una de las “instituciones de violencia” por medio de la cual dirige y oprime a las masas.

En palabras de Basaglia “… el objetivo de nuestra acción no debe ser la lucha contra la enfermedad mental, ni tampoco la esquemática afirmación según la cual la enfermedad mental no existe sino como producto social (lo cual no haría más que diferir el problema a un momento organizativo en el que todas las necesidades se vieran satisfechas). La verdadera lucha debería ahora dirigirse contra la ideología que tiende a cubrir toda contradicción natural convirtiéndola en una modalidad adaptada a los instrumentos de gestión y de control, de que progresivamente disponemos. Es decir, adaptada para ser instrumentalizada según los fines deseados”.

Mientras Basaglia intentó mediar con la política institucional, otros antipsiquiatras prefirieron tomar otros caminos y crear directamente alternarivas reales al internamiento. Entre ellos podríamos incluir a Antonucci, cuya crítica no sólo rechazaba los internamientos, sino que identificaba la psiquiatrización como una forma de estigmatización social.

Crea en 1968 un “Centro de relaciones humanas” en el pabellón neuropsiquiátrico del Hospital Civil de Cividale. En1969 Antonucci empezó una nueva experiencia de trabajo en Gorizia, ciudad donde habían surgido y se habían difundido las ideas de Basaglia. Antonucci criticaba a los otros antipsiquiatras que trabajaban en esa ciudad, pues no se daban cuenta que “el manicomio era sólo una consecuencia; la verdadera trampa era el mismo juicio psiquiátrico”.

La lucha que se desarrolló en Gorizia, abriendo las puertas del hospital psiquiátrico, fue ampliándose poco a poco, intentando implicar a otras instituciones sociales. Estas experiencias fueron agrupando a un conjunto de trabajadores de la salud mental que se planteaban el problema de la transformación del manicomio. De este germen surge en 1973 Psiquiatría Democrática, que se definió a si misma como un movimiento de trabajadores en salud mental (enfermeros, psicólogos, médicos, asistentes sociales, etc) dispuestos a actuar en la transformación de la institución represiva del manicomio y a la lucha contra la marginación, tanto dentro como fuera de la institución.

El hospital de Trieste

En 1971, Basaglia y parte de sus colaboradores abandonaron el hospital de Gorizia por discrepancias con la administración local y se trasladaron al Hospital de Trieste (Ospedale Psichiatrico Provinciale de Trieste), donde realmente si que llegó a cristalizar la experiencia de negación del manicomio que perseguían. Según J. L. Fabregas y E. Mora podemos señalar dos grandes fases en este proceso:

Primera fase: Franco Basaglia y su equipo comienzan a trabajar en el Ospedale Psichiatrico Provinciale en el año 1971 ya que la administración Provincial estaba dispuesta a aceptar los riesgos de la reestructuración de los servicios psiquiátricos.

El objetivo prioritario en los primeros pasos de la transformación institucional era la reconstrucción de la persona y de su identidad social y jurídica. Se procede a la apertura interna de los distintos pabellones, eliminándose las medidas de contención existentes (celdas de aislamiento, rejas de separación…), se suprimen las terapias de shock, se crean espacios internos de relación social (encuentros, asambleas, expresión artística…), desaparecen las separaciones entre hombres y mujeres, se sustituyen los vestidos manicomiales por vestidos personales, y se estimulaba la comunicación y exposición de las críticas hacia la institución, por medio de asambleas.

En 1973 comienza a funcionar como hospital de día y se empieza a desarrollar un trabajo de prevención y detección de prácticas de exclusión social. A su vez, se lleva a cabo una tarea de sensibilización pública ante los problemas “psiquiátricos”, mediante debates, fiestas (tanto en el hospital como fuera de él), con participación en las actividades culturales de la ciudad.

El siguiente paso que se dio fue el de crear apartamentos autogestionados en el interior del hospital, y el establecimiento de trabajo organizado con posibilidad de derechos y deberes contractuales.

Segunda fase: Parte del equipo de franco Basaglia se reparte por diferentes instituciones asilares italianas (Parma, Arezzo…) con el fin de iniciar experiencias similares. Se comienza a salir del manicomio, uniendo al trabajo realizado por los Centros de Salud Mental (que acogen a las personas en crisis y a las que quieren participar en las actividades que en ellos se desarrollan), la creación de los “comités para la casa”, cuya función es buscar a alojamiento para los pacientes que van saliendo del hospital. Para que los pacientes puedan alcanzar un nivel de autonomía compatible con la vida social normal , se buscaron puestos de trabajo acordes a los posibilidades de los pacientes.

Las jornadas de Trieste

En 1977 ( del 13 al 18 de septiembre) se celebró en Trieste el III Réseau Internacional de Alternativa a la Psiquiatría. La principal finalidad del Réseau era mantener el contacto entre todos los participantes y poder intercambiar experiencias de trabajo e integrar las luchas de los trabajadores por la defensa de su salud. El clima político en el que se celebra el III Réseau era muy tenso, debido a los abiertos enfrentamientos que existían entre la izquierda revolucionaria (sobre todo Autonomía Operaria) y el PCI (Partido Comunista Italiano). Los autónomos acusaban al PCI de reformista y colaborador con la represión que estaban sufriendo los revolucionarios en Italia.

A pesar del cruce mutuo de acusaciones, el éxito de estas jornadas (con más de 3500 asistentes) marcó un punto histórico en el desarrollo del movimiento antipsiquiátrico italiano.

La Antipsiquiatria en Francia

Las ideas antipsiquiátricas tuvieron gran difusión entre los intelectuales franceses en el ambiente de 1968, pero no consiguió cristalizar en proyectos concretos. Se abrieron en esa época algunos lugares de acogida y de libertad, sobre todo en el ámbito de la psiquiatría infantil y juvenil.

Se organizó en París, el 21 y 22 de octubre de 1967, un coloquio sobre psicosis , en el que Laing y Cooper tomaron la palabra y expusieron sus conceptos, Laing sobre la “metanoia” y Cooper sobre los grandes principios de una antipsiquiatría que “renunciaba a todo fin de readaptación” y que tiene como fin “la liberación de aquel que viene a encontrarnos”. A pesar de que estas intervenciones levantaron bastante expectación, el entusiasmo no fue general, y H. Ey, junto a otros psiquiatras críticos con las tesis antipsiquiátricas, veía en estas teorías una peligrosa “tendencia psiquiatricida”, que no beneficiaba en absoluto a la lucha frente a la enfermedad mental.

Otros autores que debemos destacar son Deleuze y Guattari que en su obra “El Antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia” (1973) analizan la esquizofrenia como “el universo de las máquinas deseantes, productoras y reproductoras” donde los delirios tienen un contenido histórico, mundial, político y racial y son la “matriz general de toda catexis social incosciente”. Propugnan que el esquizoanálisis (Psicoanálisis político y social) como alternativa al psicoanálisis tradicional, al que atacan ferozmente, acusándole de estar al servicio de la ideología burguesa represiva, ya que trata la enfermedad como algo individual que se sustrae de los social y de los poderes políticos y económicos.

La Antipsiquiatría en España

Las teorías antipsiquiátricas llegaron con cierto retraso a España y a pesar de no adquirir la relevancia que tuvieron estas ideas en otros países, si que fueron de capital importancia en el desarrollo de la asistencia psiquiátrica, ejerciendo una determinante influencia en la Reforma Psiquiátrica, que recogió (sólo en teoría, como siempre) muchas de las revindicaciones planteadas por los antipsiquiatras.

La reforma psiquiátrica

Hasta comienzos de los años setenta, la Seguridad Social, o el Insalud, sólo cubría precariamente la asistencia ambulatoria de los enfermos mentales y se resistía asumir la hospitalización psiquiátrica como uno de sus servicios. Esta función era llevada a cabo por las instituciones manicomiales.

En 1985 se intenta cambiar esta situación mediante las bases que fueron sentadas en el Documento para la Reforma Psiquiátrica y la Atención a la Salud mental. Este documento indicaba que la Administración Pública debía promover la integración de la salud mental en la asistencia sanitaria general y proponían los siguientes criterios :
  • Ordenación de los servicios asistenciales en base a su delimitación territorial.
  • La protección de la salud mental en atención primaria.
  • La hospitalización psiquiátrica debe evitarse en lo posible, ser abreviada y efectuarse progresivamente en unidades psiquiátricas de los hospitales generales de la red pública .
  • Los hospitales psiquiátricos deben disminuir progresivamente sus camas, facilitando la externalización de la mayoría de los pacientes y su reintegración al medio sociofamiliar.
En la elaboración de la Reforma se recogieron, como puede verse, puntos básicos de las ideas antipsiquiátricas, e incluso algunos “antipsiquiatras” participaron activamente en su realización (¿se pasaron al lado oscuro?).

Sin embargo, la Reforma ha recibido duras críticas, ya que se ha orientado hacia un asistencialismo pragmático, dejando de lado la prevención comunitaria y la rehabilitación de los enfermos crónicos.

Desde la óptica antipsiquiátrica una de las experiencias más relevantes que se llevaron a cabo en España fue la del “Hospital de Día” en la que el psiquiatra Enrique González Duro junto a sus colaboradores, llevó a cabo un trabajo con una línea paralela a la de otras experiencias comunitarias (Kingsley Hall) . Era un centro de día al que los pacientes iban voluntariamente, con unas treinta personas ingresadas, de ambos sexos, con un promedio de edad muy bajo (alrededor de la veintena) que iban allí de nueve y media de la mañana hasta las seis de la tarde.

Las decisiones se tomaban comunitariamente (incluyendo tanto al personal como a los pacientes) en una asamblea general, se hacían sesiones de terapia de grupo (repartidos los pacientes en 3 ó 4 pequeños grupos), se llevaban a cabo sesiones de psicopintura, psicodrama, relajación y psicoterapias individuales y familiares. Se proponía que el hospital de Día fuera un lugar de encuentro, un espacio de verificación de la locura.

Bibliografía

Libros:
  • J. Vallejo Ruiloba “Introducción a la psicopatología y al paiquiatría” Ed. Masson
  • D. Cooper “Psiquiatría y Antipsiquiatría” Ed. Paidos (1967)
  • T. S. Szasz “El mito de la enfermedad mental” Ed. Amorrortu (1961)
  • J. Berke, Mary Barnes …y otros “Laing; Antipsiquiatría y contracultura”. Ed. Fundamentos. (1973)
  • R. D. Laing “El yo dividido: un estudio sobre la salud y la nefermedad” Fondo Cultura Económico. (1960)
  • R. D. Laing “La política de la experiencia” Paidos. (1967)
  • R. D. Laing ” Las cosas de la vida” (1976) Grijalbo.
  • M. Foucault ” Historia de la locura” FCE (1961)
  • M. Foucault “Enfermedad mental y personalidad” Paidos.
  • H. Heyward “Antipsiquiatría” Ed.Fundamentos (1971)
  • Samuel Shem ” Monte Miseria” Anagrama (1991)
  • F. Basaglia ” Psiquiatría, Antipsiquiatría y orden manicomial” [con Castel y otros] Barral (1975)
  • H. Bloch ” El gran diccionario de la psiquiatría” Pardo.
  • E. Gonzalez Duro “Distancia a la Locura”.
Publicaciones:
  • Revista “Ajoblanco” ( Extra marzo 1978, nº 17 Dic. 1976, nº18 Enero 1977, nº20 Marzo 1977, nº24 Julio 1977).
  • Boletín de Contrapsicología y Antipsiquiatría “El Rayo que no Cesa”.
  • Números: 1 (1998), 2 (1999) y 3 (2000).
  • Publicación “Enajenados” Números del 1 al 5.
Correlación de citas:
  • Cita extraida de la novela de Samuel Shem “Monte Miseria” Anagrama. 1991
  • J. Vallejo; “Introducción a la psicopatología y la psiquiatría”.
  • Henriette Bloch; “El gran diccionario de la psiquiatría”. Pardo.
  • D. Cooper “La gramática de la vida:estudio de los actos políticos”. 1974, párrafo copiado vilmente de
  • “El rayo que no cesa”, revista de Antipsiquiatría y Contrapsicología.
  • M. Foucault “Historia de la locura en la Época Clásica”, FCE,1991 Madrid.
  • “Double bind” , doble vínculo: En palabras de Peter Sedwick hablando sobre los trabajos de Laing en el libro “Laing; Antipsiquiatría y contracultura” es una expresión que se refiere a un patrón especial de comunicacinó alterada que se detecta en las familias patológicas, mediante el cual uno de sus miembros se encuentra sometido a un par de vínculos conflictivos, ambos altamente significativos.
  • R. D. Laing “El Yo dividido”.
  • D. Cooper “Psiquiatría y antipsiquiatría”.
  • Mary Barnes, J. Berke, R. Cole… etc “Laing; Antipsiquiatría y Contracultura” 1975, Ed. Fundamentos.
  • Revista “Ajoblanco: extra Antipsiquiatría, Marzo 1978”.
  • Extraído de la publicación “Enajenados” número 1.
  • Según Antonucci “hasta que no acabe el lenguaje psiquiátrico no habrá diálogo entre los hombres que tenga posibilidad de ser comunicativo” (Boletín de Contrapsicología y Antipsiquiatría ” El rayo que No Cesa” Número 1 , 1998″).
  • J. L. Fabregas – A. Calafat. Política de la Psiquiatría. Ed ZYX, Barcelona, 1975.
  • Autonomia Operaria ( Autonomía obrera).
  • Como ejemplo ilustrativo de la situación que se vivía: Ante el incremento de la represión en Italia, una serie de intelectuales franceses (J. S. Sartre, Guattari, Deleuze, Macchioqui ) hacen público un documento de condena contra la represión en Italia que es contestado duramente por el PCI, que veía en estos actos policiales una salvaguarda de las instituciones democráticas. Es fácil imaginar el cruce mutuo de acusaciones que hubo en las jornadas de Trieste entre los autónomos y los miembros del movimiento antipsiquiátrico vinculados al PCI ( como era el caso de Basaglia) .
  • Extraído del artículo “La crisis de la salud mental” de E. González Duro ( Psiquiatra), Boletín de Contrapsicología y Antipsiquiatría “El Rayo Que No Cesa” número 3 , año 2000.
  • La experiencia del Hospital de Día podemos verla recogida en el libro de E. González Duro “Distancia a la Locura”.
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Esta información ha sido plagiada, copiada, resumida y redactada para ser difundida, fotocopiada, extractada... etc. Es por tanto anti-c total. Espero que a alguien le sirva de algo... Nos vemos en Croatan 

(Nota de LP: Etiquetas que le faltan a esta entrada: Segundo asalto del proletariado contra la sociedad de clases, Autoliberación Integral) 

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