lunes, 10 de febrero de 2020

Ni “Asperger” ni “Hikikomori”: el problema es la atomización social y el sufrimiento psíquico al que nos somete el Capitalismo


«La enfermedad es la necesidad amplia que produce su propio complemento que es la revolución. Por lo tanto, 
LOS ENFERMOS SON EN SÍ Y SUFRIENDO CONSCIENTEMENTE PARA SÍ LA CLASE REVOLUCIONARIA. 
La lucha de clases representa el proceso vital mismo y produce como único valor de uso del futuro la revolución.» 

Viendo un par de películas independientes y cómicas sobre “enfermedades mentales”, leyendo un par de artículos psiquiátricos y sociológicos de mi interés, haciendo memoria de algunas situaciones interpersonales que he vivido (desde la niñez hasta la adultez), y evaluando mi vida cotidiana actual, me cuestiono a mí mismo con un poco de preocupación: ¿será que también sufro de “síndrome de Asperger” (ser una persona “rara” que tiene problemas para relacionarse y comunicarse con las otras personas) y de “síndrome de Hikikomori” (aislarse del mundo exterior y quedarse metido en casa durante meses e incluso durante años)? Después de “rumiarlo” o reflexionarlo críticamente durante algunos días, me respondo: ¡No! El problema, como en todo, no está en la respuesta sino en la pregunta. 

En este caso, el problema es creerse o interiorizar las mentirosas y perversas etiquetas de la psiquiatría y la psicología (policías-mercaderes de la psique humana) para mantenernos engañadxs y controladxs sin saberlo que lo estamos o, peor aún, sabiéndolo o sintiéndolo pero sin hacer ni decir nada al respecto. Por mi parte, no es nada fácil luchar interna y externamente contra esto, pero lo hago para mantenerme con lucidez, con dignidad y, sobre todo, con vida. Y no soy el único ni estoy solo: 3 de cada 10 000 personas en todo el mundo padecen de “Asperger”, y cientos de miles hoy padecen de “Hikikomori” no sólo en Japón sino en todo el mundo también. 

Entonces, ni “Asperger” ni “Hikikomori”: la atomización o el aislamiento social entre los individuos es una de las bases y lógicas de funcionamiento estructural de esta sociedad del trabajo y el dinero cuya absurda razón de ser es producir por producir y acumular por acumular cosas-mercancías mediante la explotación de la fuerza de trabajo colectiva y no satisfacer las necesidades humanas reales, las cuales no sólo son las llamadas “necesidades básicas” sino también las necesidades de asociación, apoyo mutuo, comunicación y afecto; en suma, la necesidad de comunidad humana, pues el ser humano es un ser social y emocional más que un “animal racional” y un “homo economicus”. En pocas palabras, sin atomización social no funcionaría la sociedad capitalista. 

Esta sociedad nos separa de nosotrxs mismxs (el famoso “divide y vencerás”) y de nuestros medios de vida para luego re-unirnos mediante el Mercado y el Estado, poniéndonos a competir para sobrevivir; así como también, mediante un sinnúmero de falsas comunidades de carácter identitario e ideológico (nación, raza, género, edad, subcultura, partido o grupúsculo político, religión, familia, gremio profesional, equipo de fútbol, barra brava, pandilla, grupo de amigxs, comunidades virtuales, “redes sociales”, etc.) que no son más que tentáculos de la gran comunidad ficticia del Capital, el cual no admite otra comunidad que no sea la del dinero, ese fetiche-dios inhumano que aliena, separa, desvaloriza y mata a la mayoría de la humanidad. El capitalismo es la organización sistemática del aislamiento, la privatización de la vida, la competencia y la deshumanización. 

De ahí el extrañamiento (sentir como algo extraño) o la enajenación (sentir como algo ajeno) de y entre los individuos, la individualización extrema, la “fobia social”, el “aislamiento social agudo” y hasta la “discapacidad psicosocial” o la incapacidad para relacionarnos con lxs otrxs de manera natural, transparente, fluida, sana y duradera en esta sociedad tan deshumanizada o cosificada, más aún en estos tiempos tan veloces, “líquidos” y violentos de capitalismo informático-financiero-postmoderno. De ahí también el estrés, la ansiedad, la frustración, la angustia y la depresión, hoy en día tan generalizadas y catastróficas a nivel mundial, puesto que mutan en miles de otras “enfermedades mentales” y, sobre todo, en miles de suicidios y asesinatos. 

El punto es que todxs estamos enfermxs o sufrimos de Capitalismo, en millones de formas individuales. El Capitalismo nos enferma y nos mata a todxs. En las personas dizque “anormales”, esta enfermedad, alienación o aberración humana general es más profunda y al mismo tiempo más pronunciada que en otras personas, pero todxs la padecemos. Nadie, absolutamente nadie se salva, ni siquiera las personas dizque “normales”, muchas de las cuales en realidad ocultan su “enfermedad mental” o sufrimiento psíquico así como también su pobreza por el miedo al “qué dirán” o porque es un tema tabú (por cierto, vivir, leer y pensar críticamente ayuda a deshacerse de la ignorancia, la vergüenza y la hipocresía al respecto, por ejemplo dejar de usar “enfermo mental” como insulto). Es más, el problema es precisamente la normalidad capitalista: sí, nada es más enfermo y asesino que la normalidad. 

En todo caso, la mayoría de la sociedad, el proletariado, sufrimos de malestar económico y emocional a diario y en todas partes. Lxs proletarixs “vivimos” en malestar. Pero también necesitamos y deseamos vivir de verdad, humanamente, por el simple hecho de que somos seres humanos y no estamos tan muertos en vida; por el simple hecho de que todavía corre sangre, dignidad, solidaridad y libertad por nuestras venas. 

He ahí una de las causas “extraeconómicas” de las actuales revueltas sociales en todo el mundo. Sin embargo, entre otras cosas, aún falta observar, sacar a flote y prenderle fuego al aspecto psicológico de estas revueltas, como si de un iceberg se tratase. 

Porque la “enfermedad mental” no es un problema “personal” ni “neurobiológico” que se “soluciona” con esas drogas socialmente aceptadas y embrutecedoras llamadas psicofármacos (ni con ninguna otra droga), las cuales enriquecen y empoderan a las mafias farmacéuticas transnacionales que, a su vez, financian a la psiquiatría. Es un problema social y de clase (por eso hago público este texto supuestamente “personal”) y, por lo tanto, social y de clase será su solución: se llama revolución, sí, revolución. Y no se trata sólo de hacer sino de ser la revolución, porque “la manera de hacer es ser”. 

La actual revuelta proletaria internacional contra el capitalismo mundial es un embrión y un jalón hacia delante de la revolución social o, al menos, de su necesidad y su posibilidad. Claro que todavía falta mucho para la revolución, pero por algo se empieza. Teniendo claro que la praxis revolucionaria es la coincidencia de la transformación “externa” de las condiciones objetivas con la transformación “interna” de los sujetos, incluidos los "raros" o los "anormales". Y que la mejor "terapia" es la revuelta, y el mayor placer la revolución. 

Por lo tanto, reconocer y “trabajar” la propia “enfermedad mental” es el primer paso para erradicarla y superarla, tanto individual como colectivamente, sobre todo colectivamente, porque los millones de enfermedades individuales que hoy existen en el fondo son una sola enfermedad secular de la especie humana llamada capitalismo (y más específicamente, llamada fetichismo de la mercancía, dictadura social del valor valorizándose, tiranía del dios dinero); porque nosotrxs formamos parte de este sistema, lo reproducimos y hacemos que siga funcionando; y porque, dialécticamente, con la misma energía vital que lo reproducimos también podemos combatirlo, destruirlo y superarlo. 

Psicosocialmente hablando, la honestidad, la valentía, la crítica radical, la disidencia, el antagonismo y, sobre todo, la empatía, la solidaridad, el apoyo mutuo, el afecto y la lucha en común por cambiar la vida en todos sus aspectos, por suprimir y superar nuestra condición de clase explotada-oprimida-enferma, son la clave para ello. Lo psicológico es político. La lucha psicológica y antipsiquiátrica es parte de la lucha de clases para abolir la sociedad de clases y fetiches. La autoliberación psicológica es parte de la autoliberación integral o de la revolución social, pues la revolución será la revolución de la vida en todos sus aspectos o no será. 

¡Basta de sobrevivir con tanto malestar y de no hacer ni decir nada al respecto! ¡Asumamos, compartamos y politicemos el malestar interno! ¡Devolvamos el golpe: hagamos de la enfermedad un arma contra este sistema capitalista que nos mata de hambre, cáncer, depresión, aislamiento y bala todos los días en todas partes! ¡Luchemos, sanemos y liberémonos juntos! ¡Vamos hacia la vida! 

Locura Proletaria 
Quito, febrero 2020

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* El eugeNAZI Hans Asperger (los significantes exterminadores iatroracistas - p.ej. (eugeNAZI-)Asperger - están rotos patoprácticamente una vez para siempre en auto-estigmatización]: como director del departamento de pedagogía terapéutica de la clínica universitaria de Viena, mandó en los años 40 masivamente a niños a la institución Spiegelgrund en Viena para ser matados allí por ser “no aptos para ser educados” y por ser “incapaces de adaptarse a e integrarse en la comunidad popular”, según su diagnóstico médico “psicopatía autista”. Este hecho no impidió que en los años 90 la así llamada “comunidad médica-científica” le concediera a ese eugeNAZI póstumamente el honor de darle su nombre al diagnóstico eugeNAZIsta del “comportamiento autista” de niños (véase también imperialismo cerebral en: www.SPKPFH.de/iatroimperialismo.html). Fuente: SPK: http://www.spkpfh.de/Kurzmeldungen2.htm#catastrofe_climatica

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