Todos,
absolutamente todos estamos enfermos, muy enfermos de este sistema de mierda
llamado capitalismo. Nadie se salva.
La
normalidad y la salud capitalistas en realidad son enfermedad o alienación
humana (desde el fetichismo de la mercancía y el trabajo asalariado hasta la
ideología y la ciencia), aparte de ser una imposición y un negocio de la clase
explotadora y dominante, esa mafia empresarial-estatal de acumuladores y
psicópatas que sólo merece ser eliminada de la faz de la Tierra.
Los
proletarios y los anticapitalistas (marxistas, anarquistas, feministas,
antifascistas, anticolonialistas, antiespecistas, etc.) también estamos
enfermos de capitalismo e incluso más que el resto de la sociedad burguesa,
porque queremos luchar contra ella para derrocarla, pero en cambio esta siempre
nos derrota en el intento, y eso nos produce más sufrimiento psíquico aparte
del que ya nos produce la esclavitud asalariada, el desempleo, la pobreza y
toda forma de opresión bajo la tiranía del dios dinero. Y, sobre todo, porque
reproducimos el capitalismo en nuestras prácticas y relaciones cotidianas, en
este caso dentro de los espacios políticos supuestamente anticapitalistas (atomización
social, prácticas mercantiles "autogestionadas", individualismos y
autoritarismos, competencias o pugnas de poder y de egos, poses o apariencias,
prejuicios ideológicos y morales, paranoias, intrigas y calumnias, falsas
acusaciones y agresiones, traiciones e hipocresías, falta de comunidad real,
etc.). Creyendo que no lo hacemos o encubriéndolo ideológicamente con múltiples
ismos izquierdistas y hasta con declaraciones de intenciones de
"comunidades de lucha" inexistentes o ficticias. Queriendo incluso
llenar vacíos de todo tipo con ello en vano, porque nuestros espacios-guetos
activistas y "militantes" actuales no dejan de ser cascarones vacíos
que, sobre todo en momentos de post-revuelta o de vuelta a la normalidad, los
llenamos con mierda capitalista y los tapamos con membretes
"anticapitalistas".
Por
eso mismo es que no logramos identificar el problema de raíz y continuamos con
esta existencia humanamente miserable como perros que se muerden su propia
cola, pero "desde abajo y a la izquierda".
O
talvez ya lo sabemos o al menos lo sentimos, pero nos aterra admitirlo para
atacar el problema de raíz: que todos estamos enfermos de capitalismo. Que el
sistema no es algo externo a nosotros, sino que nosotros también somos el
sistema. Que esta gran enfermedad social se manifiesta mental y físicamente de
millones de formas individuales o, mejor dicho, que absolutamente nadie se
salva no sólo de las enfermedades físicas sino también de las llamadas
"enfermedades mentales", por más que lo niegue o lo oculte. Que
mientras no reconozcamos ni enfrentemos individualmente (con autoconocimiento y
autocuidado) y sobre todo colectivamente (con empatía, apoyo mutuo y afecto)
nuestra propia enfermedad a fin de erradicarla y superarla; mientras no nos esforcemos
por construir y vivir relaciones humanas y formas de ser/estar lo más
saludables, transparentes, horizontales, autónomas, liberadoras, comunitarias,
cotidianas y coherentes que sea posible, al mismo tiempo que por revolucionar
de manera total y radical las condiciones materiales e históricas impuestas, no
como "vanguardia" ni "ombligo del mundo" sino como unos
nadies más que lo queremos todo; en fin, que mientras no nos cuestionemos y
transformemos a fondo (lo cual ciertamente duele, como todo parto), seguiremos
reproduciendo bajo una apariencia "anticapitalista" este sistema
capitalista de mierda, en lugar de combatirlo realmente para destruirlo y
superarlo realmente. Seguiremos fingiendo o aparentando ser
"normales", "sanos" y "radicales", y juzgando a
los otros de manera moralista y falsa. Seguiremos entrampados en el autoengaño,
la hipocresía y la autodestrucción izquierdistas ad infinitum y ad náuseam
hasta morir. Duela a quien le duela, porque la verdad y la libertad duelen.
Empezando por la autocrítica y la autoliberación en todos los aspectos de la
vida.
Lo
cual tarde o temprano será una cuestión de vida o muerte, porque la actual
catástrofe capitalista generalizada está devastando el planeta y amenaza
incluso con extinguir la especie humana. Por el contrario, la actual revuelta
proletaria internacional es la respuesta a esta catástrofe y abre la
posibilidad histórica de revolución social. Así como también las formas
cotidianas y anónimas de resistencia y solidaridad entre los oprimidos. Pero
todavía falta mucho para la revolución, en todo sentido. Precisamente porque
los explotados y oprimidos, que somos la mayoría de la sociedad, aún no
asumimos a carta cabal que estamos muy enfermos de capitalismo, que somos el
sistema, con el fin de destruirlo y superarlo de una vez por todas, y por lo
tanto con el fin de destruir y superar nuestra propia condición de clase
explotada-oprimida-enferma, antes de que nos mate(mos) de hambre, cáncer,
depresión, aislamiento o bala.
En
pocas palabras, entonces: asumir, compartir y politizar el malestar interno.
Hacer de la enfermedad (la alienación) un arma para abolir la enfermedad (la
alienación). Luchar, sanar y liberarnos juntos. Revolución en la revolución o
extinción.
Locura Proletaria
Quito, febrero 2020
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