viernes, 16 de octubre de 2020

Alquimia, revolución sexual y comunismo. Una entrevista a Mario Mieli

Nicolás Cuello (Traductor). Moléculas Malucas. Buenos Aires, septiembre 2020

 

 Mario Mieli. Entrevista para el periódico «Lambda». Italia, 1979. Extractos:

 

«En una página de tu libro escribís: "Para la creación del comunismo, la total desinhibición de las tendencias homoeróticas, entre otras, es una condición sine qua non". ¿Sigue creyendo en la creación del comunismo?

 

Sí y también no. Creo que este mundo está destinado a terminar. Y posiblemente, ese fin sea resultado de una catástrofe nuclear si los jefes de Estado están tan locos como, por ejemplo, Hitler y Mussolini. Una guerra nuclear que puede destruir el planeta, o producir una catástrofe ecológica. No veo alternativa a esta posible catástrofe, excepto en la creación de una sociedad en la que todos los seres humanos recuperen los medios de producción, creando nuevos modos de hacer y condiciones necesarias para desarrollar una vida libre en armonía todos juntos. Creo que siempre se ha entendido mal lo que Marx imaginaba como comunismo. Marx utilizó la expresión hegeliana "reino de la libertad" para definir el comunismo, y sobre todo, veía como una condición inevitable (según Marx) para la creación del comunismo, la realización de un nuevo modo de producción, que no tenía nada que ver con el modo de producción capitalista. Por eso me llamo marxiano, si se trata de definirse, no marxista, porque considero que todos los marxistas que vinieron después de Marx, ni siquiera con la excepción de Lenin, son deformadores de su teoría. Por tanto considero el comunismo, que espero pueda realizarse en el planeta, de una forma mucho más afín a la de Marx que a la de los marxistas. 

 

[...]

 

Yo, en Elementos de crítica homosexual, escribí algo que creo poder repetir hoy: "Sólo liberando la sexualidad se puede entender por qué ha sido reprimida durante tanto tiempo. Es muy difícil establecer qué es, si ese algo está reprimido". Lo más importante es la práctica de la liberación, a la que sigue un razonamiento consecuente, que puede favorecer una práctica posterior.

 

¿Cree que la liberación homosexual conduce al comunismo?

 

La liberación homosexual, como ya he dicho, es una de las condiciones necesarias para la realización de una sociedad armoniosa, porque sabemos cuánta violencia proviene de la eliminación forzada del deseo homosexual. Sabemos cuánta competitividad y cuánta competencia proviene de la represión de los componentes sexuales en nosotros. Entonces creo que para crear una sociedad armoniosa es imposible seguir reprimiendo la sexualidad, como lo hacemos hoy, mientras que no creo que la liberación de la homosexualidad por sí sola sea garantía para la creación de un mundo armonioso, de hecho, creo que es posible liberar la homosexualidad, u otras formas de represión en el contexto de la sociedad capitalista, en una forma comercializada. Esto solo acentúa la crisis interna del capitalismo, su contradicción, pero, al mismo tiempo, no es condición suficiente para liberar las llamadas perversiones, para crear una sociedad armoniosa, si además de la sexualidad no se libera el espíritu.

 

[...]

Bueno, la charla de alquimia no me involucra en absoluto, soy muy ignorante.

No hay posibilidad de liberar plenamente al ser humano, y por tanto a la sexualidad, sin pasar por el camino alquímico. En este sentido, aconsejo a los lectores leer La psicología de la transferencia de Jung, por ejemplo, un libro que es su testamento moral y que, sin revelar las materias primas sobre las que se opera el procedimiento alquímico, da no obstante una idea de la relación que existe entre la alquimia y la liberación, dentro de nosotros, del otro sexo reprimido; por ejemplo, dentro del hombre, la mujer y dentro de la mujer, el hombre. Una de las razones por las que adjetivizo a los periódicos como FUORI! y Lambda es porque cualquiera que hable hoy sobre la liberación sexual debería saber qué es la alquimia.


[...]

 

En sus experiencias con la psiquiatría: ¿le han clasificado como enfermo mental?

 

Sí, he estado en un hospital psiquiátrico tanto en Inglaterra como en Italia. El hospital inglés era un hospital langiano, por lo tanto seguía una corriente antipsiquiátrica, y les puedo decir que es la misma mierda que el hospital psiquiátrico tradicional; no entienden una mierda sobre la llamada "enfermedad mental".»

 

Leer entrevista completa

 

 

***

 

«Mario Mieli (1952 - 1983), fue un activista y escritor italiano. Como ningún otro, Mieli representa la irrupción de un activismo marica, radical y teóricamente comprometido en la Italia de los años ´70. Fue reconocido no solo por su agudeza intelectual, sino también por su provocadora actitud, especialmente en la vida pública. Desde muy joven supo hacer convivir su carisma como estudiante ejemplar del Instituto Parini, y su deambular perverso por la Fossa dei Leoni, un lugar dedicado al cruising y la prostitución masculina en Milán, donde buscaba explorar sus deseos polisexuales. Las resonancias de su libro Elementos de crítica homosexual, publicado originalmente en el año 1977 por Einaudi, rápidamente lo consagraron como uno de los fundadores del movimiento de liberación homosexual en Italia, y una figura inevitable en el pensamiento critico europeo. La pregunta central de su trabajo era simple pero provocadora: ¿Por qué la sociedad marginaliza y reprime la conducta homosexual? Lo que sigue en el libro sería un análisis pormenorizado sobre cómo el funcionamiento de la sociedad capitalista depende de la sobreadaptación conformista a las conductas heterosexuales y al complejo institucional que garantiza su naturaleza: el matrimonio, la herencia y la reproducción de la vida familiar. Su trabajo podría considerarse una lectura erótica de Marx, y especialmente, de Kingsey. Fue un expreso defensor de lo que luego otros llamarían un “nuevo utopismo sexual”: una filosofía política que apuntó contra la rigidez de la normalidad heterosexual que operaba, en su mirada, a partir de la remoción de todos los componentes inestables del espectro erótico de la naturaleza humana. Su trabajo conectó al mismo tiempo, el reconocimiento de un valor subversivo en la experiencia trans, los movimientos de liberación de la mujer y una crítica directa hacia todos los mecanismos psíquicos, culturales y políticos destinados a la represión del deseo homosexual. La intensidad de su pensamiento también puede ser entendida bajo los efectos de su desvinculación del FUORI! en el año 1974, una vez que estos optaron por inmiscuirse en la política partidaria. Allí también puede situarse su trabajo incómodo de señalamiento, crítica y confrontación con lo que observaba como una rápida desexualización del espíritu revolucionario y una pronta normalización institucionalizante de los activismos liberacionista que empezaban a ceder ante nociones mercantilizadas de la libertad de la identidad gay. Esto, posteriormente, también lo empujará a buscar nuevos escenarios para sus investigaciones, guiado a su vez por las nuevas condiciones que imponía su salud mental. Después de la publicación de su libro, volvió público, en reiteradas entrevistas, su diagnóstico como esquizofrénico, pero también allí reconoció, la importancia de dicha experiencia en la apertura personal de nuevas perspectivas en torno a la liberación sexual. Lo que siguió en su trabajo, una vez distanciado del activismo homosexual, fue un compromiso ascendente con el ambientalismo, las políticas anti nucleares, y especialmente, con el esoterismo, la alquimia y el trabajo espiritual. Su novela autobiográfica Il risveglio dei Faraoni fue publicada en el año 1994 en Milán gracias al trabajo de archivo que hicieron sus amigos muchos años después de su muerte (1983), aunque su familia poco tiempo después retiró, por vías legales, todos los ejemplares en venta. Hasta el día de hoy es un texto inaccesible, tanto como el guión que escribió de la película Una favola spinta de Guido Tosi, de circulación televisiva en el año 1982, poco tiempo antes de morir. Desde entonces su trabajo ha sido reeditado pocas veces, pero se puede consultar el trabajo de Giampaolo Silvestri, “Oro Eros y Armonía: El último Mario Mieli” (Croce, 2012), el de Silvia De Laude, “Mario Mieli - Y ahora” (Clichy, 2016) y dos publicaciones recientes, la re-edición de “Elementos de crítica homosexual” traducida al inglés como “Towards a Gay Communism” (Pluto Press, 2018) prologada por Tim Dean y Massimo Prearo, y “La gaia crítica. Politica e liberazione sessuale negli anni Settanta. Scritti (1972-1983)” al cuidado de Paola Mieli y Prearo también (Marsilio | Nodi, 2019).»

 

Nicolás Cuello. Argentina, septiembre 2020

 

***

 

«En los años setenta el famosísimo Michel Foucault estudiaba la sexualidad y su relación con el poder social. Entonces dijo algo que afectó profundamente al movimiento de emancipación proletaria, que en esos días estaba siendo aplastado por la contrarrevolución en todas partes. Lo que Foucault dijo afectó tanto a ese movimiento, que desde entonces los revolucionarios no han logrado sobreponerse al impacto. Al principio simplemente enmudecieron: ya no tenían nada que decir sobre aquel tema, que fue enviado de vuelta a las cloacas de lo inconsciente reprimido. Pasado un cuarto de siglo, empezaron a prestarle atención otra vez, pero como ya habían olvidado todo lo que el movimiento revolucionario había hecho con anterioridad, no tuvieron más remedio que expresarse con las palabras de la reacción triunfante. Entonces ya no hablaron más de liberación sexual, sino de disidencia sexual; ya no reclamaron más la emancipación de las mujeres también a través de su libertad sexual, sino principalmente a través del ascetismo antisexual de la competencia por el estatus socioeconómico; ya no criticaron el amor romántico y el familiarismo patriarcal como instancias represivas, sólo le pusieron un precio mucho más alto. Y lo que los revolucionarios habían reflexionado sobre la sexualidad y el amor desde mediados del siglo XIX; los esfuerzos que habían hecho por sanar la vitalidad de los proletarios pisoteada por el trabajo y la moral represiva; los experimentos con que habían buscado una emancipación vigorosa y exuberante aquí y ahora, sin esperar al rojo amanecer revolucionario del mañana... todo eso fue olvidado por completo. O mejor dicho: fue objetado por teorías aparentemente irrefutables, denostado como pura ingenuidad infantil, o acusado de ser parte de la opresión que decía combatir. Hoy día, casi cincuenta años después de que Foucault diera esa estocada mortal al movimiento proletario revolucionario, casi no se encuentra a comunistas o anarquistas que tengan algo que decir sobre el asunto, excepto algunas frases sueltas que reproducen vagamente los postulados del propio Foucault mezclados con una que otra hilacha de programatismo revolucionario a la antigua. Entre los mismos ultraizquierdistas comunizantes, hay quienes repiten las acusaciones de Foucault sin citarlo, revistiéndolas con un aire de sabiduría revolucionaria ganada gracias a una lectura hegeliana del Marx esotérico. Para decirlo en una palabra: ésta es un área en que la contrarrevolución no dejó más que tierra quemada. ¿Cómo pudo ocurrir esto? Desde luego, no fue obra del famosísismo Michel Foucault: él sólo se limitó a expresar filosóficamente, y con total sinceridad, el triunfo de la contrarrevolución en el plano afectivo y sexual, decretando la absoluta imposibilidad de que pudiese existir ningún otro sujeto que el sujeto constituido, precisamente, por la contrarrevolución. Si hay placer, es porque es un dispositivo de poder. Si hay poder, es porque ejercerlo da placer. Si algo hace el poder con la sexualidad, no es reprimirla sino diseñarla: incluso cuando creemos emanciparnos a través del goce de compartirnos con otros, incluso entonces sólo somos marionetas de un poder que nos ha constituido hasta las más remotas capas de nuestro ser inconsciente. No hay salida, no hay forma de escapar: hagas lo que hagas, no eres más que una excrecencia de las tramas de poder que organizan la producción económica y política. Si hay un enemigo, dijo Foucault, ese enemigo es el freudomarxismo, aquel difuso campo teórico y experimental que combinaba la crítica de la economía política de Marx con la teoría del inconsciente de Freud. Si hay una teoría falsa, siguió diciendo Foucault, es la teoría de Wilhelm Reich de que la sexualidad humana tendría un fundamento bioenergético que afecta la vida social de los individuos, y no sería pura arbitrariedad cultural. Eso fue, en resumen, lo que dijo Foucault mientras los últimos bastiones de resistencia proletaria eran destruidos por el terrorismo de Estado, la dislocación industrial y la heroína. Casi medio siglo después, no habiendo sobre la sexualidad ninguna otra narrativa que la triunfante narrativa posmoderna que se impuso con la contrarrevolución, la vida afectiva, amorosa y sexual de los proletarios está a años luz de ser lo que los revolucionarios freudomarxistas habían imaginado en sus mejores momentos. Probablemente, nunca había sido tan miserable como hoy en día, y nunca se había engañado tanto a sí misma al respecto. Pues bien: cuando se toca fondo ya no hay dónde ir excepto de vuelta hacia arriba. Y para eso a veces hay que mirar hacia atrás. Esta entrevista a Mario Mieli es un buen vistazo en esa dirección.»

 

Un compañero de la región chilena, septiembre 2020

 

 

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