lunes, 5 de noviembre de 2018

Sobre el dolor del mundo, el miserabilismo y la voluntad de vivir

Nota de LP: Sobre este texto sólo diré que es uno de mis textos favoritos, más significativos y que más recomiendo a "todo mundo" desde su epígrafe hasta su último párrafo; y, sobre todo, que es de aquellos textos imprescindibles, que no puede faltar en la formación, clarificación y sanación de todo "proletario desquiciado", "enfermo" autoconsciente y harto de serlo, especialmente durante aquellas crisis de depresión con tendencia suicida, en las cuales este texto resulta un sacudón y un bálsamo a la vez. Es tan bello, impactante y removedor de la consciencia que no se merece que lo reproduzca por completo ni tampoco que lo "spoilee" aquí, sino que que sólo me limitaré a citar un par de párrafos sintetizadores de su introducción y de su parte final, así como a puntear su contenido y nada más, a fin de que el texto "hable" por sí mismo a quien lo lea, relea y use cuantas veces lo desee o lo necesite en su lucha por la verdadera vida humana contra este sistema de enajenación, miseria, dolor y muerte. ¡Salud y Revolución Social!



              ***



 Sobre el dolor del mundo, el miserabilismo y la voluntad de vivir
... o de la necesidad de organizar nuestro pesimismo

Andrés Devesa
La Felguera
Madrid, 2007

“El carácter destructivo no vive del sentimiento de que la vida es valiosa, 
sino del sentimiento de que el suicidio no merece la pena”

Walter Benjamin

[...]

El desasosiego que se siente al despertar una mañana y, al mirarse al espejo, ser plenamente consciente de que nada –o casi nada– hay que pueda permanecer ajeno a la mercancía, pues todos, incluidos aquellos que nos hemos declarado en guerra abierta contra su dictadura, estamos sometidos cotidianamente a su silenciosa pero implacable dominación, provoca un shock tan brutal como el que se experimenta al escuchar el estruendo producido por el revólver percutido sobre la sien. Pero es necesario apretar el gatillo sin miedo, pues sólo así podremos, al contemplar nuestro cadáver yaciendo en el suelo, despertar verdaderamente del sueño provocado por la manzana envenenada que nos ofreció el Capitalismo.

[...]

La realidad nos obliga a ser pesimistas, no serlo es vivir de espaldas al mundo, creer todavía en cuentos de hadas. A quien no se conforma con el miserabilismo al que estamos sometidos no le queda otro remedio que ser pesimista. Pero este pesimismo debe estar muy lejos de cualquier fatalismo, no es un pesimismo vital, sino un pesimismo crítico que se afirma insumiso frente a las condiciones que nos vienen dadas y cree posible, y más que necesario, cambiarlas. El pesimismo crítico ha de ser activo, tenemos que ser más rápidos y astutos para acortar la ventaja que nos lleva el enemigo. Ése es su valor. Debemos organizar nuestro pesimismo y para ello es necesario echar la vista atrás y descifrar en el pasado algunas claves del presente, pues el mundo en el que vivimos es resultado de un pasado que nos ha sido enajenado.

[...]

Son tantas las ilusiones y esperanzas que hemos visto desvanecerse entre las brumas, tantos los muertos arrojados a la fosa después de ser despojados de las pertenencias que podían ser útiles al vencedor, tantas las dolorosas derrotas y humillaciones… que hace ya tiempo que debimos aprender que no podemos fiar nada al futuro y que cualquier pacto o arreglo con el enemigo es un eslabón más que añadimos a la cadena que nos ata. Esta cadena se alarga, dándonos así la posibilidad de movernos por nuestra celda, pero no por ello dejamos de estar encadenados, no por ello abandonamos la prisión en la que nos tiene encerrados. Sólo seremos libres cuando rompamos en mil pedazos esa cadena y derribemos los muros de la prisión. Sólo seremos libres cuando desaparezca todo poder ajeno a nosotros. Sólo seremos libres, por tanto, cuando destruyamos al Estado y a la Economía.

La belleza de este objetivo y su promesa de felicidad no podrán dejar nunca de cautivarnos, pero las dudas nos horadan como agujas cuando pensamos en el modo de llevarlo a cabo. ¿Cómo podemos aspirar a ello si otros, mucho mejores que nosotros y en circunstancias más propicias, fracasaron y hasta fueron devorados por su fuego? La tarea que nos hemos propuesto es hermosa, sí, pero la lucha por su realización es tan ardua, tan compleja y, a menudo, tan desalentadora que casi todos hemos tenido alguna vez la tentación de rendirnos, abandonando el campo de batalla o incluso la vida misma, dejándonos llevar por la corriente que conduce al mar de la desolación. Pero no podemos dejar que el desánimo y el abatimiento nos dominen. Nuestra derrota no es definitiva, debemos impedir que lo sea y seguir luchando por la victoria. Jamás abandonemos la vida, hay que aferrarse a ella con uñas y dientes hasta sus últimas consecuencias, aunque caigamos y seamos arrastrados por la riada tratando de hacer realidad el sueño de poseerla plenamente.

[...]

Contenido:

  • El progreso no progresa
  • Parcheando las goteras
  • Ni arqueología ni restauración
  • Hacia una nueva revolución
  • No habrá pacto ni perdón para el vencido
  • Post scriptum

No hay comentarios.:

Publicar un comentario