miércoles, 21 de marzo de 2018

"El mito de la enfermedad mental"

Nota de LP: Este libro de 1961 del psiquiatra estadounidense Thomas Szasz es considerado por algunos como un libro precedente de la antipsiquiatría. Anteriormente, en 1957, Szasz ya había hablado de antipsiquiatría como “un movimiento crítico que se cuestiona las prácticas psiquiátricas tradicionales y la noción de enfermedad mental sobre la cual se apoya desde mediados del siglo XIX”, diez años antes del primer libro antipsiquiátrico por excelencia, "Psiquiatría y Antipsiquiatría" (1967), de David Cooper. 

Dice Szasz sobre su libro: "En la primera y la segunda parte expondré las raíces sociohistóricas y epistemológicas del moderno concepto de enfermedad mental. La pregunta: «¿Qué es la enfermedad mental?» se liga de manera inextricable con otro interrogante: «¿Qué hace el psiquiatra?». Mi primera tarea consiste, por lo tanto, en presentar un análisis esencialmente «destructivo» del concepto de enfermedad mental y de la psiquiatría como actividad seudomédica. Creo que tal «destrucción» es indispensable, igual que la demolición de los viejos edificios, si queremos erigir un edificio nuevo más habitable para la ciencia del hombre."

Por un lado, históricamente es fundamental el aporte de Szasz en tanto que primer cuestionamiento serio y explícito al concepto de enfermedad mental y, por lo tanto, a la psiquiatría. Básicamente, por su falta de evidencia y fundamentación científicas. La enfermedad mental, afirma Szasz, no es científicamente verificable en una camilla de hospital o en un laboratorio. Ergo, es un concepto "vago, caprichoso, insatisfactorio e irracional". Aún así, es la categoría base de la psiquiatría. Por lo tanto, la psiquiatría es una pseudociencia. Es ideología entendida como mentira con ropaje de verdad. Se inventa sus "trastornos mentales" y no puede fundamentarlos más que ideológicamente desde lo que los dueños y amos de esta sociedad y sus médicos y sus sociólogos han definido como "lo normal y lo patológico". Y a veces ni siquiera eso. Para muestra un botón: hace algunos años, en un congreso estadounidense de psiquiatría, le preguntaron a uno de los conferencistas principales que defina el concepto del famoso y de moda "Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad" (TDAH) -sopretexto del cual hoy en día se está dopando a miles de niñxs en todo el mundo- y aquel psiquiatra lo único que alcanzó a hacer es decir cantinfladas y tartamudear.

Lo perverso de la mitomanía psiquiátrica es que se inventa sus "trastornos mentales" para controlar socialmente a los "trastornados, enfermos o anormales" y para enriquecer a las farmacéuticas que fabrican sus "psicofármacos". Además, sigue existiendo el internamiento forzoso en aquellas cárceles llamadas manicomios u "hospitales psiquiátricos", donde aún se dan maltratros, torturas y suicidios. En ese sentido, la psiquiatría no es sólo una pseudociencia, sino una "industria de la muerte". A esto es a lo que Ssasz entendía como "socialmente nocivo" y por lo cual estaba a favor del derecho de las personas a decidir sobre su mente y su cuerpo -por tanto sobre sus conductas-, a decidir sobre si toman o no psicofármacos, y a decidir sobre su muerte o sea el derecho al suicidio.

Pero, por otro lado, en lo último que acabo de apuntar se encuentra paradójicamente la limitación de Szasz. En primer lugar, porque él parte de una posición cientificista y positivista, es decir que no cuestiona a la ciencia como racionalidad del Capital y a su lógica cósica y cuantitativa, lo cual también es una ideología. Ni siquiera critica radical y destructivamente a la psiquiatría, pues él decía no querer "desprestigiarla", sino "corregir sus errores y llenar sus vacíos" así como "cambiar su enfoque" para hacerla algo así como una "verdadera ciencia" "más humana". Tibia posición, sin duda. Y en segundo lugar, al declararse a favor de todos los mencionados "derechos" de los enfermos mentales como un asunto individual en el que no debe intervenir el Estado ni la sociedad, lo que plantea es una solución falsa, individualista y liberal, neoliberal inclusive -pues sería sólo resolvible en el ámbito privado y mercantil-, al problema de la enfermedad mental, el cual en realidad tiene causas, manifestaciones y efectos sociales. (Tendrá que venir Cooper, diez años después de Szasz, para dejar claro y sentado el carácter social de todo esta problemática, así como el carácter anticapitalista y revolucionario de la antipsiquiatría. De igual manera, tendrá que venir el SPK en los 70s para comprender a la enfermedad como inseparable o inextirpable del Capital y de la especie humana, así como para criticar de manera radical o revolucionaria al poder médico capitalista.)

Desgraciadamente, la enfermedad mental es algo real y más "normal" o más generalizado de lo que parece y se cree en esta sociedad de por sí enferma mentalmente, debido a que es una sociedad en la que no gobiernan los seres humanos para satisfacer sus necesidades y deseos, sino en la que gobierna una abstracción, una creación humana que terminó siendo ajena y dominando a sus creadores, un fetiche, como un dios: el valor, el fetichismo de la mercancía, cuyo único fin y sentido es precisamente la producción de mercancías y de más valor o ganancia para unos pocos burgueses, a costa de la explotación de la humanidad proletarizada y de la depredación de la naturaleza. Esta enajenación mental o psicopatología generalizada fundamental determina, contiene y encubre a todas las otras enfermedades mentales existentes en la sociedad capitalista. Hoy por hoy, por ejemplo, se puede hablar de la existencia de una verdadera "epidemia" de estrés, ansiedad, depresión y suicidio. Todas éstas, debidas a la presión del "éxito" o el "fracaso" en esta sociedad mercantil generalizada y de la apariencia, del tener y parecer y no del ser.

Sucede también que, aparte de la enajenación mercantil cosificadora y la epidemia ansioso-depresiva, en toda familia siempre hay alguien que tiene "problemas psicológicos". Pero, en la mayoría de casos, se los oculta o esconde porque "la ropa sucia se lava en casa". Nadie habla de eso. Sólo como rumores y chismes. En todo caso, sigue siendo un tabú en esa sociedad de la apariencia y la hipocresía generalizada, ya que que así ésta tapiña su fetichismo esquizofrénico y necrofílico y lo proyecta o echa la "culpa" y la mierda propia a "los otros", los "diferentes", los "raros", los "anormales", los "enfermos mentales", a quienes se los margina y señala con el dedo. Con todo y eso, la verdad es que, en esta sociedad del dios dinero que diariamente mata a hombres y mujeres -de hambre, a balas o de tristeza-, nadie, absolutamente nadie se salva de una u otra enfermedad mental. Es una maldita realidad social y un "secreto a voces", que es necesario develar, explicitar, denunciar, criticar de raíz y sin piedad para su superación revolucionaria. Todo esto, obviamente, de manera minoritaria y a contracorriente, pero con convicción y valentía... hpta!

Por lo expuesto, considero que el mejor contraste al planteamiento de Szasz es la siguiente reflexión que se encuentra en el # 1 del fanzine antipsiquiátrico-anticapitalista "Enajenadxs" - Uníos Hermanxs Psiquiatrizadxs (España, 2000-2001):

“… puesto que la situación del enfermo mental "es fundamentalmente (quitando aquellos trastornos patológicos cuya principal base es un desorden de índole física, y que creemos constituyen una minoría) el producto de una violencia social, el objetivo de la actividad terapéutica debe apuntar en última instancia al descubrimiento por parte del enfermo de la naturaleza de esta violencia" (Robert Castel). Aquí es donde nosotr@s enlazamos la salud mental y la revuelta ... no pretendemos caer en los archiconocidos y facilones posicionamientos que niegan sistemáticamente la enfermedad mental, jamás diremos eso de :"la enfermedad mental no existe, la sociedad es la que está loca, nosotr@s somos un@s poc@s iluminad@s que lo pasamos fatal", la enfermedad existe y está ahí, hemos sufrido demasiado como para dudar de su existencia ... lo que sí pretendemos hacer es desenmascarar el origen de la patología, del dolor; denunciar como la psicología y la psiquiatría con sus fármacos, sus diagnósticos o sus internamientos cumplen una función por la cual la sociedad se libra de elementos críticos, indeseables o simplemente improductivos. Ésta es la relación antes mencionada entre ideología médica e ideología que impera en la sociedad, y esta es la relación que nos hemos propuesto atacar. Creemos que la revuelta contra las estructuras que dictan nuestras existencias es un acto de higiene mental, un camino hacia una mejor condición de vida infinitamente más efectivo y satisfactorio que la medicación salvaje o el internamiento. En la revuelta encontramos a nuestros enemigos, al entrar en conflicto con ellos, nos encontramos a nosotr@s mism@s, debajo de la falsificación de valores y de la anulación del individuo que operan en el contexto social actual.

Nos etiquetan, nos encierran, nos drogan... somos socialmente indeseables y lo sabemos. La Norma nos ha herido por no querer abrazarla. Por nuestra parte, hemos declarado la guerra a la Norma…” 

*

No hay comentarios.:

Publicar un comentario